sábado, 7 de noviembre de 2015

¿Por qué no me valoro?

Después del autoestima, te voy a hablar de valoración, tú valoración, porque a como yo lo veo o lo entiendo, no te sirve de mucho sólo saber de ella,  porque es como ponerte a caminar en vueltas sobre algo que no te lleva a ningún lado, Y si lo dejamos así, haría exactamente lo mismo que exponía en el escrito anterior, de nada sirve un conocimiento sino tiene aplicación. También agregué la culpabilidad, porque aunque no se conocen como antónimos, más o menos funcionan así, ya te lo explicaré.


¿De dónde nos viene esto?

     Primero, lo primero: hasta ahora, ¿Cómo te valoras? _ Si  empezaste mentalmente a hacer una lista de los atributos que dicen que tienes, vamos mal. Porque esa es la valoración de otros con respecto a ti, no la tuya. Y no te culpo, realmente te entiendo, como lo dije en el ensayo anterior, estamos "adiestrados" para eso,  como las mascotas,  si hiciste algo bien te dan un premio, si por el contrario, no salió como esperaban, te hiciste merecedor de un castigo. Así fuiste creciendo, cuando entendiste la mecánica, buscaste en automático el resultado que querías (¿o querían?). Si te fijaste, recalqué en negritas que el verbo está conjugado en segunda persona plural, o sea, valoración sobre la referencia de otro(s). Tampoco podemos culpar a nadie de este modo de hacerlo, que es el que hace todo el mundo (bueno, al menos el que nosotros conocemos). Pero si te interesa salir de esa esclavitud de reconocimiento externo y pasar a tuyo propio, espero ya estar en el punto de que me lo entiendas.

Las Etiquetas
     Dentro de esta forma de valorar o catalogar se requieren de etiquetas, rápidamente, piensa en un círculo donde te muevas, familia, trabajo, escuela, etc. Encontrarás el serio, el inteligente, el simpático, el servicial, el malo, el desordenado, y un sin fin de etiquetas más, las puse todas en masculino, pero se aplican al otro género por igual. Si te das cuenta, tomando por ejemplo una; el serio, él o la susodicha en cuestión, se comportará si o si, de  la manera que la etiqueta lo indique, como si fuera su única opción. Primero puedo haber sido motivado con órdenes positivas en casa, alentando y aplaudiendo ese comportamiento, para reforzarlo. Después, si el incauto, se empezó a identificar con su catalogación, tanto porque le era fácil hacer el mismo papel, o era la manera en la que conseguía algo, la  expandió, ya no sólo decidió ser el serio de su casa, sino también de su escuela, grupo de amigos, trabajo, etc. . Hasta que el molde le quedara tan ajustado que no le permitía tomar otra forma.En algunos casos que ese corsé llega a ser tan incómodo o pesado traerlo, puede tener una válvula de  escape con el envés de su papel, pero sus allegados, seres "queridos", se preocuparán y rápidamente lo tacharán de bipolar, por lo tanto de enfermo, que podemos traducir de no autorizado.
     Una etiqueta tiene mucho peso, y si no, sólo recuerda ¿Cuántas veces tomaste una decisión sobre alguien o algo, sólo porque te basaste en los dichos de otras personas sobre ellos? porque es como un virus, se contagia. ¿Cómo te refieres a los demás? Haz mentalmente tus clasificaciones, y cómo responden ellos para contigo de acuerdo a esa percepción. Si criticas o te quejas del personal de las oficinas a las que acudes, ¿Cómo te va con eso cuando tienes que ir? ¿Coincide el resultado con tus pre-juicios sobre ello(s)? Estoy segura que siempre tienes razón a lo que opinas, porque ese el truco,  siempre vas a tener la razón sobre lo que crees. Va a funcionar así para ti, tanto si es positivo como negativo lo que opinas de lo(s) demás. Si no lo has tenido claro aún, piensa en esa persona que es "tan buena" contigo, ¿Está dentro de tus clasificaciones positivas? Y los que supuestamente te tratan mal, ¿Cómo están catalogados dentro de tu escala? Imagino tus respuestas.  Esto se llama "La profecía autocumplida" frase del psicólogo Robert K. Merton, dónde explica por qué una definición "falsa" se convierta en verdadera, Sucede así porque tú te vas a comportar con respecto a el sujeto definido de una manera que el conteste en automático a tu comportamiento cotidianamente. 
     Otra cosa que sucede con las etiquetas, es que te limitan mucho en la vida, porque si te vas a apegar a ellas, no puedes o no sabes o no quieres comportarte de manera distinta. Si las tomamos como herramientas, y una equivale a un martillo por ejemplo, cuando te encuentres con situaciones donde requieras usar un martillo, te irá muy bien, pero qué pasa si lo que necesitabas era una pinza o un destornillador, no te va a ser útil. Regresando al serio, él funcionará perfecto en ciertos lugares, pero en una fiesta donde quiera conocer a alguien, fracasará por completo. 
     Ahora bien, ¿De dónde te viene esa etiqueta? para seguir con el punto inicial. No es más que la valoración que te han puesto los otros. ¿Dónde está la tuya? probablemente te des cuenta que no has tratado nunca de experimentar más allá de lo que te han dicho que hagas. ¿cómo puedes tú saber si un traje te gusta o sienta más que el uniforme que te han elegido y que vistes todos los días?.

     Valórate
     Si algo ya llamó tu atención respecto a lo que he estado hablando, el paso siguiente es, si me quiero empezar a valorar ¿Qué hago? Esto es lo más fácil o lo más difícil, dependiendo de ti. Porque dado que no somos iguales, lo que para una persona puede tener valor, para otra no vale nada. Más sin embargo, puedes empezar con invertir un poco los papeles con respecto a los demás respecto a ti. Todas esas cosas que haces para los demás ¿Las haces para ti? Si inviertes tiempo o dinero en otros, ¿está a la par del que destinas únicamente para ti? Si contestaste que no, sigues dependiendo de la valoración externa, lo haces para que te valoren. ¿Qué pasaría si tu comportamiento o decisiones no dependieran de lo que opinen los demás, incluso si no van a estar para nada de acuerdo? ¿Te atreverías a hacerlo si  "perdieras" lo que consigues por complacerlos? Tal vez es complicado nadar, cuando ni siquiera te has zambullido nunca en el río, o empezar a a caminar si todavía no te paras del suelo. Pero poco a poco se empieza a ganar confianza para hacerlo y esa por inercia te llevará más lejos. Sólo requiere de que te decidas a hacerlo.  
     
     La culpabilidad
     Te has dado cuenta que hay cosas que has intentado hacer, o hecho, pero no las disfrutas porque crees que le haces daño a alguien más. A no ser que eso, sea que estés golpeando, matando, robando, o maltratando a ese alguien, de ninguna manera le estás dañando. No porque te vayas al cine y elegiste por primera vez la película que deseabas y no cediste ese privilegio al que te acompaña, sea la causa de tu malestar. Eso sólo se llama CULPABILIDAD, este gran invento no fue hecho con otro fin de molestarte, para joderte la vida (ten  siempre en cuenta eso). La culpa aparece porque te sientes en deuda todo el tiempo, nadie que la sienta se puede valorar ni un gramo.
      Si eres de los que creen que un  gracias, no es suficiente, estás en el grupo de los culpables. Partiendo de que ese agradecimiento, fue por algo que alguien te dio por gusto, no porque lo obligaste. Claro que si  ese alguien lo hizo para conseguir algo que no te aclaró antes, es problema de él o ella y no tuyo. Como ves, todo es muy fácil y relativo. 
       Regresamos al valor que pones , si tu crees que lo que das o haces por los demás no es suficiente por lo que recibes, es porque le das poco o ningún valor a lo tuyo. El tiempo, el dinero, la compañía, etc, que tú compartes con ellos sólo tendrá el valor que le des y que le dé el destinatario,  no hay una tabla en el mundo entero que diga cuanto vale un abrazo tuyo o de cualquiera o una hora de tu tiempo, igualmente del de otro. Si tu decides que lo que das  está por debajo de lo que te recibes,  siempre te sentirás en deuda hagas lo que hagas. Pero ese valor lo has elegido tú, o has elegido a las personas que exigen de ti más de lo que le puedes dar. El caso es que,  es tu elección exclusivamente. Así que regresando al punto anterior, está fácil valorarte, sólo tienes que empezar a subir los bonos de lo que haces o das, por un lado. Por otro, te has preguntado ¿para qué estás o buscas personas que te desvalorizan? ¿O mejor aún por qué crees que no te valoran? Ahora no te dejo una conclusión a propósito, con la idea de que la consigas tú, sólo espero que mis preguntas te ayuden un poco a encontrar lo que andas buscando. 


sábado, 17 de octubre de 2015

El Autoestima





El autoestima como su mismo nombre lo dice es el valor o estima que te tengas, así que aparentemente dependerá únicamente de la calificación que le asignes de acuerdo a la escala que, tú también pongas. Y bueno, hasta aquí, parece que es una situación sencilla de resolver, sólo requiere que la persona sepa que lo adolece y se dedique a quererse, valorarse y ya está. Ese es el meollo del asunto, ¿cómo sabes tú,  qué  tan sana está tu autoestima? Tomando en cuenta que no es una materia que nos enseñen en la escuela, no entra entre la valoración de un certificado médico promedio, no hay una báscula o termómetro o aparato que te avise en qué nivel vas, y lo más importante creo yo, la sobre-valoración del otro (cualquiera que tengas enfrente, atrás o al lado) según nos dicta las reglas de urbanidad, "cede tu asiento", "dale el paso", "comparte tu pan con el hambriento"  etc. que de estos más, hay bastantes.

     No estoy sugiriendo que ahora hay que ser descortés o maleducado, simplemente puntualizar, que cuando vas a valorar más importante,  las necesidades del que tienes enfrente  que las tuyas mismas, pues es un dilema, porque entonces tú quedas de segunda. Una vez,  de cuando en cuando, no le veo nada malo, pero cuando empiezas a tomarlo como estilo de vida,  para este asunto, empieza a ser un obstáculo. Esto por un personaje que te colgaron cerca del oído (quesque la conciencia), que nunca se calla, te amargará la vida, sin duda alguna, si no fuiste "generoso" y "bueno", como se esperaba , que es siempre, no te dicen un determinado número de eventos para ganarte esa bondad, si es  uno de dos o cada diez, da lo mismo, así lo hayas decidido, una de cada cien, ponerte a ti de primero,  con esa es suficiente para sentir la culpa del tamaño de las cien juntas, porque es muy egoísta esa actitud, adjetivo que no es deseable tenerlo en una descripción propia.  

     También nos  han enseñado (creo que esto ya suena a muletilla) aunque de un modo tácito, que somos sujetos a valoración  desde que nacemos, y siempre por alguien ajeno a nosotros, primero nuestros padres, maestros, doctores, amigos, etc.  Nos dicen  cómo estamos, lo que sabemos, tenemos, por ende, lo que valemos de acuerdo a su referencia; al ser una autoridad o porque  tienen nuestra estima o deseamos la de ellos, cualquier escala en qué nos pongan la aceptaremos sin dudar. Puede ser que ésta nos favorezca, o incluso nos sobre-valore, como todo lo contrario.   Si esto sucede desde siempre, además lo vivimos a diario,  lo podemos tomar como lo normal, empañando  nuestra propia valoración. 
       Cuando empezamos a relacionarnos más allá de nuestro clan y queremos formar parte de otro, como el de los compañeros de la escuela o el trabajo. Inicia entonces un juego de deshacer la personalidad de uno, con tal de quedar bien con ellos para ser aceptados, compaginar nuestras opiniones y pasar a ser un clon más del líder del grupo. Donde seguimos el mismo patrón con el que domesticamos las mascotas: premios y castigos, desde los más sutiles a los más grotescos. Y vamos "adaptándonos" perfectamente hasta ser parte de esta sociedad, sin que se destaque mucho. 
        
        Parándome en este punto, ¿Dónde esta el estima propio?, si es que siguiendo por este camino, supe donde exactamente lo dejé. No creo que podamos tener uno sano, por no decir otra cosa más complicada, si no aprendemos a ser AUTO-REFERENTES, lo puse así con mayúscula, porque creo que es muy importante. Mientras la referencia o modelo a seguir, sea alguno en particular, sólo aspiraremos a ser una mala copia, un clon frustrado y o discriminado por no ser el original, o algo así. Vuelve a ser complicado, porque si miras a tu alrededor, encontrarás el modelo (por ser el aceptado por los demás) de mujer u hombre,  de padre, de hijo, de familia, de hermano, ya están todos elegidos; como si fueras hecho en serie, no hay que pensar mucho para deducir esto, lo que sobresale de este patrón, esta tomado como una anormalidad, rechazada en automático, sólo hay dos cosas por las que puedas destacarte, en esta sociedad, por dinero y por ser "bueno", para este último te determinan ciertos ejemplos de personajes (que no voy a decir, pero que seguro sabes de más de uno) donde sólo conoces de su vida, actos de bondad, cualquier otro rasgo de su personalidad, es eliminado, no vaya a ser que se te ocurra salirte del camino y tomes como referencia otra cosa y no la que te dictan.

            Entonces, el autoestima, es como el unicornio, hermoso, deseable, pero sólo imaginario, de este modo, por su puesto.  Cuando ya no intentes tener el reconocimiento, de nadie, o sea, que ya no te interese demostrarle a nadie, qué o cuánto tienes, sabes o haces;  que ya no esperes una palmadita en la espalda o el aplauso (no digo la estrellita en la frente porque suena muy pueril), pero es eso, esperar todo el tiempo a que te califiquen, que todo y todos tengan siempre  autoridad sobre ti; pues nada, el autoestima no subirá por más frases bonitas que repitas, conferencias a las que vayas, o cualquier otra cosa que se haga para lograrlo. Hasta que decidas a sólo pedir tu opinión (que viene siendo un permiso en realidad) para valorarte, tal y como eres o como quieres ser, sin más referencia que la tuya.

       

      



jueves, 17 de septiembre de 2015

Enamorarse y amar no es lo mismo.

Cuando nos enamoramos
De acuerdo a nuestros conceptos del amor, y digo nuestros, porque casi todos tenemos una misma concepción al respecto, y si no, hablo de esa; esa que la mayoría conoce. Donde  demanda ciertos requisitos para conformarlo, tales como: sacrificio, servicio,  renuncia, entrega, des-individualización y un montón más de “cualidades” que se despiertan en ese instante mágico, en que según las hormonas o la química corporal, sucede;  que además no pasa con todas las personas, sólo con la indicada. Que aparece en cualquier momento y lugar, la mayoría de las veces inesperado. Tiene fecha de caducidad, aunque en esto,   no se han  puesto de acuerdo con la duración, que va de meses a lo mucho 2 o 3 años. Contraponiéndose  a la idealización del amor (éste mismo concepto bajo la educación impartida) que es el matrimonio para toda la vida, porque la sociedad así lo necesita y determina, por muchos renegados que no estén de acuerdo o vicisitudes que lo atraviesen.
     Bueno, esto no es más que el enamoramiento vil y crudo, donde la ciencia se ha encargado de  explicar que hormonas intervienen y como hacen, para que de verdad creas todo esto; una vez convencido, no te queda más que estar a la expectativa, porque además es algo que ningún humano se salva de experimentar o lo deseé así, aunque sea en lo más oculto de su ser.   Cuando ocurre o crees que ocurre, simplemente por comparación de conceptos reconocidos  (los que desde niño te instruyen, por todos los medios posibles)  pero claro, también con un gran miedo, porque ya sabes de antemano que eso no es para siempre, que se acaba, que invariablemente de las circunstancias con que aparezca, o lo que tú hagas,  está destinado a morir. Lo que como resultado tiene, es que el matrimonio o las relaciones largas son sinónimos de utopías,  imposibles de lograr (dentro de esa idealización); por supuesto, nada sobra ni aparece de aquellos despilfarros hormonales que nos motivaban a estar juntos, ilusionarnos en un futuro lleno de planes ideales. Lo  que queda es un vínculo pesado, aborrecido, que sólo se sostiene por vástagos en común, intereses económicos, chantajes sociales o familiares,  únicamente  para valientes o cobardes que lo mantengan en estas condiciones tan desfavorables y tan obligatorias según pugna la mayoría (porque de ello, lo        que sobran son chistes al respecto).
   Lo más triste de todo lo que has aprendido o te han enseñado,  que por ende lo das como verdad absoluta e irrefutable, es  de tu participación en ello,   nada puedes hacer al respecto, pues depende de tu suerte, de la cual  no eres un  más que un monigote o como en la lotería, donde el afortunado sólo es uno, que cuenta con la gracia del que mueve los hilos arriba, por razones desconocidas, independientemente de que lleves un record de buenas obras en tu haber o todo lo contrario.  
     Fuera de lo que nos convencen o nos hacen imaginarnos tantas historias de amor,  rosas o negras,  ese enamoramiento se da como consecuencia de tu psiquismo. Todo tu psiquismo o podemos llamar el software instalado en tu CPU, se conforma en los primeros años de vida, son las herramientas que tienes  para enfrentarte a ella, algunas vienen con fallas de fábrica, defectos con los que se declaran incompetentes ante ciertos problemas.  Que se solucionarán cuando cambies el programa, cuando lo actualices.   Así que tu biología, te hace ciertas jugadas en complicidad con tu software. Una vez que empieza a correr el programa, éste, descubre  similitudes en el otro que te complementan, para lograr un fin específico: resolución de conflictos. Pues resulta que vamos por la vida tratando de solucionar traumas, todo lo que se convirtió en un drama para nosotros,  que tuvimos con nuestros progenitores, hermanos o los que fungieron como tal o en ausencia de o los que heredamos en el transgeracional o el proyecto sentido.
     Cuando encontramos una persona que nos atrae, ésta es la proyección más fidedigna con uno de esos  seres queridos que encontramos por el momento; eso que se llama “flechazo”, donde quedamos enganchados de una manera inexplicable, contundente, que nos roba la razón.    Es que detectamos en él o la susodicha inconscientemente (por supuesto),   un rasgo que nos ancla, por reconocimiento de ello en el otro; que puede ser una mirada, un olor, un ademán, un tono de voz, que me recordará a mi padre o mi madre o mi hermano(a), en primera instancia; idealizado (lo que me hubiera gustado de esa relación original) aunque no nos damos cuenta que es así, hasta después de que termina esa ensoñación, y nos cachamos diciendo frases como; eres igualita a …, porque ya se armó para entonces el conflicto original y que como al no percibirlo, no lo solucionamos, sigue haciéndonos ruido, terminando por romper la relación; eso que nos unió, ahora nos choca, nos fastidia.
     Si por cuestiones de empatía y programas, eres correspondido (puede ser que no),  se habrá creado un vínculo  bilateral  perfecto; donde tu papel en la historia será de acuerdo a tus huellas infantiles, tales como abandono, traición, humillación, rechazo o injusticia, donde puede ser una o varias combinadas y estará  en proporción directa con el complementario; uno hará de traicionado y el otro de traidor, uno abandona y otro es abandonado, etc. Siempre en pares, no puede ser de otra manera, como piezas de un rompecabezas que encajan perfectamente en los bordes,  uno del otro. Escenificando la misma historia, cuantas veces sea necesaria para que la reconozcamos hasta que le des solución.
Por fin el amor.
    Pero no todo es tan malo como nos contaron.  Ahora vayamos a desmenuzar qué es el amor. Habrás oído por allí que es una decisión, por lo tanto no es algo que tengas que buscar y encontrar cuando tengas suerte, todo el tiempo está a tu alcance, a que lo tomes en serio.  Requiere de responsabilidad, atención, respeto, y eso sí,  lo podemos manejar nosotros,  lo cual nos va dando una ventaja entre este panorama tan desalentador. El amor a diferencia del enamoramiento, es algo que necesita de nuestra participación más o menos consciente, porque no es un sentimiento, es una acción, una energía; opuesto a lo que nos han hecho creer,  es lo que hace que valoremos una cosa o persona y le pongamos nuestra atención para que crezca,  para hacerla brillar, es una energía que expande lo que es tocado por ella. Lo cual implica que hay una intención de por medio, no es automática,  sólo puedes amar aquello que conoces o que ya tienes, jamás algo desconocido, eso es sólo deseo.  Por ende, entre más conozcas a una persona, más razones tendrás para amarla, si esa es tu decisión, bastará con no estar presente para que desaparezca, echando abajo el mito de que si amas a alguien jamás lo dejarás de amar o sólo podrás amar una vez en la vida.
     De forma diferente a lo que nos han dicho, el amor puede tener o no un enamoramiento previo, o sea, que sí ese fue el mecanismo de encuentro, y resuelves el conflicto que generó la atracción, darás paso al amor, porque dejarás de hacer viejas proyecciones en tu pareja,  para conocer y aceptar a la persona que tienes enfrente; pero también puede ocurrir que encuentres una persona que creas que tiene los atributos que necesitas para compartir un proyecto de vida juntos,  decidir entonces amarla(o). Esta energía, estará el tiempo que tú decidas sostenerla, y la manera que lo desees, como cuando quieres que crezca un negocio, una empresa, estás continuamente inyectándole energía con tu dedicación,  con el tiempo y esfuerzo invertido en ello, tu creatividad, tu ilusión. Y al igual que pasa si dejas de cuidar de tu empresa, tu amor también fallece, no por destino, sino por descuido, inanición y desinterés. Habrás comprobado con el trabajo del gimnasio, que eso es muy ejemplificativo;   no importa los  años  que lleves construyendo y manteniendo un cuerpo, en el momento que lo dejas, no pasa de un mes, cuando empieces a perder todo lo ganado. Así de simple es.
     Para que esto se dé, tú ya necesitas ser una naranja completa y no andar buscando mitades. No es buscar una compañía, para rellenar una soledad, una pasión para un vacío, una risa para un dolor. Es compartir todo lo que eres como un ser completo y realizado con otro igual.          
    
    


viernes, 28 de agosto de 2015

¿TE ESCUCHAS CUANDO HABLAS?

Supongo que cuando hablas tienes idea de lo que dices, tienes conciencia de que estás emitiendo un mensaje, pero, ¿Tienes consciencia de qué hablas cuando hablas? Aunque son homónimas, consciencia y conciencia, no quieren decir lo mismo. Consiente, es qué sabes dónde estás, qué estás haciendo, qué sientes físicamente. Consciente es la parte que sabe la intención, sabe un para qué y un desde dónde. Por ejemplo, si estoy desayunando fruta, estoy consiente de su textura, sabor, que me dio hambre y estoy satisfaciendo mi necesidad de alimento;  sin embargo,  puedo estar consciente o no de por qué elegí lo que estoy comiendo, de todo el proceso de digestión que está ocurriendo mientras mastico y saboreo esa fruta, tampoco qué detonó el antojo y la elección; si eran mis niveles de azúcar, o por satisfactores meramente emocionales.  
     Este mecanismo nos da una clara muestra de   cómo,  lo que ocurre a nuestro alrededor está muy lejos de decir que sabemos lo que hacemos, no de una forma completa. Pero además, nunca nadie nos explicó, que lo que decimos no es lo mismo, de cualquier manera que podamos hacerlo, las palabras que usamos son de suma importancia. No sé si es la primera vez que lees sobre el uso de la palabra, no de ortografía o gramática (que también es importante), si no sobre lo que dices, lo significante.
     Hace un tiempo ya, que empecé (o más bien retomé) este camino de conocimiento alternativo, por decirlo así; que diera respuesta a mis inagotables preguntas,  buscando también un sendero más espiritual, y como el que busca encuentra, di con una serie de autores que me fueron llevando uno a otro. Creo, aunque ya no estoy muy segura, que fue  Louise H. Hay, a la que le leí por primera vez sobre los pensamientos y palabras que crean nuestra realidad. En ese entonces me pareció extraño, muy fácil de hecho,  pero me parecía lógico, así que decidí creerle.  Cambié ciertas perspectivas de mi ideología, hubo algunos pequeños cambios notorios en mi vida, a pesar de que mi constancia era errática, y que suspendí por un tiempo mi cercanía a los libros por circunstancias de la cotidianeidad.  En el retorno a esto, me di cuenta que por muy diferentes que fueran los motivos, el camino andado de cada autor, su idiosincrasia, su entrenamiento; todos coincidían con el poder de nuestra palabra, como elemento creador.
     Algunos libros como El Secreto, El poder de la Palabra, La  palabra es tu varita mágica, y muchos otros más, se basan en que es muy importante que digas decretos o frases para lograr lo que quieres. Las Iglesias por su parte, todo lo engloban en orar (hacer peticiones o decretos), aunque en ambos, la fuerza de la creencia o lo que llaman fe juega un papel protagónico, pero como no te explican cómo funciona, entonces puede ser que algunas cosas te resulten o lo logres a medias. Porque al final, terminas haciéndolo de una forma mecánica (otra vez de manera inconsciente).
      Cuando en las Cosmogonías o Biblias, nos cuenta que Dios dice, y al hacerlo crea el mundo, ya nos habla  mucho sobre este poder de la palabra, el Logos; pero como no vemos más allá de lo que nos enseñan, lo más probable es que al igual que yo, nunca  habías reparado en ello (ahora me parece tan lógico), que me preguntó cómo nunca se me ocurrió verlo así.  
     En un escrito anterior que hice sobre las Leyes Herméticas, explico brevemente la ley de la Vibración. El habla es vibración y nosotros también. Si a la palabra como la conocemos le quitáramos los significantes que tiene, sólo serían sonidos, por lo tanto vibraciones, lo que emitimos, cada que invocamos (poner en la boca) llama a algo, que después se densifica en nuestra realidad. Aquí, entra  en juego también la Ley de la Atracción (similar atrae lo similar). Acercamos o alejamos de nosotros cosas o personas o situaciones por la vibración que emitimos y como lo  que nosotros manejamos para comunicarnos es el lenguaje hablado, la palabra es un vehículo importante en este proceso de creación.   Si ponemos como un ejemplo, dos palabras que sean sinónimos tales como: alimentar y comer,  que suenan muy diferentes, aunque su significado sea para la mayoría de nosotros lo mismo. No tendrá  el mismo efecto para mí,   en caso de que ésta fuera la palabra que ocupara para pedir algo al respecto, si en mi vibración la que es compatible sea comer, y yo utilizo alimentar; no atraeré lo que quiero, o incluso lo puedo bloquear. Esto sin contar si realmente cuando decreté u ordené algo (donde ni cuenta me di cuando lo dije),  que efectivamente manifesté de forma correcta lo que tenía como idea en la mente.
      Cuando mandamos un mensaje de texto, que no está claro, o que se entendió de manera inadecuada, después podemos darnos cuenta de dónde estuvo mal escrito, porque lo podemos leer  nuevamente. Sin embargo al conversar de manera cotidiana, no reparamos en lo que dijimos textualmente, aunque lo hayamos dicho instantes antes, así que resultará casi imposible detectar algo, si no le pusimos atención (cosa que generalmente hacemos).
     En este punto, empiezan a tener más sentido, el porqué, hay cosas que se pasan como recetas, que a algunos les funciona y a otros no. Son como los chismes, de voz en voz se van corrigiendo, aumentando o degradando de acuerdo al sentir de cada emisor, hasta que termina en algo totalmente diferente al origen.
     Por otro lado,  no sé cómo lo descubrieron,  pero se supone que todos los días tenemos como 60 mil pensamientos navegando en nuestra cabeza, aunque a pesar de ser tantos,   día a día son los mismos; te podrás imaginar cuántas veces pides y piensas en algo, que crees que no pasará o que lo deseas así.  Pides por pedir, sólo hablas de terceras personas, de lo que no te gusta.  Aunque tú no te escuches, imagínate que hay un genio colgado en tu hombro, a la espera de tus órdenes, o lo que él va a tomar como una orden a seguir. ¿No crees que vale la pena, pensar antes de hablar?




domingo, 28 de junio de 2015

La muerte, esa temida amiga.

A pesar de que dicen que los mexicanos nos reímos de la muerte, me parece que  eso es “de dientes para afuera”, tal vez cuando se originaron las tradiciones podría ser, aunque aún persisten, desgastadas,  degeneradas o híbridas,  realmente solo se siguen por mero conductismo, han perdido totalmente la esencia y sentido por el que se hacían. La muerte es un ente al que,  más que respeto, nos han enseñado a temerle, bueno, en lo personal, no conozco a nadie que no le tenga su temorcillo.
     Cuando hablamos de muerte o mencionamos su nombre, sólo nos viene a la cabeza, el día que partiremos de este mundo.  Y desde este punto, quiero comenzar, el pensar en tener una muerte física, en general no lo queremos enfrentar, es aquí donde se origina ese miedo. Porque ya lo experimentamos al nacer, morimos del vientre de nuestra madre, para vivir en este mundo;  ésta experiencia traumática nos marca tanto, que le tememos. Pero hay otro punto, la muerte no existe, obviamente, para transitar en este mundo en el que vivimos, necesitamos encarnarnos en un cuerpo, éste sí es mortal, tiene una caducidad, pero nuestro ser es infinito.
       Si nos permitimos  ver esto de otra manera, si ampliamos un poco nuestro rango  de observación a este concepto,   nos daremos cuenta que nosotros constantemente vivimos muertes, cuando por ejemplo, pasamos de un grado a otro en la escuela, o dejamos algo para iniciar otro; cada etapa, cumple con ese ciclo: nace, crece, se reproduce o desarrolla   y muere, termina, finaliza; no se le puede llamar de otra manera. Además esto ocurre para evolucionar, para ir adelante; dejamos la niñez para ser adulto, nos salen dientes cuando necesitamos otro alimento que sólo la leche materna. Una etapa perece cuando su función ya es inútil o insuficiente, cuando necesita un reemplazo para evolucionar, todo tiene este fin.
       Al  acabar una relación también  (este punto quiero ampliarlo), no sólo es la amorosa, porque decimos relación y sólo pensamos en la de pareja, entra en esta categoría todo con lo que nos relacionamos, una mascota, la dueña de una tienda, un banco, un equipo, una transacción. Tenemos relaciones de unos minutos, de horas, de días, de años. Si lo ves con más detenimiento, dura lo que es necesario. Entre millones de personas con las que te puedes relacionar en el mundo, no es casualidad que te encuentres con algunas, todas ellas, tienen algo para ti o de ti para ellas, y por eso han coincidido en algún momento. Salvo que si no estamos atentos, nos perderemos de esa enseñanza o ese mensaje. Vendrá en otra oportunidad, cuando volvamos a estar listos para recibirla, puede ser que con la misma persona, pero no necesariamente. Lo que sí será pertinente, es repetir el número de veces que haga falta alguna circunstancia, para tomar lo que de ella necesitamos aprender, sólo entonces aparecerá nuestra amiga para abrazar eso.
      En nuestro cuerpo sucede lo  mismo, a diario,  cada instante, pero como no estamos acostumbrados a observar-nos, no lo percibimos. Todos los días para que nosotros nos mantengamos con vida, dentro de nuestro cuerpo ocurre la muerte de miles de células para crearse nuevas, de lo contrario estaríamos pudriéndonos día a día. El día y la noche, es otro ejemplo de este tipo de ciclos.
     Cuando la muerte aparece, lo sabemos, aunque no queramos enterarnos o aceptarlo. Cada que sentimos una experiencia de incomodidad, de no pertenecer, incluso como traer una carga, es que ella se está presentando, pero hay un anclaje o apego a seguir en la misma situación. Si nos sentimos así, es porque ya no es nuestro lugar, porque es algo que ya no necesitamos, para continuar nuestra evolución lo que se requiere es avanzar, pero como esto no es obligatorio, la circunstancia en cuestión se sigue manteniendo hasta que sola se pudre literalmente. Todo este proceso, nos trae sufrimiento, pero sólo porque lo vemos como una pérdida, cosa que no ocurre cuando nos queremos zafar de algo, ahí al contrario, estamos apurados por salir, por dejar. Si todo lo empezamos a ver como parte de una transición tanto, como si es agradable o nos desagrada, evitaríamos resistirnos a esto, lo que sea, o como sea y fluiríamos fácilmente. No estaríamos deteniendo algo indefinidamente sólo por placer o dolor. A sabiendas que siempre hay algo más, cuando “pierdes” algo, otro lo sustituye, es una ley natural, nada en este universo está demás o de sobra, tiende al equilibrio, constante y automáticamente;  cuando tú haces un espacio, éste se cubre sí o sí, inevitablemente. Lo mismo si no llega, es porque algo ocupa ese lugar, y no aparecerá hasta que esté vacío.

     Si adoptáramos con más alegría y facilidad, que nada es eterno, que todo está siempre bien, ese miedo pronto desaparecería, ella ya no sería un ser temido, sino hasta buscado, porque ¿A quién no le gusta saber que avanzó, que pasó el examen? Todo es tan sencillo, como empezar a ver las cosas de otra manera. Así tal vez entenderíamos un poco, porque nuestros ancestros la celebraban. Además, sabiendo que tenemos una eternidad por delante, podemos tomarnos el tiempo que queramos en aprender. 

lunes, 22 de junio de 2015

Un padre no es sólo un papá.

Ahora con las redes sociales, al Día del Padre se le nota un poco más que años atrás.  A diferencia de la  importancia exorbitante a la celebración que le corresponde a la Madre,   que  le da, la mercadotecnia, las escuelas,  el gremio restaurantero y demás. No es que critique o enaltezca a una de las dos, pienso que siempre es bueno tener algo que celebrar; sólo que saber qué y  para qué hacerlo,  ya que,  por mera conducta colectiva, no le veo mucho sentido.
     Precisamente la diferencia de importancia que  parece o me parece que se le da a uno y otro, es lo que me inquieta. Si uno no fuera tan importante como el otro, la naturaleza simplemente no necesitaría a los dos para crear vida, ninguno puede ser protagonista, ni se requiere de más porcentaje de uno que del otro. Sin embargo con la tendencia a alargar más el período de maternidad saludable, menospreciar la importancia de la figura paterna y fomentar el aumento de madres solteras como modelo ejemplar a seguir. Quienes terminan siendo los más afectados siempre son los hijos. Independientemente de la situación que se viva, el aumento de hijos huérfanos de padre, ya sea porque la madre no permite que ejerza su función por sobreprotección, celos, inmadurez, irresponsabilidad o intereses económicos (cuando los hijos son un cheque al portador), o por mera identificación con personajes ficticios de novelas con esa tendencia o porque de verdad no haya un padre. Cuando hay una separación, a pesar de ser más común ahora, los hijos siguen siendo en su mayoría carne de cañón, como garantía para lograr cosas o conductas de sus ex cónyuges, dejando en segundo o último plano el bienestar de los vástagos.  Yo no digo que no se le dé mérito a quien lo merezca, pero no a costa del demérito de otro, que para empezar me deja claro cierta mediocridad, como para brillar por sí mismo, como aquello que la luz se nota, entre más oscuridad haya.
     Para que un padre o una madre lo sean, debe de haber un hijo de por medio, obligado. Yo, como todos, sabemos que las leyes actuales deciden que un niño deja de serlo, al cumplir los 18 años, esté como esté (me refiero a madurez, responsabilidad y otras monerías que se pasan por alto), al menos es cuando el padre o la madre ya no serían legalmente necesarios. Aunque por experiencias ajenas, cercanas o lejanas o incluso propias,  esa madurez dependerá en muchísimo de lo que papá y/o mamá, o quien se haya hecho cargo,  le haya educado al niño en cuestión, como para ya tomar su título de adulto, con toda su independencia y responsabilidad.  En otros ayeres u otras culturas, sabemos que este desapego ocurría mucho más temprano, con mejores resultados.
     ¿A qué viene todo esto? A que unos hijos sanos, que el día de mañana serán la sociedad de este mundo, con tal sanidad como tengan éstos.  Si nos fijáramos un poco en el desarrollo de un humano, por simple lógica y observación. La necesidad de la madre, es muy importante mientras el niño no pueda comer, desplazarse y realizar sus necesidades básicas por sí mismo. Que esto se traduce más o menos en cuanto empiece a hablar, caminar y poder comer sin ayuda. Después de esto, necesita un padre que le lleve a la “selva” para empezar a defenderse, cortar con el mimo de la madre, darle soporte y seguridad en el mundo. Aquí es dónde nos estamos perdiendo. La protección se ha convertido en sobreprotección, por las características en las que se lleva ahora esto. Los modelos actuales de conducta a seguir.  La madre por “necesidades” de ésta nueva era,  tiene que trabajar,  si decidió tener un hijo, (aún cuando tomar una decisión implica una renuncia  entre dos entes ó circunstancias) no se puede dar el lujo de dejarlo, para hacerse cargo del bebé los tres primeros años, para  hacer el papel que le correspondería, se sustituye con las guarderías, niñeras o la abuela, si es que cuenta con ese privilegio. Dado que esto,  ella lo sabe, el sentimiento de culpabilidad aparece y se sustituye con una sobreprotección que merma en mucho el desarrollo del infante,  para entonces,  sólo le quedan tres años más al niño para conformar su estructura, su psiquis, que  lo marcará para toda su vida. Estos otros tres años son los del padre, para hacer su papel, si la sociedad y la madre lo permiten. Lo digo así porque gracias a los estímulos que nos gobiernan, como las modas,  mercadotecnia y demás, se ha tratado de “maternalizar” el papel del padre, que no lo veo del todo malo, siempre y cuando la función que le corresponda la cumpla. Porque no nos olvidemos que somos imitativos, aprendemos así, con modelos. Los roles con los que se eduquen son los que se repetirán, si el padre hace de madre, alguien tendrá que hacer ese otro papel, o la madre anula el rol de padre con eso de la paternidad con soltería, está simplemente educando al hijo a medias. Que se notará en la adultez de éste, cuando se enfrente a una toma de decisiones, a enfrentarse a cosas nuevas, a dejar situaciones que no le sirvan,  y cualquier otro detallito de las vicisitudes que pueden aparecer en la vida, siempre para su crecimiento, por supuesto.
     Un ser está completo cuando sus partes están integradas, en él, individualmente, que no tiene nada que ver con si los padres viven o no juntos, está más que comprobado que muchos hogares separados han dado mejores resultados que otros donde sólo la muerte los separe. Así que juntos o separados, me parece que cada quien tiene un papel, que no se debe anular ni sustituir por el otro, ya que ambos son muy necesarios que estén, los primeros años, después ya cada quien decidirá cómo funcionará como tal,  total, ya está demás.
    En fin, en este compartir de opinión, desde mi derecho como hija que fui en algún momento, como madre que soy para no cargar con obligaciones de por vida, que impedirían ejercer otros papeles, y porque al final de todo, de mis hijos me importa por su mucho su bienestar, independiente del mío o de mis miedos. Así que ni más ni menos mérito, honor a quien lo merece y tan tan. Muy feliz día del Padre.


lunes, 8 de junio de 2015

Si de votos se trata

Hoy ejercí mi derecho al voto como ciudadano responsable que cumple,  porque más bien se ha vuelto una  obligación, a  pesar de que había decidido días antes, no hacerlo físicamente. No   por las razones que creo que  se les pueden ocurrir, sino siendo congruente con lo que leo y luego comparto.

     Poniendo en práctica (cada vez que puedo o recuerdo) de  lo que he aprendido para ir integrando, para que no se quede sólo en teoría, que por muy bonito que se escuche, no sirve absolutamente de nada. Así que, aplicando un pensamiento cuántico, cualquier candidato que sea elegido será el mejor. Partiendo de la premisa que nada es error ni casualidad, quedará el que represente de manera más fidedigna el espejo de la colectividad del pueblo potosino, no será más ni menos de lo que nosotros merecemos de acuerdo a nuestro nivel de consciencia. Por eso me había quedado muy tranquila si no me presentaba a hacerlo.
    Al final decidí hacerlo, tampoco por las típicas razones de anular o ser un número menos de la abstención, sino  para sublimar mi decisión, participando activamente en el ritual hecho para eso, la votación en casilla. Como lo que iba a evitar era decidir por un candidato pensando que uno era mejor que otro, cosa que ya no creo, ni pienso apoyar desde ese punto de vista. Cuando estaba frente a mis boletas elegí el candidato que sentí que me identificaba mejor, que daba un mejor espejo de mí.  No lo pensé (para no escuchar a mi ego), ni mucho menos hacer uso de mis recuerdos sobre lo que había oído o visto en campaña, tampoco me dejé llevar por discursos, aunque ahora pongo mucha atención a las palabras que ocupan, siempre me ha gustado leer entre líneas, y ahora lo aplico todo el tiempo que puedo mantenerme consciente, para escuchar mejor el mensaje que estoy oyendo.Así  pues,   me dejé llevar por mi intuición o corazón como les parezca mejor que se diga. 
   En fin yo cumplí con mi granito de arena, la masa critica seguirá mandando, y espero constatar que su voto sea cada vez mas consciente, lo que se reflejará con los resultados, no de números sino con los hechos que ocurran a partir de eso.

viernes, 29 de mayo de 2015

Volvamos a ser niños.

“sólo los aquellos que sean como niños entrarán al reino de los cielos” Lucas 17,18.  Otra vez inicio con una frase bíblica, no quiere decir que de pronto me estoy volviendo religiosa, nada más lejos de la realidad (sin intención de ofender a nadie).   Pero es muy fácil ejemplificar algo, a partir de lo que la mayoría de las personas ya lo tienen por conocido. Claro que hay que empezar especificando que ésta frase y todas las que existen en la biblia, no se pueden tomar literales, porque todo el libro está lleno de metáforas, de analogías; desgraciadamente traducidas para intereses específicos restando,  que más bien diría distorsionando,  la enseñanza para las que se dijeron.
     Ser como un niño no es hacer niñerías ni bobadas, así que para clarificar bien esto que les quiero compartir, vamos enfocándonos  en las características que tiene un niño que a nosotros como un adulto maduro (que no es igual que un adulto a secas)  nos interesa. Los niños son espontáneos, francos, honestos e inocentes, todo lo toman a juego, y hace de ello el diario vivir. En sí estas cualidades son en las que nos vamos a centrar.
     Cuando vamos creciendo, perdemos la espontaneidad por la cantidad de reglas de educación, que nos limita al momento o el lugar o la persona “adecuada”; nadie en todo el mundo, tiene la facultad de señalar qué es correcto. Tiene regulaciones que oscilan de acuerdo al lugar o con quien estés, por lo tanto es inútil, por no decir ridículo que en algún momento hagamos o dejemos de hacer algo con esta premisa. Cuando dejamos de ser espontáneos, es no hacerle caso al corazón, él es un guía formidable para nosotros, cuando tenemos un fuerte deseo de decir, probar, hacer o lo contrario, no querer,  que incluso escapa a nuestro razonamiento, es porque,  como dice la canción “nos nace del corazón”; si por miedo, protocolo, o por el típico “que van a pensar de mi”,  no le hacemos caso, y esto se repite muy a menudo, llega un momento que perdemos conexión con nuestro corazón, muchas veces terminando en que no sabemos lo que queremos, pero realmente es otra cosa, nuestro corazón nos dicta algo y la mente considera otra cosa o lo reprueba. Incluso hay una gran creencia que hay que pensar muy bien las cosas, cuando lo hacemos así, nos regimos por lo que nos han hecho creer que es lo mejor, “lo mejor” de acuerdo a la perspectiva de quien decide, pero nunca lo que es mejor para uno es mejor para el otro, además, si lo razonamos bien, lo que ya te dictan, fueron reglas colectivas,  que muchas tienen miles de años, algunas las dejaron de usar por obsoletas, y de las que siguen vigentes, ¿Quién nos asegura que es la verdad absoluta?  Como cuando decían que la Tierra era plana, nuestros sentidos nos dicen eso, pero todos sabemos ahora que no es así.
     La sinceridad de un niño, que es hablar sin diplomacia de por medio, hasta que sus padres o quien se encargue de la crianza le convenza que es mejor mentir, para no molestar  a nadie con lo que a él le parece que ocurre, o lo que siente,  de la noche a la mañana, el pequeño empieza a desensibilizarse, para que su olfato, gusto, vista, tacto y oído, no perciban casi nada, por aquello que es mejor visto, más educado y por lo tanto, la persona que se espera que sea. Perdiendo el sentido de la franqueza, mintiendo casi patológicamente, hasta que se hace en piloto automático para mayor comodidad. Se va alejando tanto de sus sentidos que llega en momento en que se convierte en un desconocido para él mismo, sin  reconocer  siquiera que le molesta o gusta, porque es mejor atender las necesidades de terceros, hasta llegar a un total estado de incoherencia, éxito absoluto de su educación.  Total, eso es lo que hace la “gente buena”, hecha como “Dios manda” (con eso de que a Dios le cargan toda la sarta de tonterías) que nos ponen por único modelo aceptado a seguir. Todo lo que NO tenga una buena dosis de sacrificio y culpabilidad, es malo, por ende repudiado. Dando como conclusión que ser honesto no es bueno, ni siquiera con uno mismo, no vaya a ser que por escuchar tus pensamientos también estés siendo malo.
     La inocencia no es lo mismo que ignorancia,   mucha gente discrimina a los niños, como si fueran tontos, porque desconocen muchas cosas, eso, exactamente da esa inocencia, que cuando le cuentas algo o ve algo, sólo tomará literal lo que ve o escucha, no le pondrá sus propias interpretaciones, basadas en experiencias pasadas, por lo tanto, estará libre de juicios. Todavía repetimos mucho, que los seres inocentes no tienen consciencia de lo bueno o malo, si diseccionamos esto último, todo es bueno o todo es malo, de acuerdo a la conveniencia de algo o alguien. Nosotros como adultos, ya nos han enseñando bastante qué es lo que es “bueno” y su contrario, pero ¿según quién?, cuando nosotros vemos algo o nos pasa, determinamos rápidamente si es una cosa o la otra. De acuerdo a la clasificación nos sentiremos bien o mal, o tomaremos decisiones como consecuencia de. Esto nos mantiene en una oscilación entre la paz y la intranquilidad. Siendo esclavos eternos, de nuestros juicios, creyendo que son las circunstancias las que nos dictan nuestro estado de ánimo.
     Sin éstas características un niño, ya no es tal, será un adulto chiquito, aunque  queda una, muy importante, la del juego. Que todavía quedaba íntegra antes de los juegos intercolegiales y/o los videojuegos; el sentido del juego en un niño, era, lo voy a poner así, porque ya ha variado mucho, sobre todo con la intervención de las súper mamás (que hacen de todo, menos de mamá); un modo de experimentar, compartir, descubrir, participando con otros niños, sin mayor ambición que estar bien. Nada se tomaban en serio, por eso los niños discutían y a los tres minutos ya eran amigos otra vez, pero gracias a la modificación porque no voy a decir que es  evolución,  el juego se ha vuelto combate,  no me refiero a la temática de los videojuegos (que eso es otro tema), sino a la lucha de poder y territoriedad que los niños ahora presentan. Con una consigna: ganas o no vales o no existes.  Lo cual ya le da otro sentido a dicho acto. El jugar, ese momento de ocuparte en algo, donde no importaba como, cuando ni donde, sólo hacerlo, que mantiene a los niños alegres, despreocupados, sólo ocupados en la actividad que realizan y gozan, es lo que nos difiere como adultos. No porque se dediquen a jugar, sino que todo lo convierten en un juego.  Es muy, muy raro, como adulto contemporáneo,  hacer algo sin pensar en otra cosa, totalmente desconcentrado y desenfocado, todo es un “ya quiero terminar” porque mientras lo hago,  o estoy en un futuro, pensando hacer otra cosa que en ese momento no estoy haciendo,  o viajando al pasado, ya sea porque crea que es mejor o para encontrar excusas para sentirme frustrado o enojado, dejando el gozar las actividades diarias como “cosa de niños” o sólo para cuando estoy de vacaciones, aun que cuando eso llegue, no se tenga ni idea de qué o cómo hacer.

        Pues bien, esos pequeños grandes maestros, nos muestran una manera más sana de vivir, sin tantas necesidades, que si pudiéramos ir dejando una por una, llegaríamos a sólo las básicas, tendríamos mucho de todo y tiempo para disfrutarlo. 

jueves, 14 de mayo de 2015

Nuestros Espejos

Verás tu valía, a través de los ojos de tu hermano, y cada uno será liberado, cuando vea a su salvador en el lugar antes, pensó que había un agresor. UCDM

El espejo que es la vida.

Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro, palabras de Jesús. Aunque es un refrán que conocía  desde niña, creo que lo había entendido mal, o a medias, verán, yo entendía que no debía uno juzgar un error en alguien, porque nosotros podemos tener errores más grandes o peores. Bueno, ahora encontré con otra interpretación, que me parece más coherente, completa y es la justificación de este ensayo.
      Nosotros no vemos el mundo tal cual es, sino nuestra proyección en cada objeto en el que pongamos nuestra atención, haciendo una comparativa rápida entre algo que vemos y el archivo que tenemos guardado en nuestra memoria. Por ejemplo si alguien me parece buena persona, la compararé con mi archivo “buena gente”, en él estará guardado cada una de las características que le atribuyo a este campo, luego entonces la persona entrará (en mi mente) en un  análisis exhaustivo para ver si empata, si es así,  decidiré que sí, de lo contrario será lo opuesto.  Y las características no serán iguales a las que tiene mi vecino en ese mismo concepto, mucho menos si somos de diferente familia, ciudad, país, religión, etc. Esto es lo que llamamos un espejo, y ¿qué hace un espejo? Refleja la imagen de quien se pone enfrente de él (esto todo mundo lo sabe, eso creo). Bueno, lo que vemos en las personas es lo mismo, esa persona me sirve de pantalla para proyectar lo que yo tengo dentro.
     Espero haberme explicado bien, aquí viene entonces, lo de la paja y la viga, cualquier cosa que yo vea en otro, yo la tengo que tener dentro de los conceptos que manejo, o sea,  algo conocido para mi, ya sea porque es una característica mía o algo que yo juzgo como bueno o malo, que deseo o detesto, o sencillamente algo en lo que tengo que trabajar.  Es  muy ejemplificador al respecto, que cuando yo quiero comprar un cierto modelo de auto, lo empiezo a ver mucho, por todos lados, esto no es que todos nos pongamos de acuerdo en gustos y que todos están comprando el mismo auto,  es que antes había de esos modelos al lado mío, pero no les había prestado atención; si tengo miedo de enfermarme de algo, empiezo a enterarme de casos cada vez seguido; igual si mi atención es los robos, los premios, los accidentes, podemos enumerar miles de ejemplos. Por eso dice el poeta Rumi, “tú estás donde tu atención esté, tú eres tu atención”.
     Cuando logré entender, asimilar y aceptar, esto que acabo de mencionar, y que déjenme decirles que al principio, como que no entendía nada, después me parecía no sé, sin sentido, pero al prestar atención a una idea nueva de ver mi mundo,  comprendí muchas cosas de mi vida, presente, pasada y sobre todo el trabajo (por llamarlo así) que tenía,  para enfocar toda mi atención de ahora en adelante en todos los detalles que forma mi diario vivir,  descubrirme a través de mis espejos y empezar a corregir cosas (al menos las que no quiero que se repitan, para empezar).

     Antes de seguir escribiendo sobre este tema, debo decir, que esto  es para valientes, porque hay que tener mucho coraje y valentía para enfrentar a las cosas que precisamente le hemos dado la vuelta, dejando la responsabilidad en otro o en las circunstancias. Ya que,  siempre es más fácil y cómodo echar culpas para no tener que asumir nada,  seguir con los esquemas que siempre hemos vivido, pero así estamos a merced de todo lo demás (aparentemente) porque cedemos el poder que tenemos para crear nuestro mundo. Es como ir a la escuela,  quedarnos reprobados en un mismo grado toda la vida, porque alguna asignatura no pudimos pasar y  en lugar de encontrar la manera de buscar en qué estamos fallando,  le agarramos tirria, para seguir batallando, continuando en el mismo lugar, porque justificamos nuestro fracaso por algo ajeno a nosotros (desde este punto, es imposible hacer nada).

     Desde el entendido, que nosotros creamos nuestra realidad, todo lo que se presenta frente a nosotros, lo hemos pedido, consciente o inconscientemente, en algún momento, hasta allí, nos da por arrancarnos los pelos; sobre todo si hacemos un poco de memoria con ciertos personajes o situaciones en nuestra vida que han sido insufribles, y lo que le sigue. Lo que no se nos dijo, para estar prevenidos en todo esto,  es que todo son lecciones, si igual que las tablas de multiplicar, que hasta que las aprendes, podías avanzar; mientras eran horas y horas de repetir, memorizar hasta integrar. Bueno, esto de la vida, es lo mismo. Llegamos aquí con “n” cantidad de lecciones por aprender, y los maestros, son esas personas que nos ayudan a evolucionar, pero a veces o muchas, esa ayuda, no es como nos gusta, y creemos que es algo malo, lo rechazamos, le damos la vuelta o decidimos odiarlo de por vida.

     Tenemos varios espejos o maestros  (es lo mismo), ¿cómo podemos saber que es un espejo? Muy fácil, al verlo hay algo que nos molesta o nos encanta de él, ambas situaciones son un reflejo auténtico de nosotros. Cuando nos gusta, no sentimos bien, a veces él refleja algo que creemos que no tenemos, no sé, éxito tal vez, pero si lo vemos en él, es que nosotros lo tenemos pero nos cuesta verlo, para lo contrario; cuando nos pone mal sólo mirarlo, también es algo que tenemos, una situación que él hace y nosotros no nos atrevemos, o que hace y nosotros también, pero no lo percibimos. Hay dos espejos así, el directo, cuando la situación que vemos es la tal cual, o inverso, el otro polo, porque todo es dual, mucho o nada, pertenece a lo mismo.  Y todo esto es  para poder curarlo.

     Otro  espejo maravilloso y rápido es nuestro cuerpo, si empezamos a verlo de otra manera, por supuesto, él es un mensajero directo para decirte si algo no te gusta, si no estás de acuerdo, si te molesta, o si tú andas buscando una solución a algo. ¿Cómo lo hace? Por medio de síntomas, de lo que llamamos enfermedad, un golpe, un accidente, un malestar, etc. Nuestro cuerpo reafirma todas nuestras creencias, ideas y pensamientos que tengamos, sólo hay que hacer las preguntas correctas (cosa que tampoco hemos aprendido por cultura general) Tales como ¿de verdad quiero ir al lugar que voy? ¿Quiero hacer esto o lo otro? ¿Quiero estar con esta persona? Si no, probablemente pase algo, pierdas las llaves, pierdas el camión, o lo que sea con tal de llegar tarde o no llegar, y esto por poner un ejemplo muy simple. ¿Crees que suceden cosas al llegar a cierta edad? ¿Crees que hay cosas que se pueden o no hacer dependiendo de otras? ¿Crees que algo o alguien te pueden hacer daño? Estas son creencias, pero igual se reafirman, porque para ti con una verdad absoluta. Allí tienes la explicación de por qué no nos sucede a todos lo mismo, aunque comamos, vivamos o hagamos igual. La mente y sus interpretaciones hacen la diferencia. Nuestras creencias hacen que vivamos las mismas circunstancias hasta que las aprobemos, revísate un poco, ¿tus parejas o jefes o amigo(a) s se parecen, tienen las mismas características? ¿Vives situaciones cíclicas? Ya sabes cuándo te va ir bien y dónde te va ir mal, es porque entonces estas repitiendo la lección que no has aprendido. Tal vez tengas que atreverte a actuar de manera diferente, a escucharte para hacerte caso.
    

     Nuestros mejores maestros están  en nuestras relaciones, de pareja, trabajo, padres, hijos, etc. Con quien convivamos más, incluso nuestra mascota, casa, oficina, en fin, con todo lo que nos sintamos identificados. ¿Cómo sucede? Nuestro psiquismo impregna todo nuestro universo, estas bajo mucha presión, y en tu casa las cosas que funcionan bajo presión se descomponen, bueno, es eso. Tu inconsciente se comunica contigo para avisarte que vas en direcciones equivocadas, te manda avisos. Pero hay que prestarle atención, escuchar nuestra intuición, que no es más que eso. Ella nos cuida y sin lugar a dudas es la entidad que sólo busca lo mejor para nosotros, generalmente no hacemos caso, porque nuestra mente nos dice que es lo que sería mejor para uno, pero esta mente, está entrenada de acuerdo a experiencias, limitaciones, creencias, y muchas cosas más, que ni siquiera son nuestras, las venimos arrastrando generación tras generación, simplemente porque era como se tenía que hacer según la colectividad.
  
    Bueno, ya compartí algo más de lo que he estado experimentando, para invitarte a probar, la decisión siempre es tuya (asegúrate de que así sea). Muy importante recordar, si vemos enfrente algo nuestro, cuando juzgamos ese algo, ¿A quién estamos juzgando entonces? Por si no le atinaste, a nosotros mismos.


     

martes, 5 de mayo de 2015

La importancia de tu nombre.

Siempre me ha llamado la atención el significado de los nombres, me causa mucho pesar cuando escucho un nombre nuevo para mí, preguntarle al portador sobre su significado y que no lo sepa, mucho menos que  ni le interese (se respeta el interés de cada quien sobre lo que sea), lo mismo si es a una madre o padre por el que le  eligieron a su hijo.
       Esto me viene desde que era una niña,  no creas que sea algo muy nuevo, tal vez porque no me gustaba mi nombre, de hecho ahora lo acepto, pero no sé si me gusta realmente. Incluso me lo quería cambiar, pero como sólo contaba con doce escasos años, pues no tenía mucha potestad  para hacerlo y en casa, lo tomaron como otra de mis locuras, a las cuales nunca les han hecho caso.  ¿Qué por qué no me gusta? Lo tengo muy claro, primero, Norma, significa, quien pone reglas, o su otra definición, el femenino de Norman que es: hombre del norte, así como se lo están imaginando, no resonó para nada conmigo, no había conexión, y Haydée, salvo porque se escribe no de manera muy común, al menos en mi acta de nacimiento, me llamaba la atención un poco más, pero, si hay un pero, para qué repetían un nombre que ya lo hay en una familia, en mi caso a mi tía, yo sentía que no podía ser mío si era de otra persona, no sé si lo han visto, pero cuando llaman a alguien y contestan dos o tres es espeluznante al menos para mí, que incluso se soluciona patéticamente con el chico o el grande. Hay al respecto una anécdota de Pablo Picasso, que contrató a la empleado doméstica con el mismo nombre de su mujer, y le hacía mucha gracia, que cuando lo nombraba, iban las dos corriendo, sentía mucho poder sobre eso.
        El nombre es una etiqueta, ya habrán oído sobre los descubrimientos que hizo el japonés Masaru Emoto, de cómo etiquetando frascos con agua, dependiendo que adjetivo tuvieran,  tenían efectos sobre su morfología, que tomó en fotografías. Si nosotros somos un 75% de agua en nuestro cuerpo, y nuestro cuerpo es un envase, todo empieza a tener otro sentido.  El significado de los nombres, puede ser insignificante para muchas personas, creo yo, porque no le han prestado atención, pero ¿Qué tan determinante es un nombre en la vida de una persona? por ejemplo, los nombres de vírgenes o santos, hay una carga implícita en su nombre que pesa sobre su sexualidad; los nombres concepto, como soledad, dolores, purificación, etc.  ¿A qué destinan a la persona? Los nombres repetidos, ahora con la metagenealogía, sabemos que si te eligen el nombre de un ancestro tuyo, más vale que tenga una vida de estrella, porque si es de los estrellados ya sabrás como irán los tiros, en este caso es una especie de herencia, lo que heredas con los conflictos no resueltos, para que tú, en una época más adelantada los veas desde otro punto de vista y el conflicto desaparezca. Jodorowsky en su página Plano Creativo, explica con ejemplos los significados de nombres heredados.
       Tal vez, cuando estaba embarazada de mis hijos, no era inconsciente del todo, elegí cada uno de sus nombres varias veces, escuché como se oía con todo y sus apellidos, incluso cómo se veía escrito,  chequé su significado antes de decidirme por uno. De hecho todos inician con E, para mí esa letra la elegí, porque es la inicial de entusiasmo, éxito, emprendedor, empresario  y  elegante, hay muchos significados  más, pero éstas cualidades era en las que concentraba cuando pensaba en ellos antes de nacer.  Y hablo sobre mi consciencia por casualidad, porque después leí, que cada nombre es una vibración,  la madre al estar más en contacto con su hijo durante la gestación elige un nombre más armonioso para él. De hecho, la persona que elige el nombre tiene un poder sobre el bebé, así que es más conveniente que sea sólo su madre o padre los que determinen eso.
     En numerología, cada letra tiene un número, y al juntar todas las letras dan un único número que determina características en esa persona, aquí sí cuenta que tan  bien se escucha tu nombre completo, y es tan importante, que por eso, en el medio artístico, los cambian, para que suene o vibre en una nota mejor. Hay incluso anécdotas de gente famosa que antes de empoderarse de otro nombre,  su vida era desastrosa o fracasada.  Cada vez que tu nombre suene, emite la vibración que tiene, no es lo mismo si al decirse completo, haya espacios obligados porque el nombre no armoniza por completo, o se siente forzado, todo tiene que ver.
     Y para concluir, añado que en una conferencia de arte chamánico, donde explicaba la manera de recuperar tu poder, decía que nuestra varita mágica debería ser nuestro nombre, ninguna otra cosa, ya van cachando por qué me importa.
    


     

lunes, 4 de mayo de 2015

Llámate por teléfono.

Si, la frase es correcta, de pronto al leer de inicio, puede sonar muy extraño, pensar que está mal escrito, pero no. Es completamente correcto, lo escuché en un taller de los mucho que escucho en la web, como sugerencia para retomar el control tuyo, después de una jornada pesada, o simplemente porque es un mal día. Decidí recomendarlo porque todos los puntos y razones que objetó el ponente,  me parecieron bastante razonables y lógicas.  ¿Cuánto hace que no te hablas a ti mismo? ¿Cuánto hace que no te das tiempo para mirarte siquiera?
      Es increíble pero hay personas que jamás en la vida lo han hecho, en lo personal, no necesito llamarme por teléfono, porque cada que me encuentro sola, hablo conmigo misma, en primera porque me caigo muy bien, y me gusta escuchar mis ideas fuera de la cabeza, creo que tienen un poder diferente, salen de esa sopa revuelta de pensamientos para hacer una charla estructurada, además el llamarte por tu nombre, empodera. Recuerdo que más de una persona en la calle se me quedaba viendo raro, porque me escuchaba hablando sola (de hecho por eso me gustan mucho  esos espacios de soledad),  ahora ya no llama la atención eso, porque uno supone que si vemos  hablando alguien sólo en la calle, es porque probablemente esté en una conversación por el celular.
     El conferenciante recomienda para esta terapia, que la llamada conste de ciertos puntos, que no deben ser omitidos, porque no tendría ningún caso entonces, primero que se marque en tu  celular un numero que no exista,  él recomendaba el número de identidad, pero como en México, no tenemos eso, bueno, pongamos un número que quieras que no exista, no vaya a ser que alguien si te conteste. La llamada tiene que ser en voz alta e iniciando por decir tu nombre (lo que les comentaba) en ese momento recuperas tu propiedad de ti, valga el pleonasmo al que estoy acudiendo, porque tu nombre propio es muy importante, y en boca (invocar) de otra persona se apropia de ti. Te vas a preguntar después de saludarte como desees, siempre y cuando sea con calidez, -- ¿Cómo estás?-- Y te vas a responder muy honestamente (no tienes que fingir, ni quedar bien, porque eres tú), en seguida podrás tener unos cuantos minutos para quejarte, pero para que no te desbarranques en la quejadera, que no te lleva a ningún lado y te quita mucha energía, te vas a preguntar -- ¿Qué quieres? – rápidamente esto te lleva a un estado diferente, lo vas a sentir, porque muchas veces deseas o esperas que alguien lo pregunte, ahora tú lo harás para ti.  Esto además de rescatarte del punto de ebullición o cual sea en el  que estabas, resuelve algo, y no necesitas contestarte, dejas al aire si no tienes una respuesta, ya que en ese momento, estarás desahogado, relajado y si eres de las personas que no se permiten perder el control o la imagen, bueno, éste es el momento, y es muy liberador, casi orgásmico, ya lo verás y  te despides con un – te llamo luego --.

     Es una sugerencia  para esos  momentos difíciles, pero como receta de doctor, la dosis recomendada es que lo hagas después de cada 8 o 10 llamadas que tengas con otras personas, porque muchas veces en cada llamada te vas quedando un poco perdido, desorientado, desalentado o qué se yo,  luego entonces necesitas estar contigo de nuevo.   Esta aplicación se basa en lo que te pone mal, tiene la cura, principio homeopático, así que por medio de esta pequeña interacción contigo mismo, ubicarás que es lo que causa problema, y entonces podrás tener una idea clara de la solución. Cuando lo escuché, el consejo dado por el conferenciante, no pudo menos que atraerme, convencerme y por eso es que lo estoy compartiendo. Puede ser que todo el concepto en sí te choque, pero si en algún momento estás en una situación desesperante, insoportable, llámate, sé amable y comprensivo contigo, sólo por probar, no pasa nada y puede ser que te lleves una muy agradable sorpresa.

miércoles, 1 de abril de 2015

Por qué no se cumplen los sueños.

¿Cuándo fue la última vez que escribiste un deseo?  Quizá en tu última carta a Santa o los Reyes  ¿y se te cumplió? Muy probablemente sí, pero cuando dejaste la infancia, también ese privilegio se fue, aprendiste que esa magia no existía, era sólo una buena intención de tus padres, disfrazada de ilusión, que al crecer sin más ni más, se  desvanecía. También fue tu entrada al   “Mundo Real” o  más bien, la  salida de la magia en tu vida. Tristemente resignado, aceptaste que el crecimiento va acompañado de insatisfacciones, decepciones y conformismos, un mundo al que hay que adaptarse  (ser parte de un rebaño), donde todos cumplen con un papel previamente asignado, donde las circunstancias son ajenas a tu vida y que si corres con la suerte de nacer con estrella, ya la hiciste, sino, quedarás estrellado sin saber ni por qué. Bueno, déjame decirte, que cuando aceptaste que eso era “la verdad”, simplemente decidiste como iba a ser tu vida.
     Vivir con unos ratos más agradables que otros, parece normal, e incluso,  esperado que las cosas no salgan cómo quisieras, y que nada podías hacer al respecto. Pensando simplemente que es el destino que te tocó.  Dejaste de soñar,  o peor, creer  que soñar era sólo una quimera. Te arrebataron de un jalón y en despoblado todo. Pasaste de ser un ser creativo, imaginativo, investigador, curioso y qué se yo, para ser un robotito, hacer lo que se supone hacen todos los demás, de acuerdo al grupo donde te encuentres: similares por edad, trabajo, estudio, lugar donde vives, idioma que hablas, costumbres comunales, etc. Porque es, primeramente lo que se espera de ti, luego a entrar en esa lucha por “ganarte” la vida. Así entrecomillado, porque es bastante irónico, si tú ya estás vivo (bueno, si te escapaste de ser un zombie).
     Al entrar en esa vida de supervivencia, crees que los demás son enemigos, de los que hay que defenderse, y que por lo tanto, tú o quien lo quiera, debe de quitar del camino al otro, por lograr algo deseado, como si fuera un trofeo, pero lo peor, como si fuera uno para disputárselo muchos. No, nos parezca entonces, descabellado, que exista la envidia, la codicia, la mentira y demás sentimientos parecidos, si estamos en una guerra sin cuartel y eterna,  que además todo se vale, como lo reza el dicho.
     Bien, pero como la idea de estos escritos, no son para encontrar lamentaciones ni justificaciones, vamos a empezar a desmadejar este asunto. Primeramente, tú eres un ser único, no repetible, con una razón muy específica para llegar a este mundo, o ¿qué crees? ¿Qué viniste a crecer, casarte, tener hijos, hipotecas y tarjetas que pagar?, si eso fuera al menos pensable, no nos difiriéramos de los animales, viviríamos igual, sin complicaciones, siguiendo ciclos, tan fácil como eso.  Si tú, tienes especificaciones de fábrica únicas, estás hecho para hacer algo, que nadie más que tú lo puede hacer. Partiendo de esto, ¿necesitas estar apurado? ¿Competir con alguien por ello, y por ende estar a la defensiva por perderlo? No, lo pierdes únicamente cuando no eres tú. Cuando tratas de ser otro, ese otro que  te dijeron que tenías que ser. ¿Te has preguntado alguna vez, quién eres, qué eres? Probablemente sí, pero como también,  seguramente te dijeron que hablar solo era de locos, no lo seguiste haciendo, hay un miedo catastrófico por ser diferente, porque toda la borregada los señala, los critica, los juzga, porque todos están aterrados.
     En el momento que aceptaste ser un personaje, renunciaste a tu poder, te convertiste en un ser dependiente, necesitado, sobre todo de aprobación. Justo en ese momento dar un solo paso adelante sin preguntar, te empezó a parecer muy osado, hasta que olvidaste hacerlo. Todo ese poder se lo cediste a diferentes entes, que vas cambiando dependiendo de la situación o lugar en que te encuentres, en ratos tus padres, tu pareja, el gobierno, la crisis,  cada vez que te sientas víctima, tendrás un victimario, dueño del poder que le cediste, y lo tendrá el tiempo que tú decidas.  Luego entonces, empiezas a desear que tu vida se transforme, pero por obra y gracia de alguien o algo ajeno a ti, que implica en poco o mucho que no se cumpla, porque no hay nada fuera de ti que lo haga, y pensando de esa manera, hay una inseguridad grande de que se logre.
     Para que esto empiece a cambiar, por principio debes recuperar tu poder, que implica de entrada que te hagas responsable de ti. Si, como lo oyes, ya nada de lo que ocurre alrededor  de ti, será responsabilidad de nadie más que tuya. Esto implica que se acabaron los culpables, ya nada justificará por qué no llegas a un lugar; por qué después de compartir con alguna persona, te duele el estómago; por qué pierdes llaves, direcciones, carteras.  Todas las circunstancias que vives y has vivido, tú las has generado, para una función específica, que te hace evolucionar. Cada que te encuentres en situaciones, o con personas que te parecen desagradables o insufribles, pregúntate ¿Para qué, tú has pedido eso? ¿Qué hay en ese momento que no lo ves? Te darás cuenta que a veces aceptas cosas que no querías por ser educado, porque está bien visto hacerlo,  etc., pero que después de hace sentir incómodo o mal o incluso enfermo. Esto te llevará a un grado de consciencia, donde sabrás que es lo que realmente quieres.
    Tu varita mágica, por así decirlo, es tu voz, tu palabra. Vigila lo que hablas y cómo lo dices, porque las palabras no se las lleva el viento. Sobre todo cuando van acompañadas de sentimientos muy fuertes, experimentados en el momento que las digas. Si te empiezas a escuchar, la manera en la que hablas, las palabras que utilizas, empezarás a descubrir cómo,  tú pides cosas que no deseas, o de manera diferente a como las deseas, pregúntate seguido si de verdad, quieres lo que crees y para qué.
     Otra situación muy importante, que no puedes desear cosas o situaciones que impliquen a personas en particular, por ejemplo, si tú deseas una pareja, haz un mapa de lo que deseas en una pareja, pero no le pongas nombre y apellido, porque esa persona, tiene libertad, y esa libertad puede ser,  que no te quiera a ti; además el hecho de que tú, fijes tu energía en alguien para lograr algo, puede ser, que esa misma energía, bloquee tu deseo y no se pueda realizar. Otro ejemplo, sería como querer un trabajo en un lugar y puesto específico, puede ser que lo logres, pero a lo mejor eso no es lo mejor para ti, por lo tanto traerá consecuencias fatales. Evita pedir cosas para los demás, por muy buena intención que crees que tengas, nadie sabe lo que es mejor para nadie, y tú no eres la excepción. Todos estamos haciendo tareas específicas de crecimiento que nos llevan a vivir miles de circunstancias, y cuando alguien interfiere o quiere interferir, perjudica ese avance. Por eso es muy importante que revises tus deseos y tus intenciones antes de pedirlos.

     Este camino de responsabilidad y consciencia, no todo mundo quiere seguirlo, porque siempre es más fácil no hacerse cargo de uno mismo, y poder entonces echarle la culpa a alguien o algo. Aunque todos en varios momentos de la vida, tenemos esos llamados, se llaman crisis, de trabajo, de pareja, de vida, de carrera, etc. Que nos indican que no hemos andado el camino que queríamos, que necesitamos hacer un cambio, pero como en esta vida nada es obligado, solo tú, puedes decidir tomar o no el timón. 

miércoles, 11 de marzo de 2015

Las Leyes Universales

Cuando el oído es capaz de oír
Vienen los labios que han de llenarlos
Con la sabiduría
KYBALION

Existen leyes que nos rigen todo el tiempo, independientemente de si las conocemos o no, que más nos valdría saberlo. Éstas, gobiernan sobre todo cuerpo o ente en el universo, no se escapa nada, no se engaña, ni se puede llevar ventaja.  Conocerlas, entenderlas y aplicarlas nos llevaría a tener una vida más feliz, si las practicamos sin transgredirlas, nos sentiríamos cada vez mejor con nosotros mismos y con los demás,  ya que sabríamos cómo tomar el control de nuestros actos, responsabilizándonos de todo lo que nos ocurre, logrando así lo que queramos que nos suceda.
     En la antigüedad ya se conocía todo esta sabiduría, aunque siempre se ha guardado celosamente, basándose en uno de sus axiomas, de que no todo oído está listo para escuchar, por lo tanto no se debe desperdiciar en quien no lo entienda. Jesús lo decía en una de sus parábolas “no des perlas a los cerdos”. Toda esta enseñanza llamada hermética, por Hermes Trimegisto (el tres veces grande) conocido así por los griegos; en Egipto lo llamaron el dios Thoth; la India, Siria y otras más culturas también poseían y aplicaban estos conocimientos. Se daban en cierta élite, manteniéndose oculta, de allí que se tome el término hermético para señalar algo totalmente sellando, que nada pueda escapar. Este conocimiento Ocultista se  pasaba de forma oral, mucho de ello se perdió, entre superstición de credos y sectas,  pero algo se pudo resguardar en el Kybalión (el conocimiento divino, entregado al hombre) y la tabla esmeralda, ambos son tratados para aprender practicando, el conocimiento intelectual no es suficiente.
     Estas leyes son:
·         Ley de Mentalismo
·         Ley de Correspondencia
·         Ley de Vibración
·         Ley de Polaridad
·         Ley de Ritmo
·         Ley de Causa y efecto
·         Ley de Género

      El Mentalismo dice que todo es mente, todo se crea o nace a partir de un pensamiento, una idea. La mente crea la materia no al revés, así que todo lo que pensamos está creando algo en algún lugar, pensarás que es un poco peligroso, porque todos haríamos lo que nos venga en gana, pero esta ley está regida por las otras, así que aprenderemos con la práctica (o más bien nos daremos cuenta) que todo lo que enviamos fuera de nuestra mente o consciencia, se nos devolverá siempre multiplicado. Cuando apreciemos que esto es así, desde lo más mínimo e insignificante, aprenderemos a crear desde otro punto, armonizando con todo y todos, porque sabremos que eso es lo mejor. Nuestros deseos y por ende nuestra imaginación se irá puliendo para ser una mejor versión de nosotros mismos. Se acabarán las justificaciones de ceder nuestro poder a las circunstancias, a las personas, aceptando que sólo nosotros somos arquitectos de nuestro destino como lo decía Amado Nervo.

     La Ley de correspondencia,  esta ley manifiesta que somos  un fractal, quiere decir que todo es igual a todo, nuestro cuerpo es una réplica del universo, Hermes decía: “como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”. Todo lo que nosotros generemos hacia fuera de nosotros, lo que vemos a nuestro alrededor, nuestras circunstancias, son una réplica de cómo estamos por dentro. Todo lo que manifestamos en este plano material de consciencia, es un reflejo o se refleja en otros planos o dimensiones, entrelazándonos unos a otros. La apertura que tenemos hacia la información que nos llega, nos permite regresar más cantidad de información. Los modelos se repiten, en cualquier escala para que podamos comprenderlos.
     La Ley de Vibración, dice que todo es movimiento,  somos energía en movimiento (o es el estado natural en el que deberíamos estar), cuando empezamos a estancarnos a cerrarnos a nuevas ideas, nos quedamos atrapados. Todos nosotros mantenemos una vibración que depende de nuestro estado anímico, la cantidad de felicidad o miedo en la que estemos viviendo, resonará con todo lo que esté en la misma vibración, por lo tanto manifestaremos  a nuestro alrededor o nos manifestaremos de acuerdo a los similar a esa vibración, entre más felices nos mantengamos, que no quiere decir que nos estemos carcajeando todo el día, sino, en paz, en gozo, en tranquilidad, todo nuestro universo a la par de la vibración que emitamos atraerá las circunstancias que vivimos. Porque esta ley está supeditada a nuestros sentimientos, atraemos de acuerdo a como nos sentimos, no a lo que hablamos o pensamos, a menos que todo esté en concordancia.
     La Ley de la Polaridad, nos dice que todo es bipolar, aprendemos en este mundo a través de opuestos, no podríamos conocer la luz, sin la oscuridad; todo tiene su opuesto, que realmente es su complementario, juntos hacen una unidad. Éste es el secreto de esta ley, todo tiende a un equilibrio, como todas estas leyes están dependiendo unas de las otras, mientras más queramos eliminar un polo, más atraeremos el contrario. El bien y el mal, también son complementarios, aprendemos trasgrediendo las leyes, el sistema en este planeta está montado para que suframos cuando transgredimos la leyes, necesitamos vivirlas y comprenderlas para transmutarlas.
     La Ley del Ritmo, todo tiene un vaivén, nuestra respiración y exhalación es un ejemplo de ritmo, otro es el día y la noche, las estaciones del año. Saber  sobre esta ley, también te da tranquilidad, ya que en cualquier situación que te encuentres, sabrás que no es eterna, hoy puedes estar triste, pero mañana o más tarde, estarás feliz, por lo tanto ya no te importará mucho o no te preocuparás demás.  Podemos tomarlo como herramienta, monitoreando como son nuestros ciclos, su comportamiento. Aceptar los procesos de cambio que hay a nuestro alrededor para fluir con ello, permanecer en movimiento; el estancamiento nos perjudica, porque es antinatural, por eso el agua estancada se pudre, lo podemos ver muy claramente, los músculos sin ejercitarse se atrofian, todo necesita uso, está lo que se necesita, sin sobrantes, ya que nos llevarían a limitar nuestro ritmo.  Nada permanece en la misma cresta todo el tiempo, conforme vamos evolucionando y entendiendo esto, las crestas negativas son menos intensas, permanecemos más en un estado de paz.
     La Lay de Causa y Efecto,  más conocido por nosotros como karma, pues es esto, ni más ni menos. Todo regresa a la acción original, no se trata de un castigo, sino de una consecuencia. Como estoy en el interior,  se manifestará hacia afuera inevitablemente.  En el momento que me hago consciente de esto, tomo el poder de crear mi  entorno, cambiando mi interior, para que se proyecte  de otra manera, aceptando y transmutando. Todo es un espejo de cómo reflejo en todo lo demás lo que soy, poco a poco, viendo todos estos espejos, me puedo ir reconociendo, y por ende identificando, para encontrar mi verdadero poder. El universo tiene un orden geométrico, cuando algo se modifica en ese orden, se vuelve a construir con la misma energía que fue movido sin excepción. Es aquí, donde las intenciones de nuestros actos importan, protagonizan la acción, el sentimiento que haya motivado mi acción, es el que generará la acción que venga de regreso.
     La ley de Generación, para que esta ley se manifieste, debe de existir siempre dos energías, el yin y yang, lo masculino y femenino, uno proyecta la información, el otro la recoge, la moldea, trasmuta y  la regresa al emisor. Es un círculo, el  amor es un sistema diseñado para con la cooperación entre dos polos llegar a un equilibrio y ser co-creadores. Lo masculino es la  dirección y lo femenino es la materia, que el universo necesita para generar todo. Nada puede existir si no se tienen estos dos polos, que no estoy hablando de hombre y mujer, aunque ese es un ejemplo de esto, simplemente para crear cualquier cosa se necesitará ambas, o no habrá nada.
     En fin todo está en equilibrio o tiende a él, podemos empezar a observar más a detalle nuestra vida, nuestro entorno para poder comprenderlo, y poco a poco poder modificarlo, más a nuestro favor y de nuestro planeta.