lunes, 7 de diciembre de 2015
viernes, 27 de noviembre de 2015
domingo, 15 de noviembre de 2015
sábado, 7 de noviembre de 2015
¿Por qué no me valoro?
Después del autoestima, te voy a hablar de valoración, tú valoración, porque a como yo lo veo o lo entiendo, no te sirve de mucho sólo saber de ella, porque es como ponerte a caminar en vueltas sobre algo que no te lleva a ningún lado, Y si lo dejamos así, haría exactamente lo mismo que exponía en el escrito anterior, de nada sirve un conocimiento sino tiene aplicación. También agregué la culpabilidad, porque aunque no se conocen como antónimos, más o menos funcionan así, ya te lo explicaré.
¿De dónde nos viene esto?
Primero, lo primero: hasta ahora, ¿Cómo te valoras? _ Si empezaste mentalmente a hacer una lista de los atributos que dicen que tienes, vamos mal. Porque esa es la valoración de otros con respecto a ti, no la tuya. Y no te culpo, realmente te entiendo, como lo dije en el ensayo anterior, estamos "adiestrados" para eso, como las mascotas, si hiciste algo bien te dan un premio, si por el contrario, no salió como esperaban, te hiciste merecedor de un castigo. Así fuiste creciendo, cuando entendiste la mecánica, buscaste en automático el resultado que querías (¿o querían?). Si te fijaste, recalqué en negritas que el verbo está conjugado en segunda persona plural, o sea, valoración sobre la referencia de otro(s). Tampoco podemos culpar a nadie de este modo de hacerlo, que es el que hace todo el mundo (bueno, al menos el que nosotros conocemos). Pero si te interesa salir de esa esclavitud de reconocimiento externo y pasar a tuyo propio, espero ya estar en el punto de que me lo entiendas.
Las Etiquetas
Dentro de esta forma de valorar o catalogar se requieren de etiquetas, rápidamente, piensa en un círculo donde te muevas, familia, trabajo, escuela, etc. Encontrarás el serio, el inteligente, el simpático, el servicial, el malo, el desordenado, y un sin fin de etiquetas más, las puse todas en masculino, pero se aplican al otro género por igual. Si te das cuenta, tomando por ejemplo una; el serio, él o la susodicha en cuestión, se comportará si o si, de la manera que la etiqueta lo indique, como si fuera su única opción. Primero puedo haber sido motivado con órdenes positivas en casa, alentando y aplaudiendo ese comportamiento, para reforzarlo. Después, si el incauto, se empezó a identificar con su catalogación, tanto porque le era fácil hacer el mismo papel, o era la manera en la que conseguía algo, la expandió, ya no sólo decidió ser el serio de su casa, sino también de su escuela, grupo de amigos, trabajo, etc. . Hasta que el molde le quedara tan ajustado que no le permitía tomar otra forma.En algunos casos que ese corsé llega a ser tan incómodo o pesado traerlo, puede tener una válvula de escape con el envés de su papel, pero sus allegados, seres "queridos", se preocuparán y rápidamente lo tacharán de bipolar, por lo tanto de enfermo, que podemos traducir de no autorizado.
Una etiqueta tiene mucho peso, y si no, sólo recuerda ¿Cuántas veces tomaste una decisión sobre alguien o algo, sólo porque te basaste en los dichos de otras personas sobre ellos? porque es como un virus, se contagia. ¿Cómo te refieres a los demás? Haz mentalmente tus clasificaciones, y cómo responden ellos para contigo de acuerdo a esa percepción. Si criticas o te quejas del personal de las oficinas a las que acudes, ¿Cómo te va con eso cuando tienes que ir? ¿Coincide el resultado con tus pre-juicios sobre ello(s)? Estoy segura que siempre tienes razón a lo que opinas, porque ese el truco, siempre vas a tener la razón sobre lo que crees. Va a funcionar así para ti, tanto si es positivo como negativo lo que opinas de lo(s) demás. Si no lo has tenido claro aún, piensa en esa persona que es "tan buena" contigo, ¿Está dentro de tus clasificaciones positivas? Y los que supuestamente te tratan mal, ¿Cómo están catalogados dentro de tu escala? Imagino tus respuestas. Esto se llama "La profecía autocumplida" frase del psicólogo Robert K. Merton, dónde explica por qué una definición "falsa" se convierta en verdadera, Sucede así porque tú te vas a comportar con respecto a el sujeto definido de una manera que el conteste en automático a tu comportamiento cotidianamente.
Otra cosa que sucede con las etiquetas, es que te limitan mucho en la vida, porque si te vas a apegar a ellas, no puedes o no sabes o no quieres comportarte de manera distinta. Si las tomamos como herramientas, y una equivale a un martillo por ejemplo, cuando te encuentres con situaciones donde requieras usar un martillo, te irá muy bien, pero qué pasa si lo que necesitabas era una pinza o un destornillador, no te va a ser útil. Regresando al serio, él funcionará perfecto en ciertos lugares, pero en una fiesta donde quiera conocer a alguien, fracasará por completo.
Ahora bien, ¿De dónde te viene esa etiqueta? para seguir con el punto inicial. No es más que la valoración que te han puesto los otros. ¿Dónde está la tuya? probablemente te des cuenta que no has tratado nunca de experimentar más allá de lo que te han dicho que hagas. ¿cómo puedes tú saber si un traje te gusta o sienta más que el uniforme que te han elegido y que vistes todos los días?.
Valórate
Si algo ya llamó tu atención respecto a lo que he estado hablando, el paso siguiente es, si me quiero empezar a valorar ¿Qué hago? Esto es lo más fácil o lo más difícil, dependiendo de ti. Porque dado que no somos iguales, lo que para una persona puede tener valor, para otra no vale nada. Más sin embargo, puedes empezar con invertir un poco los papeles con respecto a los demás respecto a ti. Todas esas cosas que haces para los demás ¿Las haces para ti? Si inviertes tiempo o dinero en otros, ¿está a la par del que destinas únicamente para ti? Si contestaste que no, sigues dependiendo de la valoración externa, lo haces para que te valoren. ¿Qué pasaría si tu comportamiento o decisiones no dependieran de lo que opinen los demás, incluso si no van a estar para nada de acuerdo? ¿Te atreverías a hacerlo si "perdieras" lo que consigues por complacerlos? Tal vez es complicado nadar, cuando ni siquiera te has zambullido nunca en el río, o empezar a a caminar si todavía no te paras del suelo. Pero poco a poco se empieza a ganar confianza para hacerlo y esa por inercia te llevará más lejos. Sólo requiere de que te decidas a hacerlo.
La culpabilidad
Te has dado cuenta que hay cosas que has intentado hacer, o hecho, pero no las disfrutas porque crees que le haces daño a alguien más. A no ser que eso, sea que estés golpeando, matando, robando, o maltratando a ese alguien, de ninguna manera le estás dañando. No porque te vayas al cine y elegiste por primera vez la película que deseabas y no cediste ese privilegio al que te acompaña, sea la causa de tu malestar. Eso sólo se llama CULPABILIDAD, este gran invento no fue hecho con otro fin de molestarte, para joderte la vida (ten siempre en cuenta eso). La culpa aparece porque te sientes en deuda todo el tiempo, nadie que la sienta se puede valorar ni un gramo.
Si eres de los que creen que un gracias, no es suficiente, estás en el grupo de los culpables. Partiendo de que ese agradecimiento, fue por algo que alguien te dio por gusto, no porque lo obligaste. Claro que si ese alguien lo hizo para conseguir algo que no te aclaró antes, es problema de él o ella y no tuyo. Como ves, todo es muy fácil y relativo.
Regresamos al valor que pones , si tu crees que lo que das o haces por los demás no es suficiente por lo que recibes, es porque le das poco o ningún valor a lo tuyo. El tiempo, el dinero, la compañía, etc, que tú compartes con ellos sólo tendrá el valor que le des y que le dé el destinatario, no hay una tabla en el mundo entero que diga cuanto vale un abrazo tuyo o de cualquiera o una hora de tu tiempo, igualmente del de otro. Si tu decides que lo que das está por debajo de lo que te recibes, siempre te sentirás en deuda hagas lo que hagas. Pero ese valor lo has elegido tú, o has elegido a las personas que exigen de ti más de lo que le puedes dar. El caso es que, es tu elección exclusivamente. Así que regresando al punto anterior, está fácil valorarte, sólo tienes que empezar a subir los bonos de lo que haces o das, por un lado. Por otro, te has preguntado ¿para qué estás o buscas personas que te desvalorizan? ¿O mejor aún por qué crees que no te valoran? Ahora no te dejo una conclusión a propósito, con la idea de que la consigas tú, sólo espero que mis preguntas te ayuden un poco a encontrar lo que andas buscando.
sábado, 17 de octubre de 2015
El Autoestima
El autoestima como su mismo nombre lo dice es el valor o estima que te tengas, así que aparentemente dependerá únicamente de la calificación que le asignes de acuerdo a la escala que, tú también pongas. Y bueno, hasta aquí, parece que es una situación sencilla de resolver, sólo requiere que la persona sepa que lo adolece y se dedique a quererse, valorarse y ya está. Ese es el meollo del asunto, ¿cómo sabes tú, qué tan sana está tu autoestima? Tomando en cuenta que no es una materia que nos enseñen en la escuela, no entra entre la valoración de un certificado médico promedio, no hay una báscula o termómetro o aparato que te avise en qué nivel vas, y lo más importante creo yo, la sobre-valoración del otro (cualquiera que tengas enfrente, atrás o al lado) según nos dicta las reglas de urbanidad, "cede tu asiento", "dale el paso", "comparte tu pan con el hambriento" etc. que de estos más, hay bastantes.
No estoy sugiriendo que ahora hay que ser descortés o maleducado, simplemente puntualizar, que cuando vas a valorar más importante, las necesidades del que tienes enfrente que las tuyas mismas, pues es un dilema, porque entonces tú quedas de segunda. Una vez, de cuando en cuando, no le veo nada malo, pero cuando empiezas a tomarlo como estilo de vida, para este asunto, empieza a ser un obstáculo. Esto por un personaje que te colgaron cerca del oído (quesque la conciencia), que nunca se calla, te amargará la vida, sin duda alguna, si no fuiste "generoso" y "bueno", como se esperaba , que es siempre, no te dicen un determinado número de eventos para ganarte esa bondad, si es uno de dos o cada diez, da lo mismo, así lo hayas decidido, una de cada cien, ponerte a ti de primero, con esa es suficiente para sentir la culpa del tamaño de las cien juntas, porque es muy egoísta esa actitud, adjetivo que no es deseable tenerlo en una descripción propia.
También nos han enseñado (creo que esto ya suena a muletilla) aunque de un modo tácito, que somos sujetos a valoración desde que nacemos, y siempre por alguien ajeno a nosotros, primero nuestros padres, maestros, doctores, amigos, etc. Nos dicen cómo estamos, lo que sabemos, tenemos, por ende, lo que valemos de acuerdo a su referencia; al ser una autoridad o porque tienen nuestra estima o deseamos la de ellos, cualquier escala en qué nos pongan la aceptaremos sin dudar. Puede ser que ésta nos favorezca, o incluso nos sobre-valore, como todo lo contrario. Si esto sucede desde siempre, además lo vivimos a diario, lo podemos tomar como lo normal, empañando nuestra propia valoración.
Cuando empezamos a relacionarnos más allá de nuestro clan y queremos formar parte de otro, como el de los compañeros de la escuela o el trabajo. Inicia entonces un juego de deshacer la personalidad de uno, con tal de quedar bien con ellos para ser aceptados, compaginar nuestras opiniones y pasar a ser un clon más del líder del grupo. Donde seguimos el mismo patrón con el que domesticamos las mascotas: premios y castigos, desde los más sutiles a los más grotescos. Y vamos "adaptándonos" perfectamente hasta ser parte de esta sociedad, sin que se destaque mucho.
Parándome en este punto, ¿Dónde esta el estima propio?, si es que siguiendo por este camino, supe donde exactamente lo dejé. No creo que podamos tener uno sano, por no decir otra cosa más complicada, si no aprendemos a ser AUTO-REFERENTES, lo puse así con mayúscula, porque creo que es muy importante. Mientras la referencia o modelo a seguir, sea alguno en particular, sólo aspiraremos a ser una mala copia, un clon frustrado y o discriminado por no ser el original, o algo así. Vuelve a ser complicado, porque si miras a tu alrededor, encontrarás el modelo (por ser el aceptado por los demás) de mujer u hombre, de padre, de hijo, de familia, de hermano, ya están todos elegidos; como si fueras hecho en serie, no hay que pensar mucho para deducir esto, lo que sobresale de este patrón, esta tomado como una anormalidad, rechazada en automático, sólo hay dos cosas por las que puedas destacarte, en esta sociedad, por dinero y por ser "bueno", para este último te determinan ciertos ejemplos de personajes (que no voy a decir, pero que seguro sabes de más de uno) donde sólo conoces de su vida, actos de bondad, cualquier otro rasgo de su personalidad, es eliminado, no vaya a ser que se te ocurra salirte del camino y tomes como referencia otra cosa y no la que te dictan.
Entonces, el autoestima, es como el unicornio, hermoso, deseable, pero sólo imaginario, de este modo, por su puesto. Cuando ya no intentes tener el reconocimiento, de nadie, o sea, que ya no te interese demostrarle a nadie, qué o cuánto tienes, sabes o haces; que ya no esperes una palmadita en la espalda o el aplauso (no digo la estrellita en la frente porque suena muy pueril), pero es eso, esperar todo el tiempo a que te califiquen, que todo y todos tengan siempre autoridad sobre ti; pues nada, el autoestima no subirá por más frases bonitas que repitas, conferencias a las que vayas, o cualquier otra cosa que se haga para lograrlo. Hasta que decidas a sólo pedir tu opinión (que viene siendo un permiso en realidad) para valorarte, tal y como eres o como quieres ser, sin más referencia que la tuya.
Cuando empezamos a relacionarnos más allá de nuestro clan y queremos formar parte de otro, como el de los compañeros de la escuela o el trabajo. Inicia entonces un juego de deshacer la personalidad de uno, con tal de quedar bien con ellos para ser aceptados, compaginar nuestras opiniones y pasar a ser un clon más del líder del grupo. Donde seguimos el mismo patrón con el que domesticamos las mascotas: premios y castigos, desde los más sutiles a los más grotescos. Y vamos "adaptándonos" perfectamente hasta ser parte de esta sociedad, sin que se destaque mucho.
Parándome en este punto, ¿Dónde esta el estima propio?, si es que siguiendo por este camino, supe donde exactamente lo dejé. No creo que podamos tener uno sano, por no decir otra cosa más complicada, si no aprendemos a ser AUTO-REFERENTES, lo puse así con mayúscula, porque creo que es muy importante. Mientras la referencia o modelo a seguir, sea alguno en particular, sólo aspiraremos a ser una mala copia, un clon frustrado y o discriminado por no ser el original, o algo así. Vuelve a ser complicado, porque si miras a tu alrededor, encontrarás el modelo (por ser el aceptado por los demás) de mujer u hombre, de padre, de hijo, de familia, de hermano, ya están todos elegidos; como si fueras hecho en serie, no hay que pensar mucho para deducir esto, lo que sobresale de este patrón, esta tomado como una anormalidad, rechazada en automático, sólo hay dos cosas por las que puedas destacarte, en esta sociedad, por dinero y por ser "bueno", para este último te determinan ciertos ejemplos de personajes (que no voy a decir, pero que seguro sabes de más de uno) donde sólo conoces de su vida, actos de bondad, cualquier otro rasgo de su personalidad, es eliminado, no vaya a ser que se te ocurra salirte del camino y tomes como referencia otra cosa y no la que te dictan.
Entonces, el autoestima, es como el unicornio, hermoso, deseable, pero sólo imaginario, de este modo, por su puesto. Cuando ya no intentes tener el reconocimiento, de nadie, o sea, que ya no te interese demostrarle a nadie, qué o cuánto tienes, sabes o haces; que ya no esperes una palmadita en la espalda o el aplauso (no digo la estrellita en la frente porque suena muy pueril), pero es eso, esperar todo el tiempo a que te califiquen, que todo y todos tengan siempre autoridad sobre ti; pues nada, el autoestima no subirá por más frases bonitas que repitas, conferencias a las que vayas, o cualquier otra cosa que se haga para lograrlo. Hasta que decidas a sólo pedir tu opinión (que viene siendo un permiso en realidad) para valorarte, tal y como eres o como quieres ser, sin más referencia que la tuya.
jueves, 17 de septiembre de 2015
Enamorarse y amar no es lo mismo.
Cuando nos enamoramos
De acuerdo a nuestros conceptos
del amor, y digo nuestros, porque casi todos tenemos una misma concepción al
respecto, y si no, hablo de esa; esa que la mayoría conoce. Donde demanda ciertos requisitos para conformarlo,
tales como: sacrificio, servicio, renuncia, entrega, des-individualización y un
montón más de “cualidades” que se despiertan en ese instante mágico, en que
según las hormonas o la química corporal, sucede; que además no pasa con todas las personas,
sólo con la indicada. Que aparece en cualquier momento y lugar, la mayoría de
las veces inesperado. Tiene fecha de caducidad, aunque en esto, no se
han puesto de acuerdo con la duración,
que va de meses a lo mucho 2 o 3 años. Contraponiéndose a la idealización del amor (éste mismo
concepto bajo la educación impartida) que es el matrimonio para toda la vida,
porque la sociedad así lo necesita y determina, por muchos renegados que no
estén de acuerdo o vicisitudes que lo atraviesen.
Bueno, esto no es más que el enamoramiento
vil y crudo, donde la ciencia se ha encargado de explicar que hormonas intervienen y como
hacen, para que de verdad creas todo esto; una vez convencido, no te queda más
que estar a la expectativa, porque además es algo que ningún humano se salva de
experimentar o lo deseé así, aunque sea en lo más oculto de su ser. Cuando
ocurre o crees que ocurre, simplemente por comparación de conceptos reconocidos
(los que desde niño te instruyen, por
todos los medios posibles) pero claro,
también con un gran miedo, porque ya sabes de antemano que eso no es para
siempre, que se acaba, que invariablemente de las circunstancias con que
aparezca, o lo que tú hagas, está
destinado a morir. Lo que como resultado tiene, es que el matrimonio o las
relaciones largas son sinónimos de utopías, imposibles de lograr (dentro de esa
idealización); por supuesto, nada sobra ni aparece de aquellos despilfarros
hormonales que nos motivaban a estar juntos, ilusionarnos en un futuro lleno de
planes ideales. Lo que queda es un
vínculo pesado, aborrecido, que sólo se sostiene por vástagos en común,
intereses económicos, chantajes sociales o familiares, únicamente para valientes o cobardes que lo mantengan en
estas condiciones tan desfavorables y tan obligatorias según pugna la mayoría
(porque de ello, lo que sobran son
chistes al respecto).
Lo más triste de todo lo que has aprendido o
te han enseñado, que por ende lo das
como verdad absoluta e irrefutable, es de tu participación en ello, nada
puedes hacer al respecto, pues depende de tu suerte, de la cual no eres un
más que un monigote o como en la lotería, donde el afortunado sólo es
uno, que cuenta con la gracia del que mueve los hilos arriba, por razones
desconocidas, independientemente de que lleves un record de buenas obras en tu
haber o todo lo contrario.
Fuera de lo que nos convencen o nos hacen
imaginarnos tantas historias de amor, rosas o negras, ese enamoramiento se da como consecuencia de tu
psiquismo. Todo tu psiquismo o podemos llamar el software instalado en tu CPU,
se conforma en los primeros años de vida, son las herramientas que tienes para enfrentarte a ella, algunas vienen con
fallas de fábrica, defectos con los que se declaran incompetentes ante ciertos
problemas. Que se solucionarán cuando
cambies el programa, cuando lo actualices.
Así que tu biología, te hace
ciertas jugadas en complicidad con tu software. Una vez que empieza a correr el
programa, éste, descubre similitudes en
el otro que te complementan, para lograr un fin específico: resolución de
conflictos. Pues resulta que vamos por la vida tratando de solucionar traumas,
todo lo que se convirtió en un drama para nosotros, que tuvimos con nuestros progenitores,
hermanos o los que fungieron como tal o en ausencia de o los que heredamos en
el transgeracional o el proyecto sentido.
Cuando encontramos una persona que nos
atrae, ésta es la proyección más fidedigna con uno de esos seres queridos que encontramos por el momento;
eso que se llama “flechazo”, donde quedamos enganchados de una manera
inexplicable, contundente, que nos roba la razón. Es que detectamos en él o la susodicha
inconscientemente (por supuesto), un rasgo que nos ancla, por reconocimiento de
ello en el otro; que puede ser una mirada, un olor, un ademán, un tono de voz, que
me recordará a mi padre o mi madre o mi hermano(a), en primera instancia;
idealizado (lo que me hubiera gustado de esa relación original) aunque no nos
damos cuenta que es así, hasta después de que termina esa ensoñación, y nos
cachamos diciendo frases como; eres igualita a …, porque ya se armó para
entonces el conflicto original y que como al no percibirlo, no lo solucionamos,
sigue haciéndonos ruido, terminando por romper la relación; eso que nos unió,
ahora nos choca, nos fastidia.
Si por cuestiones de empatía y programas,
eres correspondido (puede ser que no), se habrá creado un vínculo bilateral
perfecto; donde tu papel en la historia será de acuerdo a tus huellas
infantiles, tales como abandono, traición, humillación, rechazo o injusticia,
donde puede ser una o varias combinadas y estará en proporción directa con el complementario;
uno hará de traicionado y el otro de traidor, uno abandona y otro es
abandonado, etc. Siempre en pares, no puede ser de otra manera, como piezas de
un rompecabezas que encajan perfectamente en los bordes, uno del otro. Escenificando la misma
historia, cuantas veces sea necesaria para que la reconozcamos hasta que le des
solución.
Por fin el amor.
Pero no todo es tan malo como nos contaron.
Ahora vayamos a desmenuzar qué es el
amor. Habrás oído por allí que es una decisión, por lo tanto no es algo que
tengas que buscar y encontrar cuando tengas suerte, todo el tiempo está a tu
alcance, a que lo tomes en serio. Requiere
de responsabilidad, atención, respeto, y eso sí, lo podemos manejar nosotros, lo cual nos va dando una ventaja entre este
panorama tan desalentador. El amor a diferencia del enamoramiento, es algo que
necesita de nuestra participación más o menos consciente, porque no es un
sentimiento, es una acción, una energía; opuesto a lo que nos han hecho creer, es lo que hace que valoremos una cosa o
persona y le pongamos nuestra atención para que crezca, para hacerla brillar, es una energía que
expande lo que es tocado por ella. Lo cual implica que hay una intención de por
medio, no es automática, sólo puedes
amar aquello que conoces o que ya tienes, jamás algo desconocido, eso es sólo
deseo. Por ende, entre más conozcas a
una persona, más razones tendrás para amarla, si esa es tu decisión, bastará
con no estar presente para que desaparezca, echando abajo el mito de que si
amas a alguien jamás lo dejarás de amar o sólo podrás amar una vez en la vida.
De forma diferente a lo que nos han dicho,
el amor puede tener o no un enamoramiento previo, o sea, que sí ese fue el
mecanismo de encuentro, y resuelves el conflicto que generó la atracción, darás
paso al amor, porque dejarás de hacer viejas proyecciones en tu pareja, para conocer y aceptar a la persona que tienes
enfrente; pero también puede ocurrir que encuentres una persona que creas que
tiene los atributos que necesitas para compartir un proyecto de vida juntos, decidir entonces amarla(o). Esta energía,
estará el tiempo que tú decidas sostenerla, y la manera que lo desees, como
cuando quieres que crezca un negocio, una empresa, estás continuamente
inyectándole energía con tu dedicación, con el tiempo y esfuerzo invertido en ello, tu
creatividad, tu ilusión. Y al igual que pasa si dejas de cuidar de tu empresa,
tu amor también fallece, no por destino, sino por descuido, inanición y
desinterés. Habrás comprobado con el trabajo del gimnasio, que eso es muy
ejemplificativo; no importa los años que lleves construyendo y manteniendo un
cuerpo, en el momento que lo dejas, no pasa de un mes, cuando empieces a perder
todo lo ganado. Así de simple es.
Para que esto se dé, tú ya necesitas ser
una naranja completa y no andar buscando mitades. No es buscar una compañía,
para rellenar una soledad, una pasión para un vacío, una risa para un dolor. Es
compartir todo lo que eres como un ser completo y realizado con otro igual.
viernes, 28 de agosto de 2015
¿TE ESCUCHAS CUANDO HABLAS?
Supongo que cuando hablas tienes idea de lo que dices, tienes conciencia
de que estás emitiendo un mensaje, pero, ¿Tienes consciencia de qué hablas
cuando hablas? Aunque son homónimas, consciencia
y conciencia, no quieren decir lo
mismo. Consiente, es qué sabes dónde estás, qué estás haciendo, qué sientes
físicamente. Consciente es la parte que sabe la intención, sabe un para qué y
un desde dónde. Por ejemplo, si estoy desayunando fruta, estoy consiente de su textura, sabor, que me
dio hambre y estoy satisfaciendo mi necesidad de alimento; sin embargo, puedo estar
consciente o no de por qué elegí lo que estoy comiendo, de todo el proceso
de digestión que está ocurriendo mientras mastico y saboreo esa fruta, tampoco
qué detonó el antojo y la elección; si eran mis niveles de azúcar, o por
satisfactores meramente emocionales.
Este mecanismo nos da una
clara muestra de cómo, lo que ocurre a nuestro alrededor está muy
lejos de decir que sabemos lo que hacemos, no de una forma completa. Pero
además, nunca nadie nos explicó, que lo que decimos no es lo mismo, de
cualquier manera que podamos hacerlo, las palabras que usamos son de suma
importancia. No sé si es la primera vez que lees sobre el uso de la palabra, no
de ortografía o gramática (que también es importante), si no sobre lo que
dices, lo significante.
Hace un tiempo ya, que empecé
(o más bien retomé) este camino de conocimiento alternativo, por decirlo así;
que diera respuesta a mis inagotables preguntas, buscando también un sendero más espiritual, y
como el que busca encuentra, di con una serie de autores que me fueron llevando
uno a otro. Creo, aunque ya no estoy muy segura, que fue Louise H. Hay, a la que le leí por primera vez
sobre los pensamientos y palabras que crean nuestra realidad. En ese entonces
me pareció extraño, muy fácil de hecho, pero me parecía lógico, así que decidí
creerle. Cambié ciertas perspectivas de
mi ideología, hubo algunos pequeños cambios notorios en mi vida, a pesar de que
mi constancia era errática, y que suspendí por un tiempo mi cercanía a los
libros por circunstancias de la cotidianeidad.
En el retorno a esto, me di cuenta que por muy diferentes que fueran los
motivos, el camino andado de cada autor, su idiosincrasia, su entrenamiento;
todos coincidían con el poder de nuestra palabra, como elemento creador.
Algunos libros como El
Secreto, El poder de la Palabra, La
palabra es tu varita mágica, y muchos otros más, se basan en que es muy
importante que digas decretos o frases para lograr lo que quieres. Las Iglesias
por su parte, todo lo engloban en orar (hacer peticiones o decretos), aunque en
ambos, la fuerza de la creencia o lo que llaman fe juega un papel protagónico,
pero como no te explican cómo funciona, entonces puede ser que algunas cosas te
resulten o lo logres a medias. Porque al final, terminas haciéndolo de una forma
mecánica (otra vez de manera inconsciente).
Cuando en las Cosmogonías o Biblias, nos
cuenta que Dios dice, y al hacerlo crea el mundo, ya nos habla mucho sobre este poder de la palabra, el
Logos; pero como no vemos más allá de lo que nos enseñan, lo más probable es
que al igual que yo, nunca habías
reparado en ello (ahora me parece tan lógico), que me preguntó cómo nunca se me
ocurrió verlo así.
En un escrito anterior que hice
sobre las Leyes Herméticas, explico brevemente la ley de la Vibración. El habla
es vibración y nosotros también. Si a la palabra como la conocemos le
quitáramos los significantes que tiene, sólo serían sonidos, por lo tanto
vibraciones, lo que emitimos, cada que invocamos (poner en la boca) llama a
algo, que después se densifica en nuestra realidad. Aquí, entra en juego también la Ley de la Atracción (similar
atrae lo similar). Acercamos o alejamos de nosotros cosas o personas o
situaciones por la vibración que emitimos y como lo que nosotros manejamos para comunicarnos es el
lenguaje hablado, la palabra es un vehículo importante en este proceso de
creación. Si ponemos como un ejemplo, dos palabras que
sean sinónimos tales como: alimentar y comer,
que suenan muy diferentes, aunque su significado sea para la mayoría de
nosotros lo mismo. No tendrá el mismo
efecto para mí, en caso de que ésta fuera la palabra que
ocupara para pedir algo al respecto, si en mi vibración la que es compatible sea
comer, y yo utilizo alimentar; no atraeré lo que quiero, o incluso lo puedo
bloquear. Esto sin contar si realmente cuando decreté u ordené algo (donde ni
cuenta me di cuando lo dije), que efectivamente
manifesté de forma correcta lo que tenía como idea en la mente.
Cuando mandamos un mensaje de texto, que no
está claro, o que se entendió de manera inadecuada, después podemos darnos
cuenta de dónde estuvo mal escrito, porque lo podemos leer nuevamente. Sin embargo al conversar de
manera cotidiana, no reparamos en lo que dijimos textualmente, aunque lo
hayamos dicho instantes antes, así que resultará casi imposible detectar algo,
si no le pusimos atención (cosa que generalmente hacemos).
En este punto, empiezan a
tener más sentido, el porqué, hay cosas que se pasan como recetas, que a
algunos les funciona y a otros no. Son como los chismes, de voz en voz se van
corrigiendo, aumentando o degradando de acuerdo al sentir de cada emisor, hasta
que termina en algo totalmente diferente al origen.
Por otro lado, no sé cómo lo descubrieron, pero se supone que todos los días tenemos como
60 mil pensamientos navegando en nuestra cabeza, aunque a pesar de ser tantos, día a
día son los mismos; te podrás imaginar cuántas veces pides y piensas en algo,
que crees que no pasará o que lo deseas así. Pides por pedir, sólo hablas de terceras
personas, de lo que no te gusta. Aunque
tú no te escuches, imagínate que hay un genio colgado en tu hombro, a la espera
de tus órdenes, o lo que él va a tomar como una orden a seguir. ¿No crees que
vale la pena, pensar antes de hablar?
domingo, 28 de junio de 2015
La muerte, esa temida amiga.
A pesar de que dicen que los mexicanos nos reímos
de la muerte, me parece que eso es “de
dientes para afuera”, tal vez cuando se originaron las tradiciones podría ser,
aunque aún persisten, desgastadas, degeneradas o híbridas, realmente solo se siguen por mero conductismo,
han perdido totalmente la esencia y sentido por el que se hacían. La muerte es
un ente al que, más que respeto, nos han
enseñado a temerle, bueno, en lo personal, no conozco a nadie que no le tenga
su temorcillo.
Cuando hablamos de muerte o mencionamos su nombre, sólo nos viene a la
cabeza, el día que partiremos de este mundo. Y desde este punto, quiero comenzar, el pensar
en tener una muerte física, en general no lo queremos enfrentar, es aquí donde
se origina ese miedo. Porque ya lo experimentamos al nacer, morimos del vientre
de nuestra madre, para vivir en este mundo;
ésta experiencia traumática nos marca tanto, que le tememos. Pero hay
otro punto, la muerte no existe, obviamente, para transitar en este mundo en el
que vivimos, necesitamos encarnarnos en un cuerpo, éste sí es mortal, tiene una
caducidad, pero nuestro ser es infinito.
Si nos permitimos ver esto de otra manera, si ampliamos un poco
nuestro rango de observación a este
concepto, nos daremos cuenta que nosotros
constantemente vivimos muertes, cuando por ejemplo, pasamos de un grado a otro
en la escuela, o dejamos algo para iniciar otro; cada etapa, cumple con ese
ciclo: nace, crece, se reproduce o desarrolla y
muere, termina, finaliza; no se le puede llamar de otra manera. Además esto
ocurre para evolucionar, para ir adelante; dejamos la niñez para ser adulto,
nos salen dientes cuando necesitamos otro alimento que sólo la leche materna.
Una etapa perece cuando su función ya es inútil o insuficiente, cuando necesita
un reemplazo para evolucionar, todo tiene este fin.
Al acabar una relación también (este punto quiero ampliarlo), no sólo es la
amorosa, porque decimos relación y sólo pensamos en la de pareja, entra en esta
categoría todo con lo que nos relacionamos, una mascota, la dueña de una
tienda, un banco, un equipo, una transacción. Tenemos relaciones de unos
minutos, de horas, de días, de años. Si lo ves con más detenimiento, dura lo
que es necesario. Entre millones de personas con las que te puedes relacionar
en el mundo, no es casualidad que te encuentres con algunas, todas ellas,
tienen algo para ti o de ti para ellas, y por eso han coincidido en algún
momento. Salvo que si no estamos atentos, nos perderemos de esa enseñanza o ese
mensaje. Vendrá en otra oportunidad, cuando volvamos a estar listos para
recibirla, puede ser que con la misma persona, pero no necesariamente. Lo que
sí será pertinente, es repetir el número de veces que haga falta alguna
circunstancia, para tomar lo que de ella necesitamos aprender, sólo entonces
aparecerá nuestra amiga para abrazar eso.
En nuestro cuerpo sucede lo mismo, a diario, cada instante, pero como no estamos
acostumbrados a observar-nos, no lo percibimos. Todos los días para que
nosotros nos mantengamos con vida, dentro de nuestro cuerpo ocurre la muerte de
miles de células para crearse nuevas, de lo contrario estaríamos pudriéndonos
día a día. El día y la noche, es otro ejemplo de este tipo de ciclos.
Cuando la muerte aparece, lo sabemos, aunque no queramos enterarnos o
aceptarlo. Cada que sentimos una experiencia de incomodidad, de no pertenecer,
incluso como traer una carga, es que ella se está presentando, pero hay un
anclaje o apego a seguir en la misma situación. Si nos sentimos así, es porque
ya no es nuestro lugar, porque es algo que ya no necesitamos, para continuar
nuestra evolución lo que se requiere es avanzar, pero como esto no es
obligatorio, la circunstancia en cuestión se sigue manteniendo hasta que sola
se pudre literalmente. Todo este proceso, nos trae sufrimiento, pero sólo
porque lo vemos como una pérdida, cosa que no ocurre cuando nos queremos zafar
de algo, ahí al contrario, estamos apurados por salir, por dejar. Si todo lo
empezamos a ver como parte de una transición tanto, como si es agradable o nos
desagrada, evitaríamos resistirnos a esto, lo que sea, o como sea y fluiríamos
fácilmente. No estaríamos deteniendo algo indefinidamente sólo por placer o
dolor. A sabiendas que siempre hay algo más, cuando “pierdes” algo, otro lo
sustituye, es una ley natural, nada en este universo está demás o de sobra,
tiende al equilibrio, constante y automáticamente; cuando tú haces un espacio, éste se cubre sí o
sí, inevitablemente. Lo mismo si no llega, es porque algo ocupa ese lugar, y no
aparecerá hasta que esté vacío.
Si
adoptáramos con más alegría y facilidad, que nada es eterno, que todo está
siempre bien, ese miedo pronto desaparecería, ella ya no sería un ser temido,
sino hasta buscado, porque ¿A quién no le gusta saber que avanzó, que pasó el
examen? Todo es tan sencillo, como empezar a ver las cosas de otra manera. Así
tal vez entenderíamos un poco, porque nuestros ancestros la celebraban. Además,
sabiendo que tenemos una eternidad por delante, podemos tomarnos el tiempo que
queramos en aprender.
lunes, 22 de junio de 2015
Un padre no es sólo un papá.
Ahora con las redes sociales, al Día del Padre
se le nota un poco más que años atrás. A
diferencia de la importancia exorbitante
a la celebración que le corresponde a la Madre, que
le da, la mercadotecnia, las escuelas,
el gremio restaurantero y demás. No es que critique o enaltezca a una de
las dos, pienso que siempre es bueno tener algo que celebrar; sólo que saber
qué y para qué hacerlo, ya que,
por mera conducta colectiva, no le veo mucho sentido.
Precisamente la diferencia de importancia que parece o me parece que se le da a uno y otro,
es lo que me inquieta. Si uno no fuera tan importante como el otro, la
naturaleza simplemente no necesitaría a los dos para crear vida, ninguno puede
ser protagonista, ni se requiere de más porcentaje de uno que del otro. Sin
embargo con la tendencia a alargar más el período de maternidad saludable,
menospreciar la importancia de la figura paterna y fomentar el aumento de
madres solteras como modelo ejemplar a seguir. Quienes terminan siendo los más
afectados siempre son los hijos. Independientemente de la situación que se
viva, el aumento de hijos huérfanos de padre, ya sea porque la madre no permite
que ejerza su función por sobreprotección, celos, inmadurez, irresponsabilidad
o intereses económicos (cuando los hijos son un cheque al portador), o por mera
identificación con personajes ficticios de novelas con esa tendencia o porque
de verdad no haya un padre. Cuando hay una separación, a pesar de ser más común
ahora, los hijos siguen siendo en su mayoría carne de cañón, como garantía para
lograr cosas o conductas de sus ex cónyuges, dejando en segundo o último plano
el bienestar de los vástagos. Yo no digo
que no se le dé mérito a quien lo merezca, pero no a costa del demérito de
otro, que para empezar me deja claro cierta mediocridad, como para brillar por
sí mismo, como aquello que la luz se nota, entre más oscuridad haya.
Para
que un padre o una madre lo sean, debe de haber un hijo de por medio, obligado.
Yo, como todos, sabemos que las leyes actuales deciden que un niño deja de
serlo, al cumplir los 18 años, esté como esté (me refiero a madurez,
responsabilidad y otras monerías que se pasan por alto), al menos es cuando el
padre o la madre ya no serían legalmente necesarios. Aunque por experiencias
ajenas, cercanas o lejanas o incluso propias,
esa madurez dependerá en muchísimo de lo que papá y/o mamá, o quien se
haya hecho cargo, le haya educado al
niño en cuestión, como para ya tomar su título de adulto, con toda su
independencia y responsabilidad. En
otros ayeres u otras culturas, sabemos que este desapego ocurría mucho más
temprano, con mejores resultados.
¿A
qué viene todo esto? A que unos hijos sanos, que el día de mañana serán la
sociedad de este mundo, con tal sanidad como tengan éstos. Si nos fijáramos un poco en el desarrollo de
un humano, por simple lógica y observación. La necesidad de la madre, es muy
importante mientras el niño no pueda comer, desplazarse y realizar sus
necesidades básicas por sí mismo. Que esto se traduce más o menos en cuanto
empiece a hablar, caminar y poder comer sin ayuda. Después de esto, necesita un
padre que le lleve a la “selva” para empezar a defenderse, cortar con el mimo
de la madre, darle soporte y seguridad en el mundo. Aquí es dónde nos estamos
perdiendo. La protección se ha convertido en sobreprotección, por las
características en las que se lleva ahora esto. Los modelos actuales de
conducta a seguir. La madre por “necesidades”
de ésta nueva era, tiene que trabajar, si decidió tener un hijo, (aún cuando tomar
una decisión implica una renuncia entre
dos entes ó circunstancias) no se puede dar el lujo de dejarlo, para hacerse
cargo del bebé los tres primeros años, para
hacer el papel que le correspondería, se sustituye con las guarderías,
niñeras o la abuela, si es que cuenta con ese privilegio. Dado que esto, ella lo sabe, el sentimiento de culpabilidad
aparece y se sustituye con una sobreprotección que merma en mucho el desarrollo
del infante, para entonces, sólo le quedan tres años más al niño para
conformar su estructura, su psiquis, que lo marcará para toda su vida. Estos otros tres
años son los del padre, para hacer su papel, si la sociedad y la madre lo permiten.
Lo digo así porque gracias a los estímulos que nos gobiernan, como las modas, mercadotecnia y demás, se ha tratado de “maternalizar”
el papel del padre, que no lo veo del todo malo, siempre y cuando la función
que le corresponda la cumpla. Porque no nos olvidemos que somos imitativos,
aprendemos así, con modelos. Los roles con los que se eduquen son los que se
repetirán, si el padre hace de madre, alguien tendrá que hacer ese otro papel,
o la madre anula el rol de padre con eso de la paternidad con soltería, está
simplemente educando al hijo a medias. Que se notará en la adultez de éste,
cuando se enfrente a una toma de decisiones, a enfrentarse a cosas nuevas, a
dejar situaciones que no le sirvan, y
cualquier otro detallito de las vicisitudes que pueden aparecer en la vida, siempre
para su crecimiento, por supuesto.
Un
ser está completo cuando sus partes están integradas, en él, individualmente,
que no tiene nada que ver con si los padres viven o no juntos, está más que
comprobado que muchos hogares separados han dado mejores resultados que otros
donde sólo la muerte los separe. Así que juntos o separados, me parece que cada
quien tiene un papel, que no se debe anular ni sustituir por el otro, ya que
ambos son muy necesarios que estén, los primeros años, después ya cada quien
decidirá cómo funcionará como tal, total, ya está demás.
En fin,
en este compartir de opinión, desde mi derecho como hija que fui en algún
momento, como madre que soy para no cargar con obligaciones de por vida, que
impedirían ejercer otros papeles, y porque al final de todo, de mis hijos me
importa por su mucho su bienestar, independiente del mío o de mis miedos. Así
que ni más ni menos mérito, honor a quien lo merece y tan tan. Muy feliz día
del Padre.
lunes, 8 de junio de 2015
Si de votos se trata
Hoy ejercí mi derecho al voto como ciudadano responsable que cumple, porque más bien se ha vuelto una obligación, a pesar de que había decidido días antes, no hacerlo físicamente. No por las razones que creo que se les pueden ocurrir, sino siendo congruente con lo que leo y luego comparto.
Poniendo en práctica (cada vez que puedo o recuerdo) de lo que he aprendido para ir integrando, para que no se quede sólo en teoría, que por muy bonito que se escuche, no sirve absolutamente de nada. Así que, aplicando un pensamiento cuántico, cualquier candidato que sea elegido será el mejor. Partiendo de la premisa que nada es error ni casualidad, quedará el que represente de manera más fidedigna el espejo de la colectividad del pueblo potosino, no será más ni menos de lo que nosotros merecemos de acuerdo a nuestro nivel de consciencia. Por eso me había quedado muy tranquila si no me presentaba a hacerlo.
Al final decidí hacerlo, tampoco por las típicas razones de anular o ser un número menos de la abstención, sino para sublimar mi decisión, participando activamente en el ritual hecho para eso, la votación en casilla. Como lo que iba a evitar era decidir por un candidato pensando que uno era mejor que otro, cosa que ya no creo, ni pienso apoyar desde ese punto de vista. Cuando estaba frente a mis boletas elegí el candidato que sentí que me identificaba mejor, que daba un mejor espejo de mí. No lo pensé (para no escuchar a mi ego), ni mucho menos hacer uso de mis recuerdos sobre lo que había oído o visto en campaña, tampoco me dejé llevar por discursos, aunque ahora pongo mucha atención a las palabras que ocupan, siempre me ha gustado leer entre líneas, y ahora lo aplico todo el tiempo que puedo mantenerme consciente, para escuchar mejor el mensaje que estoy oyendo.Así pues, me dejé llevar por mi intuición o corazón como les parezca mejor que se diga.
En fin yo cumplí con mi granito de arena, la masa critica seguirá mandando, y espero constatar que su voto sea cada vez mas consciente, lo que se reflejará con los resultados, no de números sino con los hechos que ocurran a partir de eso.
viernes, 29 de mayo de 2015
Volvamos a ser niños.
“sólo los aquellos que sean como niños entrarán
al reino de los cielos” Lucas 17,18.
Otra vez inicio con una frase bíblica, no quiere decir que de pronto me
estoy volviendo religiosa, nada más lejos de la realidad (sin intención de
ofender a nadie). Pero es muy fácil ejemplificar algo, a partir de
lo que la mayoría de las personas ya lo tienen por conocido. Claro que hay que
empezar especificando que ésta frase y todas las que existen en la biblia, no
se pueden tomar literales, porque todo el libro está lleno de metáforas, de
analogías; desgraciadamente traducidas para intereses específicos restando, que más bien diría distorsionando, la enseñanza para las que se dijeron.
Ser
como un niño no es hacer niñerías ni bobadas, así que para clarificar bien esto
que les quiero compartir, vamos enfocándonos
en las características que tiene un niño que a nosotros como un adulto
maduro (que no es igual que un adulto a secas)
nos interesa. Los niños son espontáneos, francos, honestos e inocentes, todo
lo toman a juego, y hace de ello el diario vivir. En sí estas cualidades son en
las que nos vamos a centrar.
Cuando vamos creciendo, perdemos la espontaneidad por la cantidad de
reglas de educación, que nos limita al momento o el lugar o la persona
“adecuada”; nadie en todo el mundo, tiene la facultad de señalar qué es
correcto. Tiene regulaciones que oscilan de acuerdo al lugar o con quien estés,
por lo tanto es inútil, por no decir ridículo que en algún momento hagamos o
dejemos de hacer algo con esta premisa. Cuando dejamos de ser espontáneos, es
no hacerle caso al corazón, él es un guía formidable para nosotros, cuando
tenemos un fuerte deseo de decir, probar, hacer o lo contrario, no querer, que incluso escapa a nuestro razonamiento, es
porque, como dice la canción “nos nace
del corazón”; si por miedo, protocolo, o por el típico “que van a pensar de
mi”, no le hacemos caso, y esto se
repite muy a menudo, llega un momento que perdemos conexión con nuestro
corazón, muchas veces terminando en que no sabemos lo que queremos, pero
realmente es otra cosa, nuestro corazón nos dicta algo y la mente considera
otra cosa o lo reprueba. Incluso hay una gran creencia que hay que pensar muy
bien las cosas, cuando lo hacemos así, nos regimos por lo que nos han hecho
creer que es lo mejor, “lo mejor” de acuerdo a la perspectiva de quien decide, pero
nunca lo que es mejor para uno es mejor para el otro, además, si lo razonamos
bien, lo que ya te dictan, fueron reglas colectivas, que muchas tienen miles de años, algunas las
dejaron de usar por obsoletas, y de las que siguen vigentes, ¿Quién nos asegura
que es la verdad absoluta? Como cuando
decían que la Tierra era plana, nuestros sentidos nos dicen eso, pero todos
sabemos ahora que no es así.
La
sinceridad de un niño, que es hablar sin diplomacia de por medio, hasta que sus
padres o quien se encargue de la crianza le convenza que es mejor mentir, para
no molestar a nadie con lo que a él le
parece que ocurre, o lo que siente, de
la noche a la mañana, el pequeño empieza a desensibilizarse, para que su
olfato, gusto, vista, tacto y oído, no perciban casi nada, por aquello que es
mejor visto, más educado y por lo tanto, la persona que se espera que sea. Perdiendo
el sentido de la franqueza, mintiendo casi patológicamente, hasta que se hace
en piloto automático para mayor comodidad. Se va alejando tanto de sus sentidos
que llega en momento en que se convierte en un desconocido para él mismo, sin reconocer siquiera que le molesta o gusta, porque es
mejor atender las necesidades de terceros, hasta llegar a un total estado de
incoherencia, éxito absoluto de su educación. Total, eso es lo que hace la “gente buena”,
hecha como “Dios manda” (con eso de que a Dios le cargan toda la sarta de
tonterías) que nos ponen por único modelo aceptado a seguir. Todo lo que NO
tenga una buena dosis de sacrificio y culpabilidad, es malo, por ende
repudiado. Dando como conclusión que ser honesto no es bueno, ni siquiera con
uno mismo, no vaya a ser que por escuchar tus pensamientos también estés siendo
malo.
La
inocencia no es lo mismo que ignorancia,
mucha gente discrimina a los
niños, como si fueran tontos, porque desconocen muchas cosas, eso, exactamente
da esa inocencia, que cuando le cuentas algo o ve algo, sólo tomará literal lo
que ve o escucha, no le pondrá sus propias interpretaciones, basadas en
experiencias pasadas, por lo tanto, estará libre de juicios. Todavía repetimos
mucho, que los seres inocentes no tienen consciencia de lo bueno o malo, si
diseccionamos esto último, todo es bueno o todo es malo, de acuerdo a la
conveniencia de algo o alguien. Nosotros como adultos, ya nos han enseñando
bastante qué es lo que es “bueno” y su contrario, pero ¿según quién?, cuando
nosotros vemos algo o nos pasa, determinamos rápidamente si es una cosa o la
otra. De acuerdo a la clasificación nos sentiremos bien o mal, o tomaremos
decisiones como consecuencia de. Esto nos mantiene en una oscilación entre la
paz y la intranquilidad. Siendo esclavos eternos, de nuestros juicios, creyendo
que son las circunstancias las que nos dictan nuestro estado de ánimo.
Sin
éstas características un niño, ya no es tal, será un adulto chiquito, aunque queda una, muy importante, la del juego. Que
todavía quedaba íntegra antes de los juegos intercolegiales y/o los
videojuegos; el sentido del juego en un niño, era, lo voy a poner así, porque
ya ha variado mucho, sobre todo con la intervención de las súper mamás (que
hacen de todo, menos de mamá); un modo de experimentar, compartir, descubrir,
participando con otros niños, sin mayor ambición que estar bien. Nada se
tomaban en serio, por eso los niños discutían y a los tres minutos ya eran amigos
otra vez, pero gracias a la modificación porque no voy a decir que es evolución,
el juego se ha vuelto combate, no
me refiero a la temática de los videojuegos (que eso es otro tema), sino a la
lucha de poder y territoriedad que los niños ahora presentan. Con una consigna:
ganas o no vales o no existes. Lo cual
ya le da otro sentido a dicho acto. El jugar, ese momento de ocuparte en algo,
donde no importaba como, cuando ni donde, sólo hacerlo, que mantiene a los
niños alegres, despreocupados, sólo ocupados en la actividad que realizan y
gozan, es lo que nos difiere como adultos. No porque se dediquen a jugar, sino
que todo lo convierten en un juego. Es
muy, muy raro, como adulto contemporáneo, hacer algo sin pensar en otra cosa, totalmente
desconcentrado y desenfocado, todo es un “ya quiero terminar” porque mientras
lo hago, o estoy en un futuro, pensando
hacer otra cosa que en ese momento no estoy haciendo, o viajando al pasado, ya sea porque crea que
es mejor o para encontrar excusas para sentirme frustrado o enojado, dejando el
gozar las actividades diarias como “cosa de niños” o sólo para cuando estoy de
vacaciones, aun que cuando eso llegue, no se tenga ni idea de qué o cómo hacer.
Pues bien, esos pequeños grandes maestros, nos muestran una manera más
sana de vivir, sin tantas necesidades, que si pudiéramos ir dejando una por
una, llegaríamos a sólo las básicas, tendríamos mucho de todo y tiempo para
disfrutarlo.
jueves, 14 de mayo de 2015
Nuestros Espejos
Verás tu valía, a través de los ojos de tu hermano, y cada uno será
liberado, cuando vea a su salvador en el lugar antes, pensó que había un
agresor. UCDM
El espejo que es la
vida.
Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el
nuestro, palabras de Jesús. Aunque es un refrán que conocía desde niña, creo que lo había entendido mal, o
a medias, verán, yo entendía que no debía uno juzgar un error en alguien,
porque nosotros podemos tener errores más grandes o peores. Bueno, ahora
encontré con otra interpretación, que me parece más coherente, completa y es la
justificación de este ensayo.
Nosotros no vemos el mundo tal cual es, sino
nuestra proyección en cada objeto en el que pongamos nuestra atención, haciendo
una comparativa rápida entre algo que vemos y el archivo que tenemos guardado
en nuestra memoria. Por ejemplo si alguien me parece buena persona, la
compararé con mi archivo “buena gente”, en él estará guardado cada una de las características
que le atribuyo a este campo, luego entonces la persona entrará (en mi mente) en
un análisis exhaustivo para ver si
empata, si es así, decidiré que sí, de
lo contrario será lo opuesto. Y las
características no serán iguales a las que tiene mi vecino en ese mismo
concepto, mucho menos si somos de diferente familia, ciudad, país, religión,
etc. Esto es lo que llamamos un espejo, y ¿qué hace un espejo? Refleja la
imagen de quien se pone enfrente de él (esto todo mundo lo sabe, eso creo).
Bueno, lo que vemos en las personas es lo mismo, esa persona me sirve de
pantalla para proyectar lo que yo tengo dentro.
Espero
haberme explicado bien, aquí viene entonces, lo de la paja y la viga, cualquier
cosa que yo vea en otro, yo la tengo que tener dentro de los conceptos que
manejo, o sea, algo conocido para mi, ya
sea porque es una característica mía o algo que yo juzgo como bueno o malo, que
deseo o detesto, o sencillamente algo en lo que tengo que trabajar. Es muy
ejemplificador al respecto, que cuando yo quiero comprar un cierto modelo de
auto, lo empiezo a ver mucho, por todos lados, esto no es que todos nos
pongamos de acuerdo en gustos y que todos están comprando el mismo auto, es que antes había de esos modelos al lado
mío, pero no les había prestado atención; si tengo miedo de enfermarme de algo,
empiezo a enterarme de casos cada vez seguido; igual si mi atención es los
robos, los premios, los accidentes, podemos enumerar miles de ejemplos. Por eso
dice el poeta Rumi, “tú estás donde tu atención esté, tú eres tu atención”.
Cuando logré
entender, asimilar y aceptar, esto que acabo de mencionar, y que déjenme
decirles que al principio, como que no entendía nada, después me parecía no sé,
sin sentido, pero al prestar atención a una idea nueva de ver mi mundo, comprendí muchas cosas de mi vida, presente,
pasada y sobre todo el trabajo (por llamarlo así) que tenía, para enfocar toda mi atención de ahora en
adelante en todos los detalles que forma mi diario vivir, descubrirme a través de mis espejos y empezar
a corregir cosas (al menos las que no quiero que se repitan, para empezar).
Antes de seguir
escribiendo sobre este tema, debo decir, que esto es para valientes, porque hay que tener mucho
coraje y valentía para enfrentar a las cosas que precisamente le hemos dado la
vuelta, dejando la responsabilidad en otro o en las circunstancias. Ya
que, siempre es más fácil y cómodo echar
culpas para no tener que asumir nada,
seguir con los esquemas que siempre hemos vivido, pero así estamos a
merced de todo lo demás (aparentemente) porque cedemos el poder que tenemos
para crear nuestro mundo. Es como ir a la escuela, quedarnos reprobados en un mismo grado toda la
vida, porque alguna asignatura no pudimos pasar y en lugar de encontrar la manera de buscar en
qué estamos fallando, le agarramos
tirria, para seguir batallando, continuando en el mismo lugar, porque
justificamos nuestro fracaso por algo ajeno a nosotros (desde este punto, es
imposible hacer nada).
Desde el
entendido, que nosotros creamos nuestra realidad, todo lo que se presenta
frente a nosotros, lo hemos pedido, consciente o inconscientemente, en algún
momento, hasta allí, nos da por arrancarnos los pelos; sobre todo si hacemos un
poco de memoria con ciertos personajes o situaciones en nuestra vida que han
sido insufribles, y lo que le sigue. Lo que no se nos dijo, para estar
prevenidos en todo esto, es que todo son
lecciones, si igual que las tablas de multiplicar, que hasta que las aprendes,
podías avanzar; mientras eran horas y horas de repetir, memorizar hasta integrar.
Bueno, esto de la vida, es lo mismo. Llegamos aquí con “n” cantidad de
lecciones por aprender, y los maestros, son esas personas que nos ayudan a
evolucionar, pero a veces o muchas, esa ayuda, no es como nos gusta, y creemos
que es algo malo, lo rechazamos, le damos la vuelta o decidimos odiarlo de por
vida.
Tenemos varios
espejos o maestros (es lo mismo), ¿cómo
podemos saber que es un espejo? Muy fácil, al verlo hay algo que nos molesta o
nos encanta de él, ambas situaciones son un reflejo auténtico de nosotros.
Cuando nos gusta, no sentimos bien, a veces él refleja algo que creemos que no
tenemos, no sé, éxito tal vez, pero si lo vemos en él, es que nosotros lo
tenemos pero nos cuesta verlo, para lo contrario; cuando nos pone mal sólo
mirarlo, también es algo que tenemos, una situación que él hace y nosotros no
nos atrevemos, o que hace y nosotros también, pero no lo percibimos. Hay dos
espejos así, el directo, cuando la situación que vemos es la tal cual, o inverso,
el otro polo, porque todo es dual, mucho o nada, pertenece a lo mismo. Y todo esto es para poder curarlo.
Otro espejo maravilloso y rápido es nuestro cuerpo,
si empezamos a verlo de otra manera, por supuesto, él es un mensajero directo
para decirte si algo no te gusta, si no estás de acuerdo, si te molesta, o si
tú andas buscando una solución a algo. ¿Cómo lo hace? Por medio de síntomas, de
lo que llamamos enfermedad, un golpe, un accidente, un malestar, etc. Nuestro
cuerpo reafirma todas nuestras creencias, ideas y pensamientos que tengamos,
sólo hay que hacer las preguntas correctas (cosa que tampoco hemos aprendido
por cultura general) Tales como ¿de verdad quiero ir al lugar que voy? ¿Quiero
hacer esto o lo otro? ¿Quiero estar con esta persona? Si no, probablemente pase
algo, pierdas las llaves, pierdas el camión, o lo que sea con tal de llegar
tarde o no llegar, y esto por poner un ejemplo muy simple. ¿Crees que suceden
cosas al llegar a cierta edad? ¿Crees que hay cosas que se pueden o no hacer
dependiendo de otras? ¿Crees que algo o alguien te pueden hacer daño? Estas son
creencias, pero igual se reafirman, porque para ti con una verdad absoluta. Allí
tienes la explicación de por qué no nos sucede a todos lo mismo, aunque
comamos, vivamos o hagamos igual. La mente y sus interpretaciones hacen la
diferencia. Nuestras creencias hacen que vivamos las mismas circunstancias
hasta que las aprobemos, revísate un poco, ¿tus parejas o jefes o amigo(a) s se
parecen, tienen las mismas características? ¿Vives situaciones cíclicas? Ya sabes
cuándo te va ir bien y dónde te va ir mal, es porque entonces estas repitiendo
la lección que no has aprendido. Tal vez tengas que atreverte a actuar de
manera diferente, a escucharte para hacerte caso.
Nuestros mejores
maestros están en nuestras relaciones,
de pareja, trabajo, padres, hijos, etc. Con quien convivamos más, incluso
nuestra mascota, casa, oficina, en fin, con todo lo que nos sintamos
identificados. ¿Cómo sucede? Nuestro psiquismo impregna todo nuestro universo,
estas bajo mucha presión, y en tu casa las cosas que funcionan bajo presión se
descomponen, bueno, es eso. Tu inconsciente se comunica contigo para avisarte
que vas en direcciones equivocadas, te manda avisos. Pero hay que prestarle
atención, escuchar nuestra intuición, que no es más que eso. Ella nos cuida y
sin lugar a dudas es la entidad que sólo busca lo mejor para nosotros,
generalmente no hacemos caso, porque nuestra mente nos dice que es lo que sería
mejor para uno, pero esta mente, está entrenada de acuerdo a experiencias,
limitaciones, creencias, y muchas cosas más, que ni siquiera son nuestras, las
venimos arrastrando generación tras generación, simplemente porque era como se
tenía que hacer según la colectividad.
Bueno, ya compartí
algo más de lo que he estado experimentando, para invitarte a probar, la
decisión siempre es tuya (asegúrate de que así sea). Muy importante recordar,
si vemos enfrente algo nuestro, cuando juzgamos ese algo, ¿A quién estamos
juzgando entonces? Por si no le atinaste, a nosotros mismos.
martes, 5 de mayo de 2015
La importancia de tu nombre.
Siempre me ha llamado la atención el
significado de los nombres, me causa mucho pesar cuando escucho un nombre nuevo
para mí, preguntarle al portador sobre su significado y que no lo sepa, mucho
menos que ni le interese (se respeta el
interés de cada quien sobre lo que sea), lo mismo si es a una madre o padre por
el que le eligieron a su hijo.
Esto me viene desde que era una niña,
no creas que sea algo muy nuevo, tal vez porque no me gustaba mi nombre,
de hecho ahora lo acepto, pero no sé si me gusta realmente. Incluso me lo
quería cambiar, pero como sólo contaba con doce escasos años, pues no tenía
mucha potestad para hacerlo y en casa,
lo tomaron como otra de mis locuras, a las cuales nunca les han hecho
caso. ¿Qué por qué no me gusta? Lo tengo
muy claro, primero, Norma, significa, quien pone reglas, o su otra definición,
el femenino de Norman que es: hombre del norte, así como se lo están
imaginando, no resonó para nada conmigo, no había conexión, y Haydée, salvo porque
se escribe no de manera muy común, al menos en mi acta de nacimiento, me llamaba
la atención un poco más, pero, si hay un pero, para qué repetían un nombre que
ya lo hay en una familia, en mi caso a mi tía, yo sentía que no podía ser mío
si era de otra persona, no sé si lo han visto, pero cuando llaman a alguien y
contestan dos o tres es espeluznante al menos para mí, que incluso se soluciona
patéticamente con el chico o el grande. Hay al respecto una anécdota de Pablo
Picasso, que contrató a la empleado doméstica con el mismo nombre de su mujer,
y le hacía mucha gracia, que cuando lo nombraba, iban las dos corriendo, sentía
mucho poder sobre eso.
El nombre es una etiqueta, ya habrán oído sobre los descubrimientos que
hizo el japonés Masaru Emoto, de cómo etiquetando frascos con agua, dependiendo
que adjetivo tuvieran, tenían efectos
sobre su morfología, que tomó en fotografías. Si nosotros somos un 75% de agua
en nuestro cuerpo, y nuestro cuerpo es un envase, todo empieza a tener otro
sentido. El significado de los nombres,
puede ser insignificante para muchas personas, creo yo, porque no le han
prestado atención, pero ¿Qué tan determinante es un nombre en la vida de una
persona? por ejemplo, los nombres de vírgenes o santos, hay una carga implícita
en su nombre que pesa sobre su sexualidad; los nombres concepto, como soledad,
dolores, purificación, etc. ¿A qué
destinan a la persona? Los nombres repetidos, ahora con la metagenealogía,
sabemos que si te eligen el nombre de un ancestro tuyo, más vale que tenga una
vida de estrella, porque si es de los estrellados ya sabrás como irán los
tiros, en este caso es una especie de herencia, lo que heredas con los
conflictos no resueltos, para que tú, en una época más adelantada los veas
desde otro punto de vista y el conflicto desaparezca. Jodorowsky en su página
Plano Creativo, explica con ejemplos los significados de nombres heredados.
Tal vez, cuando estaba embarazada de mis hijos, no era inconsciente del
todo, elegí cada uno de sus nombres varias veces, escuché como se oía con todo
y sus apellidos, incluso cómo se veía escrito, chequé su significado antes de decidirme por
uno. De hecho todos inician con E, para mí esa letra la elegí, porque es la
inicial de entusiasmo, éxito, emprendedor, empresario y
elegante, hay muchos significados más, pero éstas cualidades era en las que
concentraba cuando pensaba en ellos antes de nacer. Y hablo sobre mi consciencia por casualidad,
porque después leí, que cada nombre es una vibración, la madre al estar más en contacto con su hijo
durante la gestación elige un nombre más armonioso para él. De hecho, la
persona que elige el nombre tiene un poder sobre el bebé, así que es más
conveniente que sea sólo su madre o padre los que determinen eso.
En
numerología, cada letra tiene un número, y al juntar todas las letras dan un
único número que determina características en esa persona, aquí sí cuenta que
tan bien se escucha tu nombre completo,
y es tan importante, que por eso, en el medio artístico, los cambian, para que
suene o vibre en una nota mejor. Hay incluso anécdotas de gente famosa que
antes de empoderarse de otro nombre, su
vida era desastrosa o fracasada. Cada
vez que tu nombre suene, emite la vibración que tiene, no es lo mismo si al
decirse completo, haya espacios obligados porque el nombre no armoniza por
completo, o se siente forzado, todo tiene que ver.
Y
para concluir, añado que en una conferencia de arte chamánico, donde explicaba
la manera de recuperar tu poder, decía que nuestra varita mágica debería ser
nuestro nombre, ninguna otra cosa, ya van cachando por qué me importa.
lunes, 4 de mayo de 2015
Llámate por teléfono.
Si, la frase es correcta, de pronto al leer de
inicio, puede sonar muy extraño, pensar que está mal escrito, pero no. Es completamente
correcto, lo escuché en un taller de los mucho que escucho en la web, como
sugerencia para retomar el control tuyo, después de una jornada pesada, o simplemente
porque es un mal día. Decidí recomendarlo porque todos los puntos y razones que
objetó el ponente, me parecieron
bastante razonables y lógicas. ¿Cuánto
hace que no te hablas a ti mismo? ¿Cuánto hace que no te das tiempo para
mirarte siquiera?
Es increíble pero hay personas que jamás en la
vida lo han hecho, en lo personal, no necesito llamarme por teléfono, porque
cada que me encuentro sola, hablo conmigo misma, en primera porque me caigo muy
bien, y me gusta escuchar mis ideas fuera de la cabeza, creo que tienen un
poder diferente, salen de esa sopa revuelta de pensamientos para hacer una
charla estructurada, además el llamarte por tu nombre, empodera. Recuerdo que
más de una persona en la calle se me quedaba viendo raro, porque me escuchaba
hablando sola (de hecho por eso me gustan mucho esos espacios de soledad), ahora ya no llama la atención eso, porque uno
supone que si vemos hablando alguien
sólo en la calle, es porque probablemente esté en una conversación por el
celular.
El
conferenciante recomienda para esta terapia, que la llamada conste de ciertos
puntos, que no deben ser omitidos, porque no tendría ningún caso entonces,
primero que se marque en tu celular un
numero que no exista, él recomendaba el
número de identidad, pero como en México, no tenemos eso, bueno, pongamos un número
que quieras que no exista, no vaya a ser que alguien si te conteste. La llamada
tiene que ser en voz alta e iniciando por decir tu nombre (lo que les
comentaba) en ese momento recuperas tu propiedad de ti, valga el pleonasmo al
que estoy acudiendo, porque tu nombre propio es muy importante, y en boca
(invocar) de otra persona se apropia de ti. Te vas a preguntar después de
saludarte como desees, siempre y cuando sea con calidez, -- ¿Cómo estás?-- Y te
vas a responder muy honestamente (no tienes que fingir, ni quedar bien, porque
eres tú), en seguida podrás tener unos cuantos minutos para quejarte, pero para
que no te desbarranques en la quejadera, que no te lleva a ningún lado y te
quita mucha energía, te vas a preguntar -- ¿Qué quieres? – rápidamente esto te
lleva a un estado diferente, lo vas a sentir, porque muchas veces deseas o
esperas que alguien lo pregunte, ahora tú lo harás para ti. Esto además de rescatarte del punto de
ebullición o cual sea en el que estabas,
resuelve algo, y no necesitas contestarte, dejas al aire si no tienes una
respuesta, ya que en ese momento, estarás desahogado, relajado y si eres de las
personas que no se permiten perder el control o la imagen, bueno, éste es el
momento, y es muy liberador, casi orgásmico, ya lo verás y te despides con un – te llamo luego --.
Es
una sugerencia para esos momentos difíciles, pero como receta de
doctor, la dosis recomendada es que lo hagas después de cada 8 o 10 llamadas
que tengas con otras personas, porque muchas veces en cada llamada te vas
quedando un poco perdido, desorientado, desalentado o qué se yo, luego entonces necesitas estar contigo de
nuevo. Esta aplicación se basa en lo que te pone mal,
tiene la cura, principio homeopático, así que por medio de esta pequeña
interacción contigo mismo, ubicarás que es lo que causa problema, y entonces
podrás tener una idea clara de la solución. Cuando lo escuché, el consejo dado
por el conferenciante, no pudo menos que atraerme, convencerme y por eso es que
lo estoy compartiendo. Puede ser que todo el concepto en sí te choque, pero si
en algún momento estás en una situación desesperante, insoportable, llámate, sé
amable y comprensivo contigo, sólo por probar, no pasa nada y puede ser que te
lleves una muy agradable sorpresa.
miércoles, 1 de abril de 2015
Por qué no se cumplen los sueños.
¿Cuándo fue la última vez que escribiste un
deseo? Quizá en tu última carta a Santa
o los Reyes ¿y se te cumplió? Muy
probablemente sí, pero cuando dejaste la infancia, también ese privilegio se
fue, aprendiste que esa magia no existía, era sólo una buena intención de tus
padres, disfrazada de ilusión, que al crecer sin más ni más, se desvanecía. También fue tu entrada al “Mundo Real” o más bien, la salida de la magia en tu vida. Tristemente
resignado, aceptaste que el crecimiento va acompañado de insatisfacciones,
decepciones y conformismos, un mundo al que hay que adaptarse (ser parte de un rebaño), donde todos cumplen
con un papel previamente asignado, donde las circunstancias son ajenas a tu
vida y que si corres con la suerte de nacer con estrella, ya la hiciste, sino,
quedarás estrellado sin saber ni por qué. Bueno, déjame decirte, que cuando
aceptaste que eso era “la verdad”, simplemente decidiste como iba a ser tu
vida.
Vivir con unos ratos más agradables que otros, parece normal, e incluso,
esperado que las cosas no salgan cómo
quisieras, y que nada podías hacer al respecto. Pensando simplemente que es el
destino que te tocó. Dejaste de
soñar, o peor, creer que soñar era sólo una quimera. Te arrebataron
de un jalón y en despoblado todo. Pasaste de ser un ser creativo, imaginativo,
investigador, curioso y qué se yo, para ser un robotito, hacer lo que se supone
hacen todos los demás, de acuerdo al grupo donde te encuentres: similares por
edad, trabajo, estudio, lugar donde vives, idioma que hablas, costumbres
comunales, etc. Porque es, primeramente lo que se espera de ti, luego a entrar
en esa lucha por “ganarte” la vida. Así entrecomillado, porque es bastante
irónico, si tú ya estás vivo (bueno, si te escapaste de ser un zombie).
Al
entrar en esa vida de supervivencia, crees que los demás son enemigos, de los
que hay que defenderse, y que por lo tanto, tú o quien lo quiera, debe de
quitar del camino al otro, por lograr algo deseado, como si fuera un trofeo,
pero lo peor, como si fuera uno para disputárselo muchos. No, nos parezca
entonces, descabellado, que exista la envidia, la codicia, la mentira y demás sentimientos
parecidos, si estamos en una guerra sin cuartel y eterna, que además todo se vale, como lo reza el
dicho.
Bien, pero como la idea de estos escritos, no son para encontrar
lamentaciones ni justificaciones, vamos a empezar a desmadejar este asunto.
Primeramente, tú eres un ser único, no repetible, con una razón muy específica
para llegar a este mundo, o ¿qué crees? ¿Qué viniste a crecer, casarte, tener
hijos, hipotecas y tarjetas que pagar?, si eso fuera al menos pensable, no nos
difiriéramos de los animales, viviríamos igual, sin complicaciones, siguiendo
ciclos, tan fácil como eso. Si tú,
tienes especificaciones de fábrica únicas, estás hecho para hacer algo, que
nadie más que tú lo puede hacer. Partiendo de esto, ¿necesitas estar apurado? ¿Competir
con alguien por ello, y por ende estar a la defensiva por perderlo? No, lo
pierdes únicamente cuando no eres
tú. Cuando tratas de ser otro, ese otro que
te dijeron que tenías que ser. ¿Te has preguntado alguna vez, quién
eres, qué eres? Probablemente sí, pero como también, seguramente te dijeron que hablar solo era de
locos, no lo seguiste haciendo, hay un miedo catastrófico por ser diferente,
porque toda la borregada los señala, los critica, los juzga, porque todos están
aterrados.
En
el momento que aceptaste ser un personaje, renunciaste a tu poder, te
convertiste en un ser dependiente, necesitado, sobre todo de aprobación. Justo
en ese momento dar un solo paso adelante sin preguntar, te empezó a parecer muy
osado, hasta que olvidaste hacerlo. Todo ese poder se lo cediste a diferentes
entes, que vas cambiando dependiendo de la situación o lugar en que te
encuentres, en ratos tus padres, tu pareja, el gobierno, la crisis, cada vez que te sientas víctima, tendrás un
victimario, dueño del poder que le cediste, y lo tendrá el tiempo que tú
decidas. Luego entonces, empiezas a
desear que tu vida se transforme, pero por obra y gracia de alguien o algo
ajeno a ti, que implica en poco o mucho que no se cumpla, porque no hay nada
fuera de ti que lo haga, y pensando de esa manera, hay una inseguridad grande
de que se logre.
Para
que esto empiece a cambiar, por principio debes recuperar tu poder, que implica
de entrada que te hagas responsable de ti. Si, como lo oyes, ya nada de lo que
ocurre alrededor de ti, será
responsabilidad de nadie más que tuya. Esto implica que se acabaron los
culpables, ya nada justificará por qué no llegas a un lugar; por qué después de
compartir con alguna persona, te duele el estómago; por qué pierdes llaves,
direcciones, carteras. Todas las
circunstancias que vives y has vivido, tú las has generado, para una función
específica, que te hace evolucionar. Cada que te encuentres en situaciones, o
con personas que te parecen desagradables o insufribles, pregúntate ¿Para qué,
tú has pedido eso? ¿Qué hay en ese momento que no lo ves? Te darás cuenta que a
veces aceptas cosas que no querías por ser educado, porque está bien visto
hacerlo, etc., pero que después de hace
sentir incómodo o mal o incluso enfermo. Esto te llevará a un grado de
consciencia, donde sabrás que es lo que realmente quieres.
Tu varita mágica, por así decirlo, es tu voz,
tu palabra. Vigila lo que hablas y cómo lo dices, porque las palabras no se las
lleva el viento. Sobre todo cuando van acompañadas de sentimientos muy fuertes,
experimentados en el momento que las digas. Si te empiezas a escuchar, la
manera en la que hablas, las palabras que utilizas, empezarás a descubrir cómo,
tú pides cosas que no deseas, o de manera
diferente a como las deseas, pregúntate seguido si de verdad, quieres lo que
crees y para qué.
Otra
situación muy importante, que no puedes desear cosas o situaciones que
impliquen a personas en particular, por ejemplo, si tú deseas una pareja, haz
un mapa de lo que deseas en una pareja, pero no le pongas nombre y apellido,
porque esa persona, tiene libertad, y esa libertad puede ser, que no te quiera a ti; además el hecho de que
tú, fijes tu energía en alguien para lograr algo, puede ser, que esa misma
energía, bloquee tu deseo y no se pueda realizar. Otro ejemplo, sería como
querer un trabajo en un lugar y puesto específico, puede ser que lo logres,
pero a lo mejor eso no es lo mejor para ti, por lo tanto traerá consecuencias fatales.
Evita pedir cosas para los demás, por muy buena intención que crees que tengas,
nadie sabe lo que es mejor para nadie, y tú no eres la excepción. Todos estamos
haciendo tareas específicas de crecimiento que nos llevan a vivir miles de
circunstancias, y cuando alguien interfiere o quiere interferir, perjudica ese
avance. Por eso es muy importante que revises tus deseos y tus intenciones
antes de pedirlos.
Este camino de responsabilidad y consciencia,
no todo mundo quiere seguirlo, porque siempre es más fácil no hacerse cargo de
uno mismo, y poder entonces echarle la culpa a alguien o algo. Aunque todos en
varios momentos de la vida, tenemos esos llamados, se llaman crisis, de
trabajo, de pareja, de vida, de carrera, etc. Que nos indican que no hemos
andado el camino que queríamos, que necesitamos hacer un cambio, pero como en
esta vida nada es obligado, solo tú, puedes decidir tomar o no el timón.
miércoles, 11 de marzo de 2015
Las Leyes Universales
Cuando el oído
es capaz de oír
Vienen los
labios que han de llenarlos
Con la sabiduría
KYBALION
Existen leyes que nos rigen
todo el tiempo, independientemente de si las conocemos o no, que más nos
valdría saberlo. Éstas, gobiernan sobre todo cuerpo o ente en el universo, no
se escapa nada, no se engaña, ni se puede llevar ventaja. Conocerlas, entenderlas y aplicarlas nos
llevaría a tener una vida más feliz, si las practicamos sin transgredirlas, nos
sentiríamos cada vez mejor con nosotros mismos y con los demás, ya que sabríamos cómo tomar el control de
nuestros actos, responsabilizándonos de todo lo que nos ocurre, logrando así lo
que queramos que nos suceda.
En la antigüedad ya se conocía todo esta
sabiduría, aunque siempre se ha guardado celosamente, basándose en uno de sus
axiomas, de que no todo oído está listo para escuchar, por lo tanto no se debe
desperdiciar en quien no lo entienda. Jesús lo decía en una de sus parábolas “no
des perlas a los cerdos”. Toda esta enseñanza llamada hermética, por Hermes
Trimegisto (el tres veces grande) conocido así por los griegos; en Egipto lo
llamaron el dios Thoth; la India, Siria y otras más culturas también poseían y
aplicaban estos conocimientos. Se daban en cierta élite, manteniéndose oculta,
de allí que se tome el término hermético
para señalar algo totalmente sellando, que nada pueda escapar. Este
conocimiento Ocultista se pasaba de
forma oral, mucho de ello se perdió, entre superstición de credos y sectas, pero algo se pudo resguardar en el Kybalión
(el conocimiento divino, entregado al hombre) y la tabla esmeralda, ambos son
tratados para aprender practicando, el conocimiento intelectual no es
suficiente.
Estas leyes son:
·
Ley de Mentalismo
·
Ley de Correspondencia
·
Ley de Vibración
·
Ley de Polaridad
·
Ley de Ritmo
·
Ley de Causa y efecto
·
Ley de Género
El
Mentalismo dice que todo es mente, todo se crea o nace a partir de un
pensamiento, una idea. La mente crea la materia no al revés, así que todo lo
que pensamos está creando algo en algún lugar, pensarás que es un poco
peligroso, porque todos haríamos lo que nos venga en gana, pero esta ley está
regida por las otras, así que aprenderemos con la práctica (o más bien nos
daremos cuenta) que todo lo que enviamos fuera de nuestra mente o consciencia,
se nos devolverá siempre multiplicado. Cuando apreciemos que esto es así, desde
lo más mínimo e insignificante, aprenderemos a crear desde otro punto,
armonizando con todo y todos, porque sabremos que eso es lo mejor. Nuestros
deseos y por ende nuestra imaginación se irá puliendo para ser una mejor
versión de nosotros mismos. Se acabarán las justificaciones de ceder nuestro
poder a las circunstancias, a las personas, aceptando que sólo nosotros somos
arquitectos de nuestro destino como lo decía Amado Nervo.
La
Ley de correspondencia, esta ley
manifiesta que somos un fractal, quiere
decir que todo es igual a todo, nuestro cuerpo es una réplica del universo,
Hermes decía: “como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”. Todo lo que
nosotros generemos hacia fuera de nosotros, lo que vemos a nuestro alrededor,
nuestras circunstancias, son una réplica de cómo estamos por dentro. Todo lo
que manifestamos en este plano material de consciencia, es un reflejo o se
refleja en otros planos o dimensiones, entrelazándonos unos a otros. La
apertura que tenemos hacia la información que nos llega, nos permite regresar
más cantidad de información. Los modelos se repiten, en cualquier escala para
que podamos comprenderlos.
La
Ley de Vibración, dice que todo es movimiento, somos energía en movimiento (o es el estado
natural en el que deberíamos estar), cuando empezamos a estancarnos a cerrarnos
a nuevas ideas, nos quedamos atrapados. Todos nosotros mantenemos una vibración
que depende de nuestro estado anímico, la cantidad de felicidad o miedo en la
que estemos viviendo, resonará con todo lo que esté en la misma vibración, por
lo tanto manifestaremos a nuestro
alrededor o nos manifestaremos de acuerdo a los similar a esa vibración, entre
más felices nos mantengamos, que no quiere decir que nos estemos carcajeando
todo el día, sino, en paz, en gozo, en tranquilidad, todo nuestro universo a la
par de la vibración que emitamos atraerá las circunstancias que vivimos. Porque
esta ley está supeditada a nuestros sentimientos, atraemos de acuerdo a como
nos sentimos, no a lo que hablamos o pensamos, a menos que todo esté en concordancia.
La
Ley de la Polaridad, nos dice que todo es bipolar, aprendemos en este mundo
a través de opuestos, no podríamos conocer la luz, sin la oscuridad; todo tiene
su opuesto, que realmente es su complementario, juntos hacen una unidad. Éste
es el secreto de esta ley, todo tiende a un equilibrio, como todas estas leyes están
dependiendo unas de las otras, mientras más queramos eliminar un polo, más
atraeremos el contrario. El bien y el mal, también son complementarios,
aprendemos trasgrediendo las leyes, el sistema en este planeta está montado
para que suframos cuando transgredimos la leyes, necesitamos vivirlas y
comprenderlas para transmutarlas.
La
Ley del Ritmo, todo tiene un vaivén, nuestra respiración y exhalación es un
ejemplo de ritmo, otro es el día y la noche, las estaciones del año. Saber sobre esta ley, también te da tranquilidad,
ya que en cualquier situación que te encuentres, sabrás que no es eterna, hoy
puedes estar triste, pero mañana o más tarde, estarás feliz, por lo tanto ya no
te importará mucho o no te preocuparás demás.
Podemos tomarlo como herramienta, monitoreando como son nuestros ciclos,
su comportamiento. Aceptar los procesos de cambio que hay a nuestro alrededor
para fluir con ello, permanecer en movimiento; el estancamiento nos perjudica,
porque es antinatural, por eso el agua estancada se pudre, lo podemos ver muy
claramente, los músculos sin ejercitarse se atrofian, todo necesita uso, está
lo que se necesita, sin sobrantes, ya que nos llevarían a limitar nuestro
ritmo. Nada permanece en la misma cresta
todo el tiempo, conforme vamos evolucionando y entendiendo esto, las crestas
negativas son menos intensas, permanecemos más en un estado de paz.
La
Lay de Causa y Efecto, más conocido
por nosotros como karma, pues es esto, ni más ni menos. Todo regresa a la acción
original, no se trata de un castigo, sino de una consecuencia. Como estoy en el
interior, se manifestará hacia afuera
inevitablemente. En el momento que me
hago consciente de esto, tomo el poder de crear mi entorno, cambiando mi interior, para que se
proyecte de otra manera, aceptando y
transmutando. Todo es un espejo de cómo reflejo en todo lo demás lo que soy,
poco a poco, viendo todos estos espejos, me puedo ir reconociendo, y por ende
identificando, para encontrar mi verdadero poder. El universo tiene un orden
geométrico, cuando algo se modifica en ese orden, se vuelve a construir con la
misma energía que fue movido sin excepción. Es aquí, donde las intenciones de
nuestros actos importan, protagonizan la acción, el sentimiento que haya
motivado mi acción, es el que generará la acción que venga de regreso.
La
ley de Generación, para que esta ley se manifieste, debe de existir siempre
dos energías, el yin y yang, lo masculino y femenino, uno proyecta la
información, el otro la recoge, la moldea, trasmuta y la regresa al emisor. Es un círculo, el amor es un sistema diseñado para con la
cooperación entre dos polos llegar a un equilibrio y ser co-creadores. Lo
masculino es la dirección y lo femenino
es la materia, que el universo necesita para generar todo. Nada puede existir
si no se tienen estos dos polos, que no estoy hablando de hombre y mujer,
aunque ese es un ejemplo de esto, simplemente para crear cualquier cosa se
necesitará ambas, o no habrá nada.
En fin todo está en equilibrio o tiende a
él, podemos empezar a observar más a detalle nuestra vida, nuestro entorno para
poder comprenderlo, y poco a poco poder modificarlo, más a nuestro favor y de
nuestro planeta.
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