sábado, 17 de octubre de 2015

El Autoestima





El autoestima como su mismo nombre lo dice es el valor o estima que te tengas, así que aparentemente dependerá únicamente de la calificación que le asignes de acuerdo a la escala que, tú también pongas. Y bueno, hasta aquí, parece que es una situación sencilla de resolver, sólo requiere que la persona sepa que lo adolece y se dedique a quererse, valorarse y ya está. Ese es el meollo del asunto, ¿cómo sabes tú,  qué  tan sana está tu autoestima? Tomando en cuenta que no es una materia que nos enseñen en la escuela, no entra entre la valoración de un certificado médico promedio, no hay una báscula o termómetro o aparato que te avise en qué nivel vas, y lo más importante creo yo, la sobre-valoración del otro (cualquiera que tengas enfrente, atrás o al lado) según nos dicta las reglas de urbanidad, "cede tu asiento", "dale el paso", "comparte tu pan con el hambriento"  etc. que de estos más, hay bastantes.

     No estoy sugiriendo que ahora hay que ser descortés o maleducado, simplemente puntualizar, que cuando vas a valorar más importante,  las necesidades del que tienes enfrente  que las tuyas mismas, pues es un dilema, porque entonces tú quedas de segunda. Una vez,  de cuando en cuando, no le veo nada malo, pero cuando empiezas a tomarlo como estilo de vida,  para este asunto, empieza a ser un obstáculo. Esto por un personaje que te colgaron cerca del oído (quesque la conciencia), que nunca se calla, te amargará la vida, sin duda alguna, si no fuiste "generoso" y "bueno", como se esperaba , que es siempre, no te dicen un determinado número de eventos para ganarte esa bondad, si es  uno de dos o cada diez, da lo mismo, así lo hayas decidido, una de cada cien, ponerte a ti de primero,  con esa es suficiente para sentir la culpa del tamaño de las cien juntas, porque es muy egoísta esa actitud, adjetivo que no es deseable tenerlo en una descripción propia.  

     También nos  han enseñado (creo que esto ya suena a muletilla) aunque de un modo tácito, que somos sujetos a valoración  desde que nacemos, y siempre por alguien ajeno a nosotros, primero nuestros padres, maestros, doctores, amigos, etc.  Nos dicen  cómo estamos, lo que sabemos, tenemos, por ende, lo que valemos de acuerdo a su referencia; al ser una autoridad o porque  tienen nuestra estima o deseamos la de ellos, cualquier escala en qué nos pongan la aceptaremos sin dudar. Puede ser que ésta nos favorezca, o incluso nos sobre-valore, como todo lo contrario.   Si esto sucede desde siempre, además lo vivimos a diario,  lo podemos tomar como lo normal, empañando  nuestra propia valoración. 
       Cuando empezamos a relacionarnos más allá de nuestro clan y queremos formar parte de otro, como el de los compañeros de la escuela o el trabajo. Inicia entonces un juego de deshacer la personalidad de uno, con tal de quedar bien con ellos para ser aceptados, compaginar nuestras opiniones y pasar a ser un clon más del líder del grupo. Donde seguimos el mismo patrón con el que domesticamos las mascotas: premios y castigos, desde los más sutiles a los más grotescos. Y vamos "adaptándonos" perfectamente hasta ser parte de esta sociedad, sin que se destaque mucho. 
        
        Parándome en este punto, ¿Dónde esta el estima propio?, si es que siguiendo por este camino, supe donde exactamente lo dejé. No creo que podamos tener uno sano, por no decir otra cosa más complicada, si no aprendemos a ser AUTO-REFERENTES, lo puse así con mayúscula, porque creo que es muy importante. Mientras la referencia o modelo a seguir, sea alguno en particular, sólo aspiraremos a ser una mala copia, un clon frustrado y o discriminado por no ser el original, o algo así. Vuelve a ser complicado, porque si miras a tu alrededor, encontrarás el modelo (por ser el aceptado por los demás) de mujer u hombre,  de padre, de hijo, de familia, de hermano, ya están todos elegidos; como si fueras hecho en serie, no hay que pensar mucho para deducir esto, lo que sobresale de este patrón, esta tomado como una anormalidad, rechazada en automático, sólo hay dos cosas por las que puedas destacarte, en esta sociedad, por dinero y por ser "bueno", para este último te determinan ciertos ejemplos de personajes (que no voy a decir, pero que seguro sabes de más de uno) donde sólo conoces de su vida, actos de bondad, cualquier otro rasgo de su personalidad, es eliminado, no vaya a ser que se te ocurra salirte del camino y tomes como referencia otra cosa y no la que te dictan.

            Entonces, el autoestima, es como el unicornio, hermoso, deseable, pero sólo imaginario, de este modo, por su puesto.  Cuando ya no intentes tener el reconocimiento, de nadie, o sea, que ya no te interese demostrarle a nadie, qué o cuánto tienes, sabes o haces;  que ya no esperes una palmadita en la espalda o el aplauso (no digo la estrellita en la frente porque suena muy pueril), pero es eso, esperar todo el tiempo a que te califiquen, que todo y todos tengan siempre  autoridad sobre ti; pues nada, el autoestima no subirá por más frases bonitas que repitas, conferencias a las que vayas, o cualquier otra cosa que se haga para lograrlo. Hasta que decidas a sólo pedir tu opinión (que viene siendo un permiso en realidad) para valorarte, tal y como eres o como quieres ser, sin más referencia que la tuya.

       

      



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