Ahora con las redes sociales, al Día del Padre
se le nota un poco más que años atrás. A
diferencia de la importancia exorbitante
a la celebración que le corresponde a la Madre, que
le da, la mercadotecnia, las escuelas,
el gremio restaurantero y demás. No es que critique o enaltezca a una de
las dos, pienso que siempre es bueno tener algo que celebrar; sólo que saber
qué y para qué hacerlo, ya que,
por mera conducta colectiva, no le veo mucho sentido.
Precisamente la diferencia de importancia que parece o me parece que se le da a uno y otro,
es lo que me inquieta. Si uno no fuera tan importante como el otro, la
naturaleza simplemente no necesitaría a los dos para crear vida, ninguno puede
ser protagonista, ni se requiere de más porcentaje de uno que del otro. Sin
embargo con la tendencia a alargar más el período de maternidad saludable,
menospreciar la importancia de la figura paterna y fomentar el aumento de
madres solteras como modelo ejemplar a seguir. Quienes terminan siendo los más
afectados siempre son los hijos. Independientemente de la situación que se
viva, el aumento de hijos huérfanos de padre, ya sea porque la madre no permite
que ejerza su función por sobreprotección, celos, inmadurez, irresponsabilidad
o intereses económicos (cuando los hijos son un cheque al portador), o por mera
identificación con personajes ficticios de novelas con esa tendencia o porque
de verdad no haya un padre. Cuando hay una separación, a pesar de ser más común
ahora, los hijos siguen siendo en su mayoría carne de cañón, como garantía para
lograr cosas o conductas de sus ex cónyuges, dejando en segundo o último plano
el bienestar de los vástagos. Yo no digo
que no se le dé mérito a quien lo merezca, pero no a costa del demérito de
otro, que para empezar me deja claro cierta mediocridad, como para brillar por
sí mismo, como aquello que la luz se nota, entre más oscuridad haya.
Para
que un padre o una madre lo sean, debe de haber un hijo de por medio, obligado.
Yo, como todos, sabemos que las leyes actuales deciden que un niño deja de
serlo, al cumplir los 18 años, esté como esté (me refiero a madurez,
responsabilidad y otras monerías que se pasan por alto), al menos es cuando el
padre o la madre ya no serían legalmente necesarios. Aunque por experiencias
ajenas, cercanas o lejanas o incluso propias,
esa madurez dependerá en muchísimo de lo que papá y/o mamá, o quien se
haya hecho cargo, le haya educado al
niño en cuestión, como para ya tomar su título de adulto, con toda su
independencia y responsabilidad. En
otros ayeres u otras culturas, sabemos que este desapego ocurría mucho más
temprano, con mejores resultados.
¿A
qué viene todo esto? A que unos hijos sanos, que el día de mañana serán la
sociedad de este mundo, con tal sanidad como tengan éstos. Si nos fijáramos un poco en el desarrollo de
un humano, por simple lógica y observación. La necesidad de la madre, es muy
importante mientras el niño no pueda comer, desplazarse y realizar sus
necesidades básicas por sí mismo. Que esto se traduce más o menos en cuanto
empiece a hablar, caminar y poder comer sin ayuda. Después de esto, necesita un
padre que le lleve a la “selva” para empezar a defenderse, cortar con el mimo
de la madre, darle soporte y seguridad en el mundo. Aquí es dónde nos estamos
perdiendo. La protección se ha convertido en sobreprotección, por las
características en las que se lleva ahora esto. Los modelos actuales de
conducta a seguir. La madre por “necesidades”
de ésta nueva era, tiene que trabajar, si decidió tener un hijo, (aún cuando tomar
una decisión implica una renuncia entre
dos entes ó circunstancias) no se puede dar el lujo de dejarlo, para hacerse
cargo del bebé los tres primeros años, para
hacer el papel que le correspondería, se sustituye con las guarderías,
niñeras o la abuela, si es que cuenta con ese privilegio. Dado que esto, ella lo sabe, el sentimiento de culpabilidad
aparece y se sustituye con una sobreprotección que merma en mucho el desarrollo
del infante, para entonces, sólo le quedan tres años más al niño para
conformar su estructura, su psiquis, que lo marcará para toda su vida. Estos otros tres
años son los del padre, para hacer su papel, si la sociedad y la madre lo permiten.
Lo digo así porque gracias a los estímulos que nos gobiernan, como las modas, mercadotecnia y demás, se ha tratado de “maternalizar”
el papel del padre, que no lo veo del todo malo, siempre y cuando la función
que le corresponda la cumpla. Porque no nos olvidemos que somos imitativos,
aprendemos así, con modelos. Los roles con los que se eduquen son los que se
repetirán, si el padre hace de madre, alguien tendrá que hacer ese otro papel,
o la madre anula el rol de padre con eso de la paternidad con soltería, está
simplemente educando al hijo a medias. Que se notará en la adultez de éste,
cuando se enfrente a una toma de decisiones, a enfrentarse a cosas nuevas, a
dejar situaciones que no le sirvan, y
cualquier otro detallito de las vicisitudes que pueden aparecer en la vida, siempre
para su crecimiento, por supuesto.
Un
ser está completo cuando sus partes están integradas, en él, individualmente,
que no tiene nada que ver con si los padres viven o no juntos, está más que
comprobado que muchos hogares separados han dado mejores resultados que otros
donde sólo la muerte los separe. Así que juntos o separados, me parece que cada
quien tiene un papel, que no se debe anular ni sustituir por el otro, ya que
ambos son muy necesarios que estén, los primeros años, después ya cada quien
decidirá cómo funcionará como tal, total, ya está demás.
En fin,
en este compartir de opinión, desde mi derecho como hija que fui en algún
momento, como madre que soy para no cargar con obligaciones de por vida, que
impedirían ejercer otros papeles, y porque al final de todo, de mis hijos me
importa por su mucho su bienestar, independiente del mío o de mis miedos. Así
que ni más ni menos mérito, honor a quien lo merece y tan tan. Muy feliz día
del Padre.
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