lunes, 4 de mayo de 2015

Llámate por teléfono.

Si, la frase es correcta, de pronto al leer de inicio, puede sonar muy extraño, pensar que está mal escrito, pero no. Es completamente correcto, lo escuché en un taller de los mucho que escucho en la web, como sugerencia para retomar el control tuyo, después de una jornada pesada, o simplemente porque es un mal día. Decidí recomendarlo porque todos los puntos y razones que objetó el ponente,  me parecieron bastante razonables y lógicas.  ¿Cuánto hace que no te hablas a ti mismo? ¿Cuánto hace que no te das tiempo para mirarte siquiera?
      Es increíble pero hay personas que jamás en la vida lo han hecho, en lo personal, no necesito llamarme por teléfono, porque cada que me encuentro sola, hablo conmigo misma, en primera porque me caigo muy bien, y me gusta escuchar mis ideas fuera de la cabeza, creo que tienen un poder diferente, salen de esa sopa revuelta de pensamientos para hacer una charla estructurada, además el llamarte por tu nombre, empodera. Recuerdo que más de una persona en la calle se me quedaba viendo raro, porque me escuchaba hablando sola (de hecho por eso me gustan mucho  esos espacios de soledad),  ahora ya no llama la atención eso, porque uno supone que si vemos  hablando alguien sólo en la calle, es porque probablemente esté en una conversación por el celular.
     El conferenciante recomienda para esta terapia, que la llamada conste de ciertos puntos, que no deben ser omitidos, porque no tendría ningún caso entonces, primero que se marque en tu  celular un numero que no exista,  él recomendaba el número de identidad, pero como en México, no tenemos eso, bueno, pongamos un número que quieras que no exista, no vaya a ser que alguien si te conteste. La llamada tiene que ser en voz alta e iniciando por decir tu nombre (lo que les comentaba) en ese momento recuperas tu propiedad de ti, valga el pleonasmo al que estoy acudiendo, porque tu nombre propio es muy importante, y en boca (invocar) de otra persona se apropia de ti. Te vas a preguntar después de saludarte como desees, siempre y cuando sea con calidez, -- ¿Cómo estás?-- Y te vas a responder muy honestamente (no tienes que fingir, ni quedar bien, porque eres tú), en seguida podrás tener unos cuantos minutos para quejarte, pero para que no te desbarranques en la quejadera, que no te lleva a ningún lado y te quita mucha energía, te vas a preguntar -- ¿Qué quieres? – rápidamente esto te lleva a un estado diferente, lo vas a sentir, porque muchas veces deseas o esperas que alguien lo pregunte, ahora tú lo harás para ti.  Esto además de rescatarte del punto de ebullición o cual sea en el  que estabas, resuelve algo, y no necesitas contestarte, dejas al aire si no tienes una respuesta, ya que en ese momento, estarás desahogado, relajado y si eres de las personas que no se permiten perder el control o la imagen, bueno, éste es el momento, y es muy liberador, casi orgásmico, ya lo verás y  te despides con un – te llamo luego --.

     Es una sugerencia  para esos  momentos difíciles, pero como receta de doctor, la dosis recomendada es que lo hagas después de cada 8 o 10 llamadas que tengas con otras personas, porque muchas veces en cada llamada te vas quedando un poco perdido, desorientado, desalentado o qué se yo,  luego entonces necesitas estar contigo de nuevo.   Esta aplicación se basa en lo que te pone mal, tiene la cura, principio homeopático, así que por medio de esta pequeña interacción contigo mismo, ubicarás que es lo que causa problema, y entonces podrás tener una idea clara de la solución. Cuando lo escuché, el consejo dado por el conferenciante, no pudo menos que atraerme, convencerme y por eso es que lo estoy compartiendo. Puede ser que todo el concepto en sí te choque, pero si en algún momento estás en una situación desesperante, insoportable, llámate, sé amable y comprensivo contigo, sólo por probar, no pasa nada y puede ser que te lleves una muy agradable sorpresa.

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