Por
fin dio inicio la conferencia. El Dr. Antonio Gordillo tomó el micrófono y
pensé que los contratiempos de la logística tenían problemas, era indescifrable
lo que se escuchaba. No, después reaccioné. Un doctor siempre escribe ilegible,
supongo que es por la rapidez de ideas, y supuse que leía como escribe un
doctor, así, de igual manera que no se
le entendiera casi nada, o a lo mejor es una asignatura especial que toman para no alarmar al paciente.
Una
vez que la palabra le fue entregada al Maestro Gonzalo Celorio, las cosas
cambiaron diametralmente. Dio inicio a una charla como entre amigos, para
presentarnos a un amigo más o hablar de uno ausente al que debimos conocer en algún momento. Con un brillo en los
ojos, que podía percibir, por la cercanía, ese que se trasmite por las palabras,
cuando conoces tanto a una persona, te
da el derecho de describirla, de la manera que fuera, para bien o para mal. Ya
con la intimidad de dos grandes conocidos, me transporté: casi sentía el olor a
mate humeante e incitante en una mesa, que sin duda alguna me hacía evocar las
imágenes de Cortázar, que acababa de visualizar en su galería. Me imaginaba un
Cortázar con su puro, su barba con restos de mate. Al frente una máquina de
escribir pequeña (como la que tenía en la foto) atiborrada de libros, que él me
describió por pasajes, uno a uno a manera de justificar su espacio vacío. Nació
una necesidad imperiosa de leerlo, de
tener esas letras frente a mí. Su ausencia se compensó con sus notas, sus
apuntes, la parte de él, que le fue legada. La que pudo robar de entre sus
libros.
Fui
poco a poco, adentrándome al mundo escritoril de Julio Cortázar, debo confesar,
que no he leído nada de Julio antes, bueno,
si vale un fragmento de un cuento en una clase, entonces sí. Me sentí con tanta intimidad
palpando la admiración con la que lo describía, con que leía algunas frases de
su obra. Que pronto me sentí dentro de su mundo sin conocerlo, como si ya lo
conociera. El paseo por la biblioteca que fuera privada alguna vez de Cortázar,
fue mejor de lo que hubiera logrado con un trabajo de multimedia. El olor a los
libros viejos llenos de notas, a letras desgastadas, huellas que va dejando en
cada libro.
El mate se enfrió, ninguno lo notó, la charla había pasado a
tintes más importantes, ya no era alguien que acaba de conocer, sino un viejo
conocido. Se fue develando parte de su personalidad, entre juegos, que él mismo
ya le encontraba sentido, detalles que descubren, que desnudan; parecieran
insignificantes pero siempre están ahí ante la mirada de un buen observador,
uno muy cercano que inevitablemente los
nota y que está ansioso de encontrar algo nuevo, algo que le una más a su
fantasma. Casi terminábamos cuando Evohé, de un salto, se acurrucó en el regazo
de Gonzalo, tal vez reconoció alguna de las frases o muchas, que debió escucharle
mientras las escribía en su Monologo con Evohé.
La
charla terminó, Julio paso a ser más apreciado entre el público, guiado por el innegable enamoramiento del
Profesor Celorio a la obra de Cortázar, que no sólo justificó su admiración
sino que nos mostró de manera muy personal casi íntima otro Cortázar.
Bibliografía
XIII Sesión Literaria Anual
Conferencia “Julio Cortázar”
Por el Maestro Gonzalo Celorio
Centro Cultural Universitario Bicentenario
Viernes 22 de octubre del 2010. 19:00 horas.
Presentación: Dr. Antonio Gordillo Moscoso
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