Es sin duda un problema con el que nos enfrentamos a
diario, unos a otros. Y la perspectiva es totalmente diferente, depende del
papel que desempeñemos en ese momento, conductor o peatón.
Empecemos a desmadejar lo que veo como la
raíz del problema: me otorgaron la licencia para conducir (no sólo a mí, a todo
el que la solicitaba), sin ningún examen, desconociendo si era apta para
manejar, con qué conocimiento contaba de la señalética, de las obligaciones
adquiridas, nada. Sólo tuve que pagar y
llenar la solicitud. Hasta la fecha sigue igual, al menos para los que ya
contamos con licencias, sólo hay que presentarla, con sus documentos
pertinentes. Debo añadir, que no sé hasta la fecha cual es el fin de tenerla,
yo la necesité porque me la exigía el seguro del auto. Además si, por alguna
extraña razón (generalmente sigo las reglas) me la llegaran a solicitar, por supuesto
no la querría mostrar, debido a la cantidad de atropellos que han sufrido
automovilistas conocidos.
Los peatones, ciclistas y motociclistas también cuentan
además de sus derechos con ciertas obligaciones o reglas que cumplir, pero
parece que no las saben o prefieren hacerse de la vista gorda. Esto sucede en
gran parte, porque toda la responsabilidad se le da al conductor del auto, (si,
los mismos que nadie examinó). Ahora bien, toda la ciudad de San Luis Potosí,
es en grandes áreas peatonal. Y no está diseñada para eso, Las zonas peatonales
(línea de cebra) se pintan cuando la calle es nueva (después, brillan por su
ausencia) y son muy, pero muy pocos los que la utilizan para atravesar una
avenida, situación peligrosísima, que observé hasta que me puse atrás de un
volante, porque el conductor no tiene una vista de 360 grados, y menos cuando
todo pasa en cuestión de milésimas de segundo.
Se
nos permite cruzar por donde se nos antoje, y una cosa genera la otra. Cuando
las avenidas son largas para los
peatones, no hay zonas peatonales o
puentes en algún punto intermedio, así que la comodidad, más un mal diseño dan
por resultado un caos. Si alguien atraviesa la avenida Salvador Nava,
brincándose las mallas, en caso de que no ocurra algún accidente o en caso de
que sí lo provoque, al peatón jamás se le amonesta.
Otro
punto, son los símbolos viales, que no sirven de mucho cuando no se conoce el
significado, aunado con que hay calles que no tienen señalética alguna, ni
siquiera del flujo de la calle, sin nombre, porque generalmente esas están
situadas en las esquinas de un edificio o casa, pero cuando al dueño de dicho
predio le molesta o decide pintarlo, la quita sin más miramientos. (Y ¡no pasa nada!), pueden pasar años antes de
que se moleste alguna administración en volver a colocar dicha placa (y que
generalmente se ponen o sobreponen en las mismas calles nomenclaturadas, quedando faltantes las de siempre, las
olvidadas) Ahora, si el disco existe y
no sé que dice, lo voy a ignorar. Nadie cuida de que se respete eso, ni como
peatón ni como conductor. No pasa nada de nuevo.
Pero para que ir tan lejos, entre los
mismos conductores no nos entendemos, si voy a rebasar un auto que va lento, le
prendo la direccional pertinente (como regla internacional existente), en el mejor de
los casos la ignora, puede ser que sea un conductor que cree que los espejos vienen
de adorno, o lo toma como un gesto ofensivo y no me deja rebasar. Cuando un
automóvil, está acercándose mucho al mío y veo que no se ha dado cuenta, toco
el claxon (dando nuevamente el uso adecuado). Y recibo una cantaleta que no
alcanzo a escuchar por mi música, pero
que no creo que sea agradable o me responde pitando de manera ofensiva.
Quedaría pendiente hablar de los carriles
no pintados, topes fuera de lugar, baches que distraen al conductor, ciclistas
y motorizados que rebasan por cualquier lado, o que ignoran olímpicamente los
semáforos, calles que tienen el flujo de manera conflictiva, peatones que no utilizan las banquetas para
transitar. Y un rosario interminable de problemas que en 600 palabras no caben.
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