Nuestro
mundo en la actualidad y desde siempre, entre giro y giro, ha mutado. Las
pieles que antes nos vestían (cuando lo empezaron a hacer) pues ya se han
vuelto una ofensa portarlas. El tipo de cambio, primero en especie, con el
trueque, ahora virtual, plástico que nada se parece a cuando era con cacao.
La sociedad aunque se ponga rejega tampoco
está igual. Todo es tan diferente y la evolución es cada vez más rápida, que es
difícil pisarle los talones. La familia, ha quedado fuera de la horma, o que no
se ajusta a esta. Porque ahora podemos hacer combinaciones múltiples. Padres
con hijos y segundos frentes, papás con hijos, madres con hijo y abuela, abuela
con hijo y nietos, abuelos con nietos, y muchos más que si le buscamos, encontramos.
El punto al que quiero llegar, es la aceptación de los mismos miembros
como una familia y no sentirse incompletos y por ende, creándose conflictos
innecesarios. Sobre todo a las nuevas generaciones que habrán de seguir
formando familias.
Si vamos al origen etimológico de la
familia, viene de famulus, que
significa sirviente, y que se denotaba a los “sirvientes de una persona”. Los
romanos por su parte, lo definían como “personas que se alimentan juntas en una
casa”. Así que, si nos ponemos estrictos, pues todas las combinaciones son
válidas, pero en la vida práctica no es así. Los miembros de ellas son los más afectados o
los únicos. Si yo me considero una persona incompleta por no tener el modelo
“perfecto”, toda la vida voy a estar adoleciendo de no corresponder o no valer
lo mismo que el modelo al que quiero parecer. Los niños que se educan con la
idea de que un padre que no está es una calamidad, tragedia y demás, no le
ayuda en nada y le perjudica en todo. No
digo que no haga falta, pero es más afectado si se le hacer ver, como que eso es lo que no tiene. En vez de
enseñarle a validarse con lo que se cuenta.
La autoestima, es algo muy frágil con lo
que se tiene que trabajar toda la vida, porque un paso en falso, te puede tirar
hasta el fondo de un precipicio. Y para que, vamos a ponerle piedras al camino.
Cuando nos aceptamos únicos como somos, de acuerdo a, no sólo el físico y las
cualidades, sino también a integrar las circunstancias de vida, nos hará que
todo nos fluya más fácil. Es muy pesado cargar con fantasmas, héroes
inexistentes, villanos terroríficos, que nos impiden ver la grandeza que
tenemos y que podemos utilizar para llevarla en la mochila a nuestra espalda,
en lugar de pasajeros indeseables o imposibles.
Mejor navegar ligero y seguro, para
encontrar nuestro destino, viento en
popa y a toda marcha.
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