Nada en este mundo pasa por
casualidad, pero como eso implica tomar responsabilidad en nuestros actos, deseos
y querencias, preferimos inventar el azar. Con eso, nos curamos de espanto y cualquier resultado
de lo que vivimos, nos da por anticipado la justificación de que no lo pudimos
evitar.
Vivir en una burbuja de inconsciencia,
donde todo tiene una normalidad material y densa. Nos deja de lado por completo,
el percibir lo sutil de la vida, de su esencia mágica, de un mundo que vivimos
creando, instante a instante nosotros mismos.
Si voltearas atrás, hacia tu vida, y la miraras con detenimiento,
las cosas más importantes de ella, ocurrieron en muchas “casualidades”, tomaste
un camino diferente, por alguna corazonada y,
justo así, conociste a tu pareja. Algún mal rato o “accidente” llevo a
cabo una serie de sucesos importantes. Perder un vuelo, un trabajo, etc. Que
resultó favorable después de todo.
El sentido de decir esto, ahora es, por una simple y sencilla razón. En
nuestro diario ir y venir, topamos con
muchas personas todo el día. Si en algún momento de todos estos, tomáramos un
poco de conciencia y observáramos más allá de
como siempre lo hacemos. ¿Cuántas
veces no ha pasado, que queremos saber algo, o decidir algo y en ese justo
momento escuchamos una canción que nos aclara todo?, ¿En alguna ocasión que
hayas charlado con un desconocido y tuviste un enorme deseo de hablar de algo
en específico y no sabías por qué? No es muy aventurado pensar que, esa persona
necesitaba una información, y que tú se la diste. ¿No te has preguntado, si esa
persona especial en tu vida, te la hayas
topado antes o haber estado cerca de ella y no haber coincidido, hasta un
momento específico? En situaciones tumultuosas, donde no te das cuenta quienes
están, ¿es la primera vez que estarán juntos, cuántas veces habrán coincidido
así? ¿por qué un día, de manera instintiva usas otra ruta a tu trabajo?
Y así, se podría seguir indagando, donde
sólo encontraríamos muchas coincidencias. O Causalidades, les pudiéramos llamar,
al hacer conscientes nuestros encuentros, y entonces, de esta manera
saber que todo cumple un propósito, todo el universo sincronizó una serie de
circunstancias que nos servirían para aprender o enseñar. No como simples
marionetas, con un libreto aprendido, sino llenas de infinitas posibilidades
para improvisar y decidir los resultados.
Pero así, poco a poco, todos nuestros encuentros serían vistos con un
matiz muy diferente, y que por ende, nos dejarían otro sabor.
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