domingo, 26 de mayo de 2013

Perspectiva de Género por Haydée terán.

No sé cómo poder explicar de manera entendible, una situación que me ha dejado más que enredada. “La perspectiva de género”, me deja muy en claro, que hay tantas perspectivas como número de miembros existen en un  género.  Tan simple y sencillamente porque una perspectiva abarca todo un universo, desde un solo punto de enfoque, que cambiará cuando éste se mueva de lugar o de cabeza, con aquello de que “cada cabeza es un mundo”.
     Para empezar se me hace difícil avanzar en una cruzada que trata de homogeneizar una situación de vida que es circunstancialmente diferente de una a otra, cuando se puntualiza en una particularidad para llevarlo a una generalidad. En toda esta iniciativa  de tratar de combatir la violencia y discriminación, irónicamente,   éstas aparecen invariablemente  en el mismo mecanismo de defensa. Se extrapolan las opiniones con un enemigo a vencer, que no es una actitud, ni un concepto,  sino  que tiene nombre y apellido: es el otro género. Una lucha constante de un género contra otro. Donde la separación es un vector fundamental, enturbiando el mismo sentido de la reparación o prevención o  en el mejor de los casos: la integración,  para formar una sociedad con intereses en común.
     Se abordaron los temas, donde imperaban las estadísticas alarmantes, historias que cambian por  el nombre o el lugar, pero termina siendo similar, más de lo mismo.  Sólo saber cómo sucede, que bueno, los diarios amarillistas viven de eso, y lo tenemos a la mano a diario. No es desconocido, y saber que en lugar de 1000 son 10000 no cambia nada. Nada referente a qué se hace para modificar el resultado. Que existan más leyes, más candados, es una tontería, cuando se vive en una sociedad que es experta en evadirlos.
     Y si te das la vuelta y ves con otros ojos, hay un mecanismo que se repite. Una víctima y un victimario se atraen por una ley universal que es imposible de sabotear, chantajear o sobornar. Allí no hay nada que hacer. Si a la víctima le quitas el victimario, inconscientemente buscará otro, porque nos movemos entre lo conocido. Nos da miedo caminar en estructuras o lugares que nos causen incertidumbre. Pero si la víctima, ya no se cree víctima, se empodera, desde su interior hacia el exterior, ocurre que no va a encajar en el otro esquema. ¿Qué se hace para que una persona renuncie a su estatus de vida, para adoptar otro? Esperé en escuchar algo al respecto, que no llegó nunca en la toda la semana que duró la Jornada.  Del otro lado, un victimario fue en un momento víctima, que por sobrevivir se extrapoló, no se sanó. ¿Qué hacemos para no fabricar más victimarios?
     Fue un momento emotivo cuando el panel estaba formado por mujeres representantes de diferentes grupos indígenas. Ellas mostraron su coraje y fuerza, al contarnos sus logros personales, por demás plausibles cuando tienen más en contra,  que otro grupo para realizarse como lo hicieron ellas. Pero al responder  sobre las tácticas a seguir, para enseñar a su comunidad a combatir la violencia y discriminación, quedaron desarmadas.   El mismo público no estaba de acuerdo en si era violencia, o usos y costumbres de ellos. Situación que me aclaró aún más el panorama, ya que me sentí como espiando la vida privada, y criticarla desde mi  soberbio punto de vista, donde yo decido que está bien o qué está mal. No se puede hacer una cruzada cuando los intereses o sensibilidades son casi infinitos. Ellas lo lograron de manera individual, porque así lo decidió cada una, al no estar  de acuerdo con lo que vivían, pero ¿qué pasa con sus hermanas,  con sus madres? Que tal vez para ellas, eso que viven,  está bien.  Y es violentar su forma de pensar, convencerlas de otra cosa.

     Sigo pensando que nuestra solución está en la educación. Si empezáramos a formar ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones, desde niños no hacer diferencia, en que unas tienen privilegios de género, que no son los mismos del otro,  en ese preciso momento empezamos a marcar diferencias. Si,  las tenemos y jamás vamos a ser iguales biológicamente o físicamente.  Pero el  respeto, todos lo queremos. Sin “hacernos bolas” con leyes para las mujeres A, para las B, para las C, donde me sentí excluida cuando no pertenecía a esos grupos. Todas somos mujeres por igual con necesidades diferentes,  el respeto es lo que nos interesa, y creo que si fuera hombre, ese también sería mi prioridad. Ahora, de los roles, creo que no hay uno que se debe de imponer, sino, pregúntele a las mujeres que viven sus roles tradicionales, si están dispuestas a renunciar a qué su marido se encargue de resolver su vida en gran parte. Sinceramente, no creo que muchas abracen esa idea. Entonces,  lo que es imperativo es empezar a vivir con el Respeto por delante. 

No hay comentarios: