jueves, 27 de febrero de 2014

Escuchemos nuestro corazón.

La conciencia es un campo magnético,  tomando conciencia  modifico  el campo magnético de nuestro corazón. El campo magnético de la Tierra se está debilitando, y éste está supeditado al campo magnético de cada uno de nosotros. El deshielo de los polos, esos cambios climáticos a los que nos hemos enfrentado últimamente, es parte de este debilitamiento.
        Puedo empezar a tomar conciencia de mi responsabilidad y crecer como adulto. Saber que cada decisión que tomo o desecho, afecta directamente a mi corazón.  Creo que tenemos que aprender a escuchar a nuestro corazón, dejar de razonar todo, que muchas veces las razones que tenemos son las peores que se nos ocurren, porque simplemente lo hacemos bajo un prisma automático resultado de una educación determinista y conveniente para unos u otros, pero muchas veces no para la persona que está actuando.  Nuestro corazón es un cerebro, lleno de neuronas, que se altera cuando nos frustramos, cuando tenemos emociones negativas que en principio afecta nuestra salud y por supuesto lo que pasa en nuestro alrededor.
          Soy coherente cuando pienso, siento y hago en sintonía, no digo azul aquí, y actúo verde acá, etc.  Digo si, cuando de verdad quiero decir sí; y que la respuesta de mis actos no son manipulados por culpas ni obligaciones impuestas contra mi voluntad, por querer quedar bien, ante ojos que no son los míos. Dejar de ser hipócrita, que con la única persona que deberíamos de quedar bien somos nosotros mismos, para que nuestro corazón, esté en paz, al estar en paz, irradiamos esa tranquilidad y plenitud a nuestro alrededor, es ser egoísta, ante los calificativos con los que hemos crecido, pero es la única manera de ser uno mismo. ¿Por qué voy a ir a un sitio que no deseo, sólo por ser “educado”? Tratar personas y aceptar argumentos con los que no congenio, haciendo cosas que detesto, para “encajar” en una sociedad. Eso es ser incoherente y tu corazón no lo entiende, cuanto haces algo contra tu voluntad, tu estado anímico completo se ve afectado, tu corazón entristece, el ritmo cardíaco se modifica.
          El Investigador alemán Fritz Albert Popp, demostró que las células emiten luz, un cuerpo sano tiene una radiación tipo lasérica que tiene un ritmo debido a su coherencia, porque todos sus fotones están alineados como si fueran una orquesta;  demostró lo contrario en  pacientes con cáncer que son los que sus fotones no tienen dirección alguna, están extraviados,  y los de esclerosis múltiple por el contrario se ahogan en su luz, son rígidos completamente. Las personas iluminadas no emiten luz, porque su cuerpo se une al campo .0, se funde con él. El iluminado es la ausencia de luz, porque ya no emite juicios, no toma partidas, es luz no manifestada. La coherencia es el estado de perfecto equilibrio entre el caos y el orden. Incluso Popp, piensa que los organismos enfermos podrían someterse a un tratamiento de coherencia, aplicando un estímulo rítmico exterior para recuperar el suyo propio.
     No se necesita hacer cosas raras, ni difíciles, simplemente preguntarse, ¿quiero hacer esto? ¿Lo que hice el día de hoy, era lo que deseaba hacer? Cuando se dice “unamos nuestros corazones a  “equis” causa” es literal, ellos entienden eso. Pero no lo hagamos como un acto conductual, sino porque de verdad lo sintamos ¿Por qué no aprendemos a escucharlo y ponerle atención? Que es más barato, más fácil y nos beneficia a todos.


Buen día!!!


sábado, 15 de febrero de 2014

Una palabra mágica: LA COLABORACIÓN

Últimamente es muy difícil no caer en la tentación de criticar el país, la vecina, tarara tarara tarara, porque vivimos en un estado de espera constante, esperar a que haga alguien, algunos, todos; que automáticamente calificamos en relación a nuestra escala de expectativas. Y como nuestro sistema funciona con base a la ley de oferta y demanda, pues vivimos en un desequilibrio total, porque todos demandan y nadie oferta.
     Primero, nos hemos creado muchas necesidades, la que más conflictos nos da,  es la de aprobación; donde además de preocuparnos por  respirar, comer,  vestir y habitar (que serían las básicas), le agregamos un plus, no todo equivale a la misma calidad de comida, ni de vestido ni de vivienda, no por lo  que satisfacen, sino para pertenecer al grupo donde quiero ser aceptado. Sea por nivel socioeconómico, intelectual o gremio cualquiera que tenga un distintivo de otro y me interese pertenecer. Así, nacen las etiquetas, esto es mejor que esto otro, porque algo o alguien lo dice, y los demás siguen el ritmo, luchando por ganar un estatus o un lugar, del cual más que premio, parece una cárcel. Sí,  una prisión, porque fuera de sentirme bien conmigo mismo a secas, no, primero soy de tal país, como si uno fuera mejor que otro, de tal colonia, de tal familia, de tal escuela, de tal idiosincrasia política, religiosa o moral; aunque esta última, sea más de nombre que de práctica.  Que bajo estos preceptos, me voy a sentir aceptada o rechazada o intimidada, por los demás diferentes a mí, y de lo cual mi reacción también será una contraparte. Así que no empezaremos por encontrar a ningún inocente o culpable, como se quiera ver desde este punto de vista.
     Si nos detuviéramos un poco y observáramos cualquier pedacito de naturaleza, descubriríamos o mejor dicho recordaríamos que funciona todo, en una total colaboración equilibrada, la tierra no menosprecia las semillas por clasificación, el agua no discrimina nada, el sol, el aire, los mismos insectos y fauna “nociva” como nosotros la hemos calificado, tiene su papel, igual de importante el de uno o de otro, ya que para existir, se necesitan todos. Cada cual da sin esperar, todo su ser, para crear una sinfonía maravillosa.
      Este modelo de convivencia  y colaboración, nos vendría muy bien a todos, cada quien haciendo su parte; como un inmenso  reloj, para poder mover toda una maquinaria, por muy pequeño que sea el engrane o la pieza, se requiere de la participación de todas. Es muy fácil, culpar al de enfrente, y dejar toda la responsabilidad de todos bajo sus hombros, nadie, por muy superhombre que fuere, se le duplica  su  capacidad para cubrir las de su vecino, y si así, lo hiciese, el rendimiento se mermaría en un plazo más corto.  
     Me parece  sumamente ilógico, infantil y ridículo, creer que, nuestro mundo va a cambiar, porque los que deben cambiar son unos cuantos dirigentes;  ¿y todo el resto? ¿Dónde queda su responsabilidad? Si viéramos al gobierno, cualquiera que este sea, como una madre o un padre, para que solucione todos nuestros problemas, nosotros representaríamos el adolescente o infante perpetuo, que sólo exige protección, alimentación, derechos, sin producir nada en algún momento y que la madre o padre, si van teniendo una depreciación a medida que crece el número de hijos.
     Nos hace falta madurar, tantas y tantas reflexiones que se ven muy bonitas, cuando se
postean, no nos sirven de nada. Si al menos pusiéramos un poco de atención a las palabras que nosotros mismos abanderamos como nuestra ideología, pero que a la vuelta de la hoja, hacemos otra cosa. Y lo digo, porque me acuerdo mucho de una reflexión que aquí, en las redes sociales y en correos masivos han enviado mucho; la anécdota del pajarito que quiere apagar un incendio en el bosque, donde todos los animales corren para salvarse, y él con sus alas mojadas alcanzaba a tirar unas cuantas gotitas de agua, que recogía de un arroyo o río. Si todos llevaran agua, probablemente el incendio no prosperaría.  Y ¿qué nos cuesta a todos y cada uno? Hacer mejor lo que está haciendo, ni más ni menos, seguir haciendo lo que hace, pero enfocado a dar una mejor calidad de vida para todos los demás, él que lava carros, él que los arregla, la que hace comida, la que atiende una oficina, etc. Muy probablemente, nuestra necesidad de aprobación se relajaría, habría menos límites culturales o sociales, y nos importaría más, la persona que tenemos enfrente sin ninguna distinción, además como todo lo que se da, se recibe de vuelta, tendríamos buenas atenciones siempre.

     

Pide sin miedo.


miércoles, 5 de febrero de 2014

Un caldito, loco loco.

Una de las razones por las que inicié este proyecto, de El  Pan de la Nonna, fue rescatar del olvido o no dejar perder recetas, que en algún momento de mi niñez fueron mis favoritas y después se convirtieron en un vago recuerdo al adoptar un estilo de vida diferente, rutinas nuevas, la introducción de alimentos procesados en las alacenas, sabores que por control de calidad no tienen la sorpresa de que saben diferente por cambio de estación, por la cantidad de lluvia en el año, o los colores cambiantes por las sequías.
          Uno de esos platillos es el Caldo Loco, oriundo de la huasteca potosina, ya que yo soy de allá, aunque casualmente mis abuelas eran de Hidalgo, ambas, una de Pisaflores y la otra de Santana, así que no sé si ya lo conocían, antes de vivir en Tamazunchale, de donde aparezco yo,  no tengo más datos del origen de dicho guiso.  Cada una lo hacía a su estilo, cuando me encontraba con la sorpresa de que lo habían hecho para la comida, yo, que era más bien remilgosa, repetía ración. Ese era un truco que a mi mamá (que tenía la obsesión como todas las madres, con la comida de sus hijos) le hubiera gustado aplicar seguido, pero dadas las características mismas del caldo, no era muy popular en casa,  razón por la cual, yo tampoco lo hago, aunque me fascine.
          No he encontrado, personas fuera de allá que lo conozcan incluso, y este caldito para mí, es toda una epifanía de la gastronomía, su mezcla sui generis de sabores, dulce, salado y acido, lo hacen único. Es un guiso que se puede hacer con carne de res o pollo, acompañado de manzana, piña, plátano macho o largo frito, elote (una de mis abuelas le agregaba también chayote), su recaudo, canela, azúcar, Todo un abanico de sabores para estimular toda la lengua, por el antagonismo de sus ingredientes.
           En fin, el punto es, que espero no se pierda esta maravilla de plato, que además es una reliquia, ya que su origen data de recetarios del siglo XVIII,  y que a más de uno de ustedes se les antoje probarlo, así el día que lo haga, tendré comensales para él.

     

sábado, 1 de febrero de 2014

La intención y la atención.

Estas son dos palabras a las que hay que atender muy meticulosamente, ya que  implican la parte fundamental de nuestros deseos y la manera en la que se concretan o no. Después de haber leído y escuchado información al respecto,  creí que lo había entendido y !oh sorpresa!, no era así, porque buscando más información me encontré con que estaba a medias.  Lo importante de cualquier conocimiento es integrarlo, hasta que ya se haga en automático, ningún aprendizaje sirve, si no lo pones en práctica. Y cuando pasas a esta etapa es cuando te das cuenta si lo aprendiste o no, muchas veces caemos en la trampa de que porque entendemos el mecanismo de un funcionamiento ya esta listo, lo damos por hecho; cuando más adelante nos encontramos con que ni siquiera lo tomamos en cuenta, al enfrentarnos a algo donde lo podíamos aplicar.Si nos dimos cuenta, aceptaremos que eso no esta integrado, esto es lo difícil de cualquier inicio o adaptación nueva a algo, porque es muy fácil repetir los patrones que tenemos,  todo es un  reaccionar, lo hacemos inconscientemente.

     Regresando a la intención, ésta es la parte sutil pero también la que estructura nuestro deseo, inherente a cada deseo se encuentra el mecanismo para su realización, esto esta escrito en antiguas escrituras de sabiduría.  Un ejemplo podría ser que deseo que mi empresa mejore,  si mi intención, o lo que me mueve es ser más competitiva, ganar más dinero, voy a estar enfocada en detalles como, mejorar una venta, hacer más horas de trabajo, invertir más, etc., esto implicará más gasto de energía en mí y probablemente más frustraciones, voy a estar empecinada en ver resultados cada día o cada momento, que  indiquen mis avances, y esto es precisamente mi atención, voy a estar enfocando y energizando eso, al saber que la energía tiene una fuerza, esta parecería que va al sentido que yo quiero, pero no, va en sentido contrario, porque yo quiero controlar todo, es como meter freno al carrito de una montaña rusa, cada que pongo atención en lo mismo, es como si frenara, porque desde que quedó el deseo invocado, toda los rieles de la montaña rusa se construyeron, y yo sólo tengo que tener la certeza y dejar que se vaya solo. Seguir pensando en mi intención y no en mi atención, porque lo detiene. Dice una frase chamánica: "el universo tiene más de dos opciones que a ti no se te ocurrieron", cuando quieres llevar el control de todo, pierdes posibilidades.

      Más sin embargo, si lo que me mueve es tener una mejor empresa, desde el punto de vista de mejorar la estancia de trabajo de mis empleados, procurar un ambiente agradable, que ellos estén satisfechos, voy a contar con la colaboración, cuando ellos capten mi intención. Obviamente traerá como resultado, mejorar las ventas, y todo lo demás. No me fatigué, no me cansé, porque la idea era más relajada y divertida, y la contagio a los demás, que tendrán la misma intención que yo, porque también se verán beneficiados.
    
        Hay unas leyes en la naturaleza que nos rigen y las hemos dejado de lado, si queremos que nuestros deseos se realicen con más efectividad, tendremos que aprender a observar más la naturaleza, ella crece sin esfuerzos, suave, rítmica, sin complicaciones. Cuando un agricultor siembra, el no va a apurar la semilla, sólo se dedica a hacer lo que le toca, regarla, abonar la tierra, etc. e invariablemente si hizo su trabajo, en el tiempo adecuado, ella crecerá, florecerá y dará fruto. Así funciona, no esperará que salgan fresas, si sembró tomate, y tampoco por apurar, crecerá más rápido. 

        Y entre más universal sea mi deseo, o sea más beneficio a otras personas implique, más herramientas me dará el universo, para lograrlo.

      Toda meta tiene oculta una intención, que a veces no es la que creo que tengo, pero entre más me conozca, más me comprenderé, así cada paso o decisión que tome no me implicaran riesgos no contemplados,porque ya los habré asumido sin temor, por ende mis pasos irán más firmes y seguros.

        

Shhhhhhhhhhh!