martes, 21 de enero de 2014

La arrogancia de la verdad absoluta

Ahora puedo empezar a comprender porque muchas de las cosas que me decían de niña no me cuadraban, simple y sencillamente todo dentro de mí,  se negaba a aceptar bastantes de ellas; dogmas, creencias, supersticiones, órdenes, tradiciones, costumbres,  por supuesto roles, y qué se yo.  Claro, me tocó nacer en un pueblito, ser mujer, bajo una familia más que tradicionalista, si se me olvida mencionar alguna característica, creo que  con esas son suficientes, para plantear mis circunstancias.  Muchas casi me producían  sarpullido, obviamente no podía ni siquiera mencionarlo, sin que se pararan los pelos a alguien o me acusara de cualquier cosa, traté de ser siempre muy “prudente” (defínase hipócrita)  por educación, aunque esto ya me quedo clarísimo que no es importante. Muchas de las cosas que me decían según mi percepción de la vida, me parecían antinaturales e ilógicas, pero no me quedaba más remedio que aceptarlo a medias, decía que sí, pero pensaba otra cosa.  Salvo que, siempre he tenido una obscura curiosidad, que me envía más allá de donde me quieren poner, no me canso, ni renuncio; entre menos información encuentre a lo que busco más me obsesiona.  Hay cosas que se guardan en la memoria, por mucho tiempo, esperando a ser   reactivadas más tarde o más temprano. Yo era, algo así, como: Si es cierto, compruébamelo. Muchas veces cuestioné mi falta de fe (no estoy hablando de religión), de querer saber los por qués de todo, y digo, era, porque como dicen: Él  que busca encuentra. Me tardé un poco, o un mucho de años, que ahora todo me parece que empieza a tener el sentido.
     Después de las barbaridades que aprende uno en la familia, siguen las de la escuela, donde encontré una de mis más grandes pasiones, las ciencias. Que si en aquel entonces, me las hubieran enseñado de otra manera, jamás las hubiera dejado, pero como un gran amor ni se olvida, ni no sé qué, me lo volví a encontrar, bastó con husmear un poco, meter la nariz en algún libro, alguna teoría y creo yo, que ahora con la gente indicada para saber lo que quiero.
     ¿Por qué todo este rollo?, bueno, tiene una gran explicación de lo que quiero exponer. Como, de lo que quiero hablar ahora es del observador, ese que en el método científico es el que mide, pesa y comprueba, pero con una pequeña variante. Nuestro laboratorio es la vida (pequeño detalle omitido) y que siempre, siempre, invariablemente hacemos eso en cada instante vivido. Así que con la información a medias, nos convertimos en jueces todo el tiempo, y lo más importante de todo esto, es saber que no comparamos algo con algo desconocido,  nuestro rango de medición va a estar preestablecido (que son las reglas que ya nos han dado) automáticamente, todo es dual y comparativo: grande-pequeño, malo-bueno, frío-caliente, etc. Y depende del que está midiendo (exclusivamente) que se da un resultado, porque lleva implícita su percepción, que ahora está comprobadísimo que altera el resultado de acuerdo a sus expectativas.
     Una vez, me entró una de esas obsesiones por algo,  convencí a mi mamá que me comprara una ouija, estaba loca por probar y comprobar todo lo que se decía al respecto. Pues bien, mi euforia no duró mucho tiempo, lo empezamos a jugar, mi hermana, mi prima y hasta mis tías. Estas últimas creyeron que era como una cartomanciana en casa, empezaron a hacer preguntas que no sabía de qué se trataba porque la pregunta era mental; y aquí mi desencanto: la ouija no quería moverse si yo no la jugaba y mis tías empezaron a usarme, por decirlo así; hacían sus preguntas (que yo no conocía nunca) pero que lo que yo pensaba, era lo que se contestaba una y otra vez. Me decepcioné, no entendía, por qué tenía que aparecer lo que yo pensaba, sin hacer trampa. Simplemente  me negué jugarla más. Ahora entiendo que yo al ser el observador, modifiqué el resultado con mis expectativas, si en la escuela me lo hubieran enseñado así, incluso habría sacado provecho del asunto.
     La percepción que cada uno tenemos, nos lleva a vivir de una u otra manera el mismo evento, llámese condición económica, accidente, salud, pareja, trabajo.  Para muestra un botón: cualquier persona en el mundo va a tener simpatizantes y gente que no  la tragará ni porqué sea lo único que tenga que comer. ¿De qué depende? ¿De ella? ¿De los otros? De la información. Y esta información la codificamos de forma muy personal, en base a ello, nos asociamos compartiendo parte de una misma información particular que se conforma después en colectiva, aunque sea un solo dato el que nos junte. Podríamos unirnos por nuestras preferencias gustativas, orígenes culturales, ubicación geográfica, ideas políticas, en esto hay todo un universo, que compartir, pero esto todo mundo lo sabe.   Lo que no nos informaron fue que se puede programar y desprogramar todo, a nuestra conveniencia. Lo cual es muy importante saber, así no te encontrarás con datos que estropeen tus proyectos, porque cuando llegues a un callejón sin salida, simplemente cambiarás el chip para seguir adelante.
    


     

No hay comentarios: