“Lo que
no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino” Carl
Gustav Jung.
En nuestro inconsciente
albergamos muchas historias, acumuladas desde nuestra gestación o que nos son
heredadas, se van tejiendo como el hilo y urdimbre que vamos colocando, con cada
experiencia y emoción de aquella. Que nos programan, de manera que cuando
vivimos una nueva experiencia, sólo reaccionamos, la evaluamos de acuerdo a lo
que ya conocemos, lo juzgamos, comparado con esas referencias. Por lo tanto,
siempre estamos viviendo en el pasado, decidimos que es bueno, adecuado o
incorrecto con base a todos los datos,
que se colocaron en la memoria y que muchas veces, ni siquiera son de nuestras
vivencias, sino, heredadas de nuestros
padres o abuelos. Así va ocurriendo nuestra vida, todo gira de acuerdo, al Dios de mamá, a los valores de la abuela, a
las manías de nuestro padre o proyectos insatisfechos de nuestro abuelo, y
también, como sociedad que somos, a los
prejuicios colectivos de nuestro entorno.
Cuando encontramos a alguien, ya lo
habíamos buscado, no con nuestros ojos, sino más allá de nuestros sentidos, con
nuestro inconsciente y sus necesidades. Vaya a ser nuestro futuro jefe, que
quizá es el padre eternamente buscado y
no encontrado, nuestras amigas, como
madres sustitutas para que nos sigan controlando, regañando y limitando.
Actuando de manera magistral, el papel que nos tocó representar en nuestro
árbol genealógico. Ahora víctima, ahora verdugo. En una rueda de la fortuna,
que sólo gira desde su misma base, mismo lugar, misma vuelta y todo se repite. Profesiones,
tragedias, arquetipos. Buscando afanosamente el reparto de los demás,
que harán el papel que necesitamos para embonar de manera perfecta en nuestros
guiones. Si requerimos un villano, es porque
sólo sabemos hacer el papel de víctima, que estaremos representando hasta que
nos cansemos y queramos actuar en otro personaje.
Huir de una situación, buscar otra persona, a
la que sólo le cambiaremos el nombre, porque “casualmente” estará siendo igual
que la anterior, no nos ayuda a mejorar. Si deseamos un cambio, éste,
iniciará en un viaje intenso y
extenso a nuestro interior. Bucear entre nuestras creencias, apegos y deseos,
desmenuzarlos y entenderlos. Para encontrar los propios. Dejar los
sirven para llevarlos por el sendero que queremos recorrer, quitar los
pesados lastres que nos obligaran a quedarnos atorados en el camino.
Todo se reduce a crecer, a tomar
consciencia de nuestra vida, responsabilizándonos de ella. Sin miedo, sin
trampas, sin culpas. Cuando tomemos las riendas de nuestra vida, no habrá más
que lo que nosotros queremos que haya, les arrebatamos de una vez por
todas, el poder que alguna vez, les otorgamos a los otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario