miércoles, 6 de enero de 2016

¿POR QUÉ A MI?

Esta es una pregunta que al menos una vez en la vida te la habrás hecho, en ese momento de desesperación e impotencia, cuando dentro de tu entender, no tienes una explicación para dejar tranquila la lógica que se juega en tu cabeza. Y supongo que  la has escuchado muchas veces también, hay personas que incluso la llegan a usar como mantra, de tan cotidiano que la repiten.

     Si llegamos al punto de hacernos esta pregunta, es porque nos descubrimos en un callejón sin salida,  porque creemos firmemente que hay un Dios, destino, o cómo prefieras llamarle, que nos eligió entre los demás para hacernos la vida pesada, sin ninguna justificación, y me atrevo a afirmar lo último, porque si creyeras que fuera justo, no te quejarías de nada. No quiero entrar en controversia con las creencias inculcadas de acuerdo a tu formación. Pero si esto es así, no tienes un papel protagónico en tu vida, sólo sigues un guión predeterminado por tu familia, padres, sociedad, tu Dios, o el destino. Por lo cual,  no sé si te has preguntado, ¿Qué caso tiene nacer? ¿Para qué vivir una existencia que alguien (quien sea) escribió de antemano cómo iba a ser? No le encuentro sentido. Yo me he hecho cantidad de veces estas y otras preguntas, de ¿por qué me pasaban cosas que yo considero desagradables? y sin embargo no sucedían las que  deseaba, asumiendo que seguía el camino correcto, sin éxito. Además encontrando ejemplares a los que aparentemente todo les funciona bien, haciendo todo incorrecto de acuerdo a mi juicio, que no entendía, pero sucedía. 

     Y así, entre muchos cuestionamientos  por fin encontré algunas respuestas, un poco de aquí, otro poco de allá;  descubrí, que para empezar, casarte con una ideología, es el primer error, "nadie experimenta en cabeza ajena"  al adoptar como verdad absoluta algo que a alguien o algunos les ha funcionado, no quiere decir que sirva para tu caso, y posiblemente sea así.  Experimentar es lo que te enseña, o desengaña; no lo que te cuentan, así que como primer consejo, te diría que no te creas nada, y empieces a probar lo que oyes o se ocurra, a modo de prueba y error, así sabrás con seguridad qué te sirve y qué no.

     Dada mi naturaleza curiosa, empecé a meter la nariz por todos los lados que pude, y coleccioné información: hermética, chamánica, cabalística, de diferentes culturas,  filosofías, contemporáneas o antiguas,  etc., entonces comprendí que todo es sólo una parte de un todo, que complementa, para formar tu propia idiosincrasia, la que es útil para ti, como un traje a la medida, y que también pueda modificarse de acuerdo a la ocasión, una estructura inflexible y cerrada como nos hicieron creer, que era una personalidad estable, nos limita muchísimo, porque sólo nos da las mismas opciones para todo funcionen o no, y por eso es que más de una vez te has encontrado en ese callejón tapiado.

     Regresando a ¿Por qué a mi?  me topé nuevamente con eso de  que sólo ocupamos el 10% de nuestro cerebro; al menos, cuando yo oí esta frase por primera vez, me pregunté "n" cantidad de veces, de qué manera podía aumentar mi capacidad, porque era algo que me parecía muy seductor,  aunque era otra de las preguntas guardadas en el cajón sin respuesta. Bueno, pues por fin estaba ante una explicación, que adopté, porque me pareció lógica, coherente y con sentido. Sólo ocupamos y ocuparemos ese pequeño porcentaje, mientras tengamos juicios, así de fácil. Cuando estamos ante algo (cosa que es todos los días) y discriminemos, como bueno o malo,  nos limitamos. Al decidir, que algo o alguna experiencia es buena, rechazamos la otra, y todo lo que involucra; esto a primera instancia, porque también encierra otra monada, resulta que nuestra estructura mental se forma por medio de lógicas, sólo lo que tu cerebro o tu hemisferio izquierdo mejor dicho, acepta como lógico, coherente, en pocas palabras lo que conoce, por lo tanto se refiere a lo que tú has coleccionado como sabiduría, no va más allá; llega a donde le enseñaron que estaban sus límites. Para poder aumentar eso, tienes que romper esquemas, aceptar parte de lo desconocido; lo que tu estructura mental va a rechazar casi en automático. Razón por la que te metes en problemas, cuando no tienes solución, o simplemente das la que conoces y que no te va a llevar a ningún lugar distinto, siempre al mismo. Vamos a ver por qué llegamos a esto.

      Pues bien, cuando nacemos, llegamos a esta vida por la intención de  un otro (nuestros padres o alguno de ellos al menos), sin ella no ocurre el embarazo, claro, esta intención puede ser consiente o inconsciente,  en ésta ya va un propósito, tal vez justificación para casarse, para no separarse, para hacer compañía, para cuidar la empresa, en fin, pueden ser muchas. Esto nos programa, al igual que un programador de software, hace diferentes comandos que llegan a un límite, un ciclo, y discriminaciones preestablecidas, que obedecen a tu diseño original.  Mientras vamos creciendo, hasta los 7 años más o menos, hemos seguido siendo adicionados por otros programas más, del colectivo, de la familia, que nos va moldeando hasta hacernos lo que llamamos nuestra personalidad, que encierra el carácter, las preferencias, los no gustos, y todos nuestros límites morales y de valores sociales que nos hayan insertado. Nos encontramos muchas veces diciendo: yo soy bueno para esto, pero para esto soy pésimo, de hecho,  esto también está programado. ¿tú crees que tendrías las mismas cualidades o aptitudes que tienes ahora, si hubieras nacido en otro país, con otros padres, con otra religión? la respuesta obvia es no.

       Además de nuestras programaciones, cada que nosotros vivimos una experiencia desagradable o traumática, en nuestra psique se graba una historia, de esa historia, una escena,  que también nos programa, para revivirla y darle una respuesta diferente a la que dimos o porque no la dimos. Que nos hace vivir un ciclo que se repetirá incansablemente hasta que le demos solución. ¿Te acuerdas los problemas que nos ponían en la escuela para saber si ya habíamos aprendido le lección? Nos ponían distintos planteamientos para utilizar las fórmulas o las ecuaciones que nos enseñaron, pues esto es ni más ni menos que lo mismo. Tendremos que aprender a ver nuestros problemas o lo que nosotros llamamos así, de otra manera, enseñarnos a reconocer qué estamos orquestando, contra nuestra voluntad (la consciente), descubrir el origen de esa programación para cambiarla, o incluso adelantarnos a lo que sabemos viene después. Así que cuando te encuentres preguntándote eso, detente un poco y cambia la pregunta por varias, como: ¿Para qué llegué aquí? ¿Que me hace terminar en ese lugar? ¿A dónde quería ir? ¿Qué es lo que me desvía del camino que quiero? ¿Qué necesito adoptar para cambiar los resultados? y bueno, las que se te ocurran, pero que te hagan pensar en otras salidas, o al menos saber que tú llegaste allí, porque sigues siempre misma ruta, que llega al mismo destino invariablemente,  y sólo  tienes algo  que modificar, lo cual me parece maravilloso, no sé a ti, porque solo de ti depende. 

   
   



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