martes, 17 de febrero de 2015

EL CUENTO DE LAS ALMAS GEMELAS

De niña me gustaba mucho que me contaran cuentos antes de dormir, lo hacía mi mamá o mis abuelas, a veces no se los sabían completos, así que me quedaba con la sensación del ¿qué pasaría? Entonces me tocaba imaginármelo, como las películas de continuación. Me puedo imaginar la cara de ensoñación con la que dormía recreando un feliz cuento, donde yo sería la protagonista, así creo que es como nace la cursilería y el romanticismo femenino. Yo estaba convencidísima que ese era la manera “correcta” de cómo sabría   quién estaría destinado a mí, desde el momento en que lo vería sabría que es él, por todo lo que sabía (más bien esperaba) que iba a experimentar. Esperaba reacciones corporales que me las sabía de memoria, que indicaría sin lugar a  equivocaciones. Yo estaba segurísima que en el universo nos hacían por pares y tarde o temprano nos conseguiríamos (más histérico, no podía ser). Lo bueno de todo fue que en algún momento se me fue olvidando eso, sino, a estas alturas seguiría esperando ese encuentro, que de esa manera nunca llegó.
      Tampoco  me escape de la segunda parte, que esta fue muy condicionada por las novelas que leí, películas que me receté, las historias contadas por amigas, conocidas o familiares, lo cual era un manual implícito de cómo sería la relación si te ama, si te respeta, si de verdad le gustas, etc. Lo que logré fue conseguir muchas maneras de sentirme frustrada e infeliz por la ridícula desgracia, de que la acotación que había elegido no ajustaba nunca, se podía acercar, pero siempre había algo faltante, sobre todo los detalles,  esos tan usados en los cuentos, como  las flores, las cartas, las sorpresas magistralmente construidas, momentos idílicos, donde me convertiría en su musa (¡como si todos los hombres fueran poetas o artistas bohemios!).  Además cuando por obvias razones de polaridad, yo tan viviendo en mi mundo en la luna, aparejo con una persona muy “realista” para equilibrar esa relación. Entre más exacto tenía el molde,  más infeliz iba, porque ¡claro!, no me daba la oportunidad de conocer al ser que tenía enfrente de mis narices, si lo único que hacía era compararlo, con ese personaje fantasma. Muchas veces se podía lograr que consiguiera alguna situación impostada (lo dije bien, por no decir falsa) por tratar en algún momento de complacerme, hacía algo que no fuera lo de él, pero esa conducta al ser “actuada”, aunque fuera con la mejor intención, no era auténtica, lo cual no se repetía o sólo en esas fechas manipuladas comercialmente, que obvio, era por compromiso, no porque no quisiera demostrarme su amor, sino que simplemente pasaba de largo por sus demostraciones auténticas por no encajar en el patrón preestablecido de la pareja perfecta.
     Luego se encuentran  los condicionamientos que tiene la pareja, como de que el amor es para siempre, eso sin duda es cierto, lo que no es cierto es que dos personas quieran estar juntas toda la vida por intereses en común, que muchas veces sólo son  los hijos,  bienes materiales o beneficios sociales. Aunque esto puede ocultarse durante una cantidad de años bajo depresiones, enfermedades que tapan los ojos para no darse cuenta, que la vida que vive, no es agradable y de ninguna manera satisfactoria, más por cumplir contratos absurdos que imponen otras personas que ni te conocen, determinan tu estilo de vida basado en un sacrificio constante de tus necesidades por la de los demás.
     Si pasamos la vida buscando la “media naranja”, damos por hecho que no estamos completos, que en algún  lugar de este recóndito mundo, hay alguien que llegará a nuestra existencia, para cubrir esos faltantes y hacerse cargo de nuestra felicidad, dejando la suya por un lado para dedicarse a satisfacer la mía, lo cual se escucha ya, deprimente, determinante y castrante. Que si somos un poco justos y equilibrados nos rolaremos la carga,  de esta manera puede no ser tan pesado, pero si le toca a uno llevar a cuestas esa responsabilidad, pues ese encanto durará hasta lo aguante o se muera, lo que ocurra primero. Cabe también la posibilidad de crear un infierno entre dos, que no se soportan, ya no están interesados en satisfacer nada, más bien, en responsabilizar de sus desgracias al otro, y supongo que por eso se mantienen unidos, para castigarle por su osadía.

     Afortunadamente cambié la tónica de mis lecturas, y encontré una frase mejor “dos naranjas dan más jugo que dos mitades”, que de manera muy coloquial, se engloba lo que les quiero compartir, de mi nueva forma de ver y vivir (que  pude cambiar, aún con el lavado de cerebro que tenía). Partiendo primeramente de vernos como un ser completo, del cual nos empecemos a descubrir en todas sus gamas y tonalidades, luego así enamorarnos de nosotros, nos convertiremos en una persona agradable para desear su compañía, una cita, unos meses o una vida, que dependerá de los proyectos de vida que ambos tengan, para aunque no juntos, si  caminar por el mismo sendero.

1 comentario:

Tesis e Investigaciones SAS de CV - Redacción Profesional dijo...

Sin perder tu esencia de poetisa, hablas como una mujer centrada e inteligente.