Desde mis primeros recuerdos, he venido escuchando de manera continua sobre los mexicanos, si somos así o asado: “México
tiene muchas riquezas, pero desgraciadamente pusieron mexicanos en el
territorio”, el tan mencionado malinchismo,
de la grandeza y embobamiento con culturas,
de la corrupción en el país, el apreciar lo güerito,
los ojos claros mejor vistos que los prietitos, y podría seguir con una lista interminable.
Hay algo que no entiendo, todos
estamos dotados de exactamente los mismos miembros corporales, el mismo número
de neuronas, (al menos entramos en una media, dejando los genios aparte por
supuesto), un lenguaje, el mismo o casi universal sistema métrico decimal, estructuras
culturales similares; ¿Por qué entonces?- darle más valor a alguien solo porque
no es de aquí o por su físico. O en sentido opuesto, sentirse más que otros. No
existe una razón que justifique inferioridad a nuestro pueblo.
Si nos gusta una organización,
estructura o forma de vida, porque no adaptarla a nuestras necesidades,
complementando lo que ya nos sirve y desechando lo que no. En lugar de ir haciendo comparaciones que solo
nos dejan un mal sabor de boca y quedando como mediocres, de donde todos somos
parte, de una u otra manera. Y debemos
entender, que los cambios se van a dar, cuando cada uno de nosotros haga su
trabajo, ponga su granito de arena en beneficio comunal. El hacer o no hacer
nada, nos perjudica o beneficia a todos.
Ahora bien, el no terminar de
identificarnos como mexicanos, es muy lógico, como lo expresa magistralmente
Octavio Paz, en su Laberinto de la Soledad. No somos ni los indígenas ni los
españoles, sino una mezcla salida de ellos de una manera violenta,
arbitraria, pero que tenemos de ambos. Y
negar a uno u otro, solo nos indica lo poco que nos aceptamos.
Nuestro patriotismo, en proceso de
extinción. Se ha ido apagando poco a poco desde los colegios en donde ya no se
hacen honores a la bandera, ya no se entona nuestro himno Nacional, ahora con
la cancelación de los desfiles del Aniversario de la Revolución Mexicana, no es
extraño encontrar entre los jóvenes una gran confusión de fechas importantes
para nuestra Nación. Y que además, parecería que el sabor y la esencia
mexicana, se quedó encapsulada en esa época. Donde la mayor representación de ser patriota
es gritar en 15 de septiembre en un antro y apoyar a la selección de futbol mexicana.
Olvidándonos de otros deportes, disciplinas y áreas en donde si de verdad
triunfan los mexicanos.
¿Dónde están quedando nuestras
tradiciones?, es verdad que con la globalización se está haciendo pequeño el
mundo. Pero sería interesante salvaguardar algunas, que tengan un sentido para nosotros, que se
diera la información pertinente para ello y no solo imitar como autómata
adornos, disfraces y festejos.
Si cada uno de nosotros valoráramos
nuestra Patria, nos preocuparíamos por ser mejores ciudadanos, nos
comprometeríamos a dar de nosotros mismos algo más, hacia nuestra propia gente.
Nos respetarían desde cualquier parte como nación unida y solidaria. No tanto
porque nos pongamos un sombrero o una falda de Adelita, sino el llevar nuestra
esencia, lo que nos hace únicos, dentro de la piel. Saber que nuestra tierra está llena de
riquezas. Que tenemos un país con un legado cultural envidiable por cualquiera.
Valorar lo que tenemos, que sólo puede suceder si se le conoce.
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