domingo, 15 de septiembre de 2013

Mi teoría del TDAH

Cuando inicié mi otra etapa de colegio, la de llevar niños a la escuela, me encontré con este término tan desgastado ahora.  Ya que, como el niño no esté quieto, callado, obediente y/o sumiso, se le etiqueta de manera automática, inmediata y determinante con déficit de atención e hiperactividad. Lo sé, porque a mí me pasó así, y a la prima, la hermana, la tía y la vecina de una amiga; casi de forma epidémica.
       Se me da por hurgonear, cualquier cosa que me interese, así que empecé a leer sobre el tema.  Y entre más le buscaba, encontraba que la sintomatología se me aplicaba en particular a mí. Como anillo al dedo. Pero algo no me cuadraba, de niña, no coleccionaba quejas, de ningún tipo, ni en la casa, mucho menos en la escuela;  esto se me desarrolló más bien, ya dejando la adolescencia.  De lo cual no se hablaba nada al respecto, porque según las teorías que leí, era un desorden orgánico, obviamente de nacimiento.  O sólo les sucedía a niños de edad escolar. Lo había olvidado por completo, porque ya pasaron varios años de esta inquietud.   Sin embargo, no fue hasta hace unos minutos, leyendo una reseña,  de la vida del diseñador de moda, Phillip Lim; que “me cayó el veinte”.  Hablaba de cómo se sentía cuando estaba estudiando algo que no quería, y lo estaba matando. Inmediatamente, me transporté a la escuela o las ocasiones en que he estado sentada (en algún lugar donde no quiero estar), la sensación que recorre el cuerpo de pies a cabeza, es tan desagradable, que lo único en lo que pensaba cuando lo vivía, era correr, tan lejos y rápido como pudiera. No había una posición que me resultara, ya no agradable, siquiera al menos soportable, en la silla.  Obviamente mi ser completo se resistía a soportar un minuto más, lo que  le estaba obligando a hacer. Y no porque  fuera insoportable la situación,  sino la contrariedad de lo inconsciente  que te grita en cada poro, no quiero escuchar, no quiero ver, no quiero estar aquí, simplemente.
     La “buena” educación, de ser “socialmente correcto”, pesa mucho.  Una vez se soporta, pero cuando es el diario vivir, empieza a causar estragos.   Y no es lo que hagas, sino hacer algo que no te parece importante, que no tenga un sentido que lo justifique o que no deseas hacer. Cuando pasa a un nivel de inconsciente a consciente, se manifestará de la manera en le sea permitido. Como no se puede decir, aparece con sintomatologías aceptadas.  Incluso esperadas, entre más “conflictos” sobrelleven ahora las madres, más reconocido es su mérito, como tal.
      Los niños, son  hasta cierto punto, secuestrados por los padres y la sociedad.  Se oye horrible, pero ellos no deciden nada, con esto no quiero decir, que no se les eduque, o que se le otorgue el control total de su vida. Pero sería prudente, creo yo, que al menos se les ayudara a encontrarse a sí mismos, a saber de ellos y sus intereses.   Una de las cosas que más nos interesa que se aprenda es el respeto, y generalmente, éste, e le aplica violentando, obligando, atropellando.  No significa tampoco que se les tome parecer a cada decisión, pero sí  a sus sentimientos, y a cómo se sienten con respecto a ellos, cuando se les inculca con un respeto a la verdad, a la tolerancia del ser;  donde es importante, los tiempos libres, las observaciones sin prejuicios. Donde se permita aceptar las diferencias.   Tal vez nos faltan opciones; es  ya sabido por la mayoría, que existen varios tipos de inteligencia, y de acuerdo a los cuales, se nos hace más fácil  o interesante aprender, rescatando los talentos naturales.  En lugar de llevar a todos por el mismo camino, y con el paso. Probablemente, ahorraríamos en medicinas y terapias, si invirtiéramos en una educación multidisciplinaria, donde no importe la calificación, sino el aprendizaje.  Posiblemente diera pie, a menos manías, menos conflictos y por ende ciudadanos más realizados.  Como lo diría Shakespeare, ser o no ser. ¿Qué pasaría, con los niños que abiertamente pudieran decir que no les gusta ir a la escuela (tradicional) y que hubiera además otra opción? ¿se negarían a ir, se enfermarían para llamar la atención? O posiblemente se pudieran realizar plenamente.

     

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