Cuando inicié mi otra etapa de
colegio, la de llevar niños a la escuela, me encontré con este término tan
desgastado ahora. Ya que, como el niño
no esté quieto, callado, obediente y/o sumiso, se le etiqueta de manera automática,
inmediata y determinante con déficit de atención e hiperactividad. Lo sé,
porque a mí me pasó así, y a la prima, la hermana, la tía y la vecina de una
amiga; casi de forma epidémica.
Se
me da por hurgonear, cualquier cosa que me interese, así que empecé a leer
sobre el tema. Y entre más le buscaba,
encontraba que la sintomatología se me aplicaba en particular a mí. Como anillo
al dedo. Pero algo no me cuadraba, de niña, no coleccionaba quejas, de ningún
tipo, ni en la casa, mucho menos en la escuela;
esto se me desarrolló más bien, ya dejando la adolescencia. De lo cual no se hablaba nada al respecto,
porque según las teorías que leí, era un desorden orgánico, obviamente de
nacimiento. O sólo les sucedía a niños
de edad escolar. Lo había olvidado por completo, porque ya pasaron varios años
de esta inquietud. Sin embargo, no fue
hasta hace unos minutos, leyendo una reseña, de la vida del diseñador de moda, Phillip Lim;
que “me cayó el veinte”. Hablaba de cómo
se sentía cuando estaba estudiando algo que no quería, y lo estaba matando.
Inmediatamente, me transporté a la escuela o las ocasiones en que he estado
sentada (en algún lugar donde no quiero estar), la sensación que recorre el
cuerpo de pies a cabeza, es tan desagradable, que lo único en lo que pensaba
cuando lo vivía, era correr, tan lejos y rápido como pudiera. No había una
posición que me resultara, ya no agradable, siquiera al menos soportable, en la
silla. Obviamente mi ser completo se
resistía a soportar un minuto más, lo que
le estaba obligando a hacer. Y no porque
fuera insoportable la situación,
sino la contrariedad de lo inconsciente
que te grita en cada poro, no quiero escuchar, no quiero ver, no quiero
estar aquí, simplemente.
La “buena” educación, de ser “socialmente
correcto”, pesa mucho. Una vez se
soporta, pero cuando es el diario vivir, empieza a causar estragos. Y no es lo que hagas, sino hacer algo que no
te parece importante, que no tenga un sentido que lo justifique o que no deseas
hacer. Cuando pasa a un nivel de inconsciente a consciente, se manifestará de
la manera en le sea permitido. Como no se puede decir, aparece con sintomatologías
aceptadas. Incluso esperadas, entre más
“conflictos” sobrelleven ahora las madres, más reconocido es su mérito, como
tal.
Los niños, son hasta cierto punto, secuestrados por los
padres y la sociedad. Se oye horrible,
pero ellos no deciden nada, con esto no quiero decir, que no se les eduque, o
que se le otorgue el control total de su vida. Pero sería prudente, creo yo,
que al menos se les ayudara a encontrarse a sí mismos, a saber de ellos y sus
intereses. Una de las cosas que más nos
interesa que se aprenda es el respeto, y generalmente, éste, e le aplica
violentando, obligando, atropellando. No
significa tampoco que se les tome parecer a cada decisión, pero sí a sus sentimientos, y a cómo se sienten con
respecto a ellos, cuando se les inculca con un respeto a la verdad, a la
tolerancia del ser; donde es importante,
los tiempos libres, las observaciones sin prejuicios. Donde se permita aceptar
las diferencias. Tal vez nos faltan
opciones; es ya sabido por la mayoría,
que existen varios tipos de inteligencia, y de acuerdo a los cuales, se nos
hace más fácil o interesante aprender,
rescatando los talentos naturales. En
lugar de llevar a todos por el mismo camino, y con el paso. Probablemente,
ahorraríamos en medicinas y terapias, si invirtiéramos en una educación
multidisciplinaria, donde no importe la calificación, sino el aprendizaje. Posiblemente diera pie, a menos manías, menos
conflictos y por ende ciudadanos más realizados. Como lo diría Shakespeare, ser o no ser. ¿Qué
pasaría, con los niños que abiertamente pudieran decir que no les gusta ir a la
escuela (tradicional) y que hubiera además otra opción? ¿se negarían a ir, se
enfermarían para llamar la atención? O posiblemente se pudieran realizar
plenamente.
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