jueves, 17 de septiembre de 2015

Enamorarse y amar no es lo mismo.

Cuando nos enamoramos
De acuerdo a nuestros conceptos del amor, y digo nuestros, porque casi todos tenemos una misma concepción al respecto, y si no, hablo de esa; esa que la mayoría conoce. Donde  demanda ciertos requisitos para conformarlo, tales como: sacrificio, servicio,  renuncia, entrega, des-individualización y un montón más de “cualidades” que se despiertan en ese instante mágico, en que según las hormonas o la química corporal, sucede;  que además no pasa con todas las personas, sólo con la indicada. Que aparece en cualquier momento y lugar, la mayoría de las veces inesperado. Tiene fecha de caducidad, aunque en esto,   no se han  puesto de acuerdo con la duración, que va de meses a lo mucho 2 o 3 años. Contraponiéndose  a la idealización del amor (éste mismo concepto bajo la educación impartida) que es el matrimonio para toda la vida, porque la sociedad así lo necesita y determina, por muchos renegados que no estén de acuerdo o vicisitudes que lo atraviesen.
     Bueno, esto no es más que el enamoramiento vil y crudo, donde la ciencia se ha encargado de  explicar que hormonas intervienen y como hacen, para que de verdad creas todo esto; una vez convencido, no te queda más que estar a la expectativa, porque además es algo que ningún humano se salva de experimentar o lo deseé así, aunque sea en lo más oculto de su ser.   Cuando ocurre o crees que ocurre, simplemente por comparación de conceptos reconocidos  (los que desde niño te instruyen, por todos los medios posibles)  pero claro, también con un gran miedo, porque ya sabes de antemano que eso no es para siempre, que se acaba, que invariablemente de las circunstancias con que aparezca, o lo que tú hagas,  está destinado a morir. Lo que como resultado tiene, es que el matrimonio o las relaciones largas son sinónimos de utopías,  imposibles de lograr (dentro de esa idealización); por supuesto, nada sobra ni aparece de aquellos despilfarros hormonales que nos motivaban a estar juntos, ilusionarnos en un futuro lleno de planes ideales. Lo  que queda es un vínculo pesado, aborrecido, que sólo se sostiene por vástagos en común, intereses económicos, chantajes sociales o familiares,  únicamente  para valientes o cobardes que lo mantengan en estas condiciones tan desfavorables y tan obligatorias según pugna la mayoría (porque de ello, lo        que sobran son chistes al respecto).
   Lo más triste de todo lo que has aprendido o te han enseñado,  que por ende lo das como verdad absoluta e irrefutable, es  de tu participación en ello,   nada puedes hacer al respecto, pues depende de tu suerte, de la cual  no eres un  más que un monigote o como en la lotería, donde el afortunado sólo es uno, que cuenta con la gracia del que mueve los hilos arriba, por razones desconocidas, independientemente de que lleves un record de buenas obras en tu haber o todo lo contrario.  
     Fuera de lo que nos convencen o nos hacen imaginarnos tantas historias de amor,  rosas o negras,  ese enamoramiento se da como consecuencia de tu psiquismo. Todo tu psiquismo o podemos llamar el software instalado en tu CPU, se conforma en los primeros años de vida, son las herramientas que tienes  para enfrentarte a ella, algunas vienen con fallas de fábrica, defectos con los que se declaran incompetentes ante ciertos problemas.  Que se solucionarán cuando cambies el programa, cuando lo actualices.   Así que tu biología, te hace ciertas jugadas en complicidad con tu software. Una vez que empieza a correr el programa, éste, descubre  similitudes en el otro que te complementan, para lograr un fin específico: resolución de conflictos. Pues resulta que vamos por la vida tratando de solucionar traumas, todo lo que se convirtió en un drama para nosotros,  que tuvimos con nuestros progenitores, hermanos o los que fungieron como tal o en ausencia de o los que heredamos en el transgeracional o el proyecto sentido.
     Cuando encontramos una persona que nos atrae, ésta es la proyección más fidedigna con uno de esos  seres queridos que encontramos por el momento; eso que se llama “flechazo”, donde quedamos enganchados de una manera inexplicable, contundente, que nos roba la razón.    Es que detectamos en él o la susodicha inconscientemente (por supuesto),   un rasgo que nos ancla, por reconocimiento de ello en el otro; que puede ser una mirada, un olor, un ademán, un tono de voz, que me recordará a mi padre o mi madre o mi hermano(a), en primera instancia; idealizado (lo que me hubiera gustado de esa relación original) aunque no nos damos cuenta que es así, hasta después de que termina esa ensoñación, y nos cachamos diciendo frases como; eres igualita a …, porque ya se armó para entonces el conflicto original y que como al no percibirlo, no lo solucionamos, sigue haciéndonos ruido, terminando por romper la relación; eso que nos unió, ahora nos choca, nos fastidia.
     Si por cuestiones de empatía y programas, eres correspondido (puede ser que no),  se habrá creado un vínculo  bilateral  perfecto; donde tu papel en la historia será de acuerdo a tus huellas infantiles, tales como abandono, traición, humillación, rechazo o injusticia, donde puede ser una o varias combinadas y estará  en proporción directa con el complementario; uno hará de traicionado y el otro de traidor, uno abandona y otro es abandonado, etc. Siempre en pares, no puede ser de otra manera, como piezas de un rompecabezas que encajan perfectamente en los bordes,  uno del otro. Escenificando la misma historia, cuantas veces sea necesaria para que la reconozcamos hasta que le des solución.
Por fin el amor.
    Pero no todo es tan malo como nos contaron.  Ahora vayamos a desmenuzar qué es el amor. Habrás oído por allí que es una decisión, por lo tanto no es algo que tengas que buscar y encontrar cuando tengas suerte, todo el tiempo está a tu alcance, a que lo tomes en serio.  Requiere de responsabilidad, atención, respeto, y eso sí,  lo podemos manejar nosotros,  lo cual nos va dando una ventaja entre este panorama tan desalentador. El amor a diferencia del enamoramiento, es algo que necesita de nuestra participación más o menos consciente, porque no es un sentimiento, es una acción, una energía; opuesto a lo que nos han hecho creer,  es lo que hace que valoremos una cosa o persona y le pongamos nuestra atención para que crezca,  para hacerla brillar, es una energía que expande lo que es tocado por ella. Lo cual implica que hay una intención de por medio, no es automática,  sólo puedes amar aquello que conoces o que ya tienes, jamás algo desconocido, eso es sólo deseo.  Por ende, entre más conozcas a una persona, más razones tendrás para amarla, si esa es tu decisión, bastará con no estar presente para que desaparezca, echando abajo el mito de que si amas a alguien jamás lo dejarás de amar o sólo podrás amar una vez en la vida.
     De forma diferente a lo que nos han dicho, el amor puede tener o no un enamoramiento previo, o sea, que sí ese fue el mecanismo de encuentro, y resuelves el conflicto que generó la atracción, darás paso al amor, porque dejarás de hacer viejas proyecciones en tu pareja,  para conocer y aceptar a la persona que tienes enfrente; pero también puede ocurrir que encuentres una persona que creas que tiene los atributos que necesitas para compartir un proyecto de vida juntos,  decidir entonces amarla(o). Esta energía, estará el tiempo que tú decidas sostenerla, y la manera que lo desees, como cuando quieres que crezca un negocio, una empresa, estás continuamente inyectándole energía con tu dedicación,  con el tiempo y esfuerzo invertido en ello, tu creatividad, tu ilusión. Y al igual que pasa si dejas de cuidar de tu empresa, tu amor también fallece, no por destino, sino por descuido, inanición y desinterés. Habrás comprobado con el trabajo del gimnasio, que eso es muy ejemplificativo;   no importa los  años  que lleves construyendo y manteniendo un cuerpo, en el momento que lo dejas, no pasa de un mes, cuando empieces a perder todo lo ganado. Así de simple es.
     Para que esto se dé, tú ya necesitas ser una naranja completa y no andar buscando mitades. No es buscar una compañía, para rellenar una soledad, una pasión para un vacío, una risa para un dolor. Es compartir todo lo que eres como un ser completo y realizado con otro igual.