sábado, 10 de mayo de 2014

El útero, matriz divina o maldita

Creí muy importante, escribir sobre la gestación; no sólo porque es el inicio de la vida, sino porque es responsable de muchos inicios. Ahora con tantas corrientes, defensores morales o amorales, de un u otro abanderamiento. Cuando decidieron legislar  sobre  el aborto, sólo se tomó en cuenta, si la mujer, tenía  o no, derecho a decidir sobre la vida que llevaba. Sobre si se justificaba seguir con un embarazo. Sobre quién o quienes debían ser señalados, pero todo se basaba en supuestos derechos de uno u otro.
     Bueno, de lo que hablaré, es algo que va más allá de esta decisión. En qué momento el alma (espíritu, inconsciente, etc.) llega a ese embrión, y éste empieza a grabar todo, es tal vez lo menos importante. Este inicio de vida, que si se llega a completar, sean las circunstancias que pasen para lograrlo, está supeditado a las emociones de la madre, de las cuales, ninguna ley, ni marido, ni padres, ni sociedad,  pueden hacer nada al respecto desde la posición de los derechos.  Sólo se le tiene un poco de atención, tratada como ser de “cuidados” especiales, tildándonos de incapacitadas, impedidas, casi como si fuera una enfermedad, incluso así lo dicen: “ya se alivió”. Aclaro de una vez que soy madre, de tres hijos, porque generalmente, los temas los desarrollan personas que no han vivido la experiencia de lo que hablan, en mi caso no es así.
     La protagonista de la creación del mundo es la mujer y sus emociones, equilibradas o no; desde que es feto, sabe y lo sabrá aunque nadie le diga; si fue deseado (cosa importantísima para el resto de su vida), independientemente si después es querido, alimentado y mimado. La impronta queda desde el instante mismo de saber que está embarazada, cómo recibió la noticia, qué reacción o pensamiento se vino a la mente en ese momento;  de acuerdo a cualquier impacto emocional se grabarán programas que después desarrollarán a lo largo de su vida, como manera de resolver o sentir situaciones.   ¿Qué sentía la madre cuando fue procreado?, ¿Qué vivió durante la gestación?  ¿Deseaba embarazarse? ¿Cuál era su intención o la del padre?  Todas estas emociones quedan impregnadas en este nuevo ser, si la madre es amada o rechazada, si es violentada, discriminada, abandonada, esclavizada, etc.,  ese nuevo ser vivirá como suyas todas esas emociones y a ciegas, porque no sabe las circunstancias que vive la madre, para él poder interpretarlas personalmente.  Serán completamente pasadas como ella las experimente,  sean reales o imaginarias, eso no importa, el inconsciente no sabe distinguir una de otra.    Después de nacer, incluso  durante sus primeros tres años, seguirá dependiendo y viviendo a través de la madre, o con quien se identifique como tal.    Por ejemplo, algún alimento que le guste a la madre durante su embarazo, le irá bien al bebé;  un conflicto emocional, deja una impronta igual que el alimento, una información  de agrado o desagrado,  que se guarda en la célula y se queda a resguardo, para que cuando haya situaciones similares  se detone de alguna manera. Aunado a la forma en la que nace,  va a tener un sentido en cómo resolver situaciones durante su vida, el parto es la primer lucha para sobrevivir, si necesitó asistencia (una cesárea), si tuvo complicaciones, si fue muy tardío o rápido su llegada, si venía de nalgas, de pies.

          ¿Qué tanto cuidado, para no decir amor, dará una madre a su recién nacido cuando ha sido abandonada? ¿Y cuando la razón del abandono fue el propio embarazo? ¿Tuvo que perder algo al quedar  preñada? Ellas tienen el poder sobre el mundo, cada conflicto, traerá un proyecto que desarrollará  a lo largo de su vida para resolver, aquello que quedó grabado inconscientemente. Habremos de empezar a ver este proceso, donde la asistencia a una mujer, sea más allá de un chequeo médico.  Incluso, para las que en algún momento desearon y buscaron quedar embarazadas. Todos llevamos esos mandatos,  algunos de los cuales difícilmente los pueden dejar e incluso forman parte del eje de su vida,  más o menos complicados o difíciles,  una biografía oculta. Pero, ¿Para qué sufrir algo, que se puede evitar? La comunicación honesta y verdadera sobre los propios sentimientos, le pueden dar más amor a sus hijos, que mil palabras bonitas.  Comprender es liberar. 

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