jueves, 29 de mayo de 2014

Vivir mi vida

Vivir mi vida es una frase tan emblemática, inspiradora y gastada. Se oye increíble porque denota mucha decisión, aunque, ¿realmente vives tu vida?  De primera instancia la mayoría contestaría que sí, a nadie le gusta afirmar lo contrario, aunque sea de dientes para afuera.
      Sin embargo, si tan sólo piensas en tus creencias, tus valores o lo que llamas tuyos;  tú no los elegiste, se te impusieron porque naciste en una familia de tal o cual característica; preferencias culinarias, políticas, sociales, olores, sabores, que dependen primeramente de  la aprobación de tu entorno familiar, después de tu municipio, o colonia, o país. En fin, que hasta ahorita, tu libre albedrío, ha sido minimizado al mínimo;   ahora que, si eres de los que siguen las reglas, sería casi nulo.
      Si te das el tiempo en este momento, para desmadejar todo lo has vivido hasta hoy, te darás cuenta, que te pasan cosas que no quieres que te sucedan, situaciones que se te repiten, personas, que si no fueran por el nombre serían las mismas ¡claro! Dirás es la suerte, pero ¿Qué es ella, realmente existe? Si partimos desde algo comprobable, como que el Universo es información, y toda ella existe en ondas de interferencia;  por principio nosotros somos parte de ello, la diferencia en nuestra manifestación tangible como es nuestra vida, es que en momentos nos convertimos en partículas y en otros, somos ondas de interferencia con pura potencialidad.  Explicado de otro modo, que mientras estemos en ondas tenemos la potencialidad infinita para  manifestarnos, al convertirnos en partículas (corpusculares) elegimos una de todas esas posibilidades ¿De qué depende entonces, que algunos puedan manifestarse con oportunidades increíbles  y otros no? Si todos partimos de la misma fuente y con las mismas probabilidades.
     En múltiples experimentos científicos, se ha comprobado y por lo tanto aceptado, que las partículas mientras no son observadas desaparecen y se desvanecen en la nada, sólo son movimiento, y se les puede ver por la estela que dejan,  pero cuando se les pone atención se materializan.  ¿Qué es lo que ve cada observador? Todo depende de las expectativas, y éstas dependerán de tu historia, porque no puedes esperar algo desconocido (estamos educados así), esto sucede cuando declinas todas tus expectativas y entonces tienes el abanico de posibilidades en tus manos. Salvo que, toda nuestra formación se basa en movernos en circunstancias que nos sean familiares, para poder controlarlas, difícilmente nos tiramos a ciegas, hasta hay dichos que nos lo marcan “más vale malo conocido…”, más vale pájaro en mano…”, que nos condenan a lo “seguro”, como si algo lo fuera, evitando así cualquier riesgo.
    Nuestra vida es un entrenamiento, donde tenemos además de una educación meramente condicionante, que basta con nuestra infancia para lograrlo, después viviremos de acuerdo a esos parámetros.  Se ha descubierto que nos rigen dos grandes programas o proyectos. El Transgeneracional y  El proyecto sentido; de los cuales no elegimos ninguno. El proyecto sentido se programa durante la concepción, gestación y los primeros 3 años de vida. Donde se va a depender de las emociones y vivencias de mamá, alegrías, tristezas, preocupaciones y los “no dichos” o secretos;  que el bebé las vive como suyas, En esta etapa se programan muchas enfermedades.
     El Transgeneracional, un concepto usado por la psiquiatría y psicología, del cual Freud, hablo algo de ello, aunque su trabajo, se concentró en otras áreas.  En los 70´s, un grupo de psicólogos se reunía semanalmente para compartir sus casos, María Torok, Nicolás Abraham y Anne Shutzenberger, a ésta última le debemos el descubrimiento de “El síndrome de aniversario, a los dos primeros “el fantasma”.  Donde después de muchas observaciones, y casos clínicos, se dio cuenta que repetimos la historia de nuestros ancestros idénticamente, como si heredáramos roles, o conflictos. Lo vio primero en ella misma, al repetirse entre las mujeres de su familia, la muerte del hijo menor que era varón, y dos mujeres sobrevivientes. Combinación repetida en tres generaciones sin cambio alguno. ¿Para qué ocurriría esto?, seguramente para un fin determinado. ¿Qué pasa si no te das cuenta de que esto te sucede? Si no lo puedes ver, mucho menos lo resolverás.  ¿Cuántas veces no has dicho o has oído decir: “yo no quiero ser como mi mamá/papá”? e irónicamente ves que tu vida se repite idénticamente sin que lo puedas evitar. (Esto en primera instancia), cuando entiendes el para qué tu repites esto, lo concientizas, ya  no tiene razón de ser.  Jodorowsky dice: “tener un árbol genealógico es tu mayor tesoro”, porque en él podrás encontrar la respuesta a tus sin sentidos, a tu mala suerte, en fin, podrás sanarlo fácilmente.
     Esto, claro es un tema muy polémico, porque estamos educados a ver todo de otra manera, y nuestro condicionamiento es tan fuerte que no nos permite siquiera dudar de nuestros propios juicios o conocimientos. La propuesta es empezar a crecer, a tomar la responsabilidad absoluta de nuestra existencia, corpuscular, emocional y espiritual. El estar consciente te abre una vida de libertad, donde puedes empezar a tomar decisiones que sean tuyas realmente, salirte y romper el programa,  sin condicionamientos, culpas o remordimientos. Aprender a gestionar nuestras emociones y enseñar a los que nos rodean a hacerlo.



sábado, 10 de mayo de 2014

El útero, matriz divina o maldita

Creí muy importante, escribir sobre la gestación; no sólo porque es el inicio de la vida, sino porque es responsable de muchos inicios. Ahora con tantas corrientes, defensores morales o amorales, de un u otro abanderamiento. Cuando decidieron legislar  sobre  el aborto, sólo se tomó en cuenta, si la mujer, tenía  o no, derecho a decidir sobre la vida que llevaba. Sobre si se justificaba seguir con un embarazo. Sobre quién o quienes debían ser señalados, pero todo se basaba en supuestos derechos de uno u otro.
     Bueno, de lo que hablaré, es algo que va más allá de esta decisión. En qué momento el alma (espíritu, inconsciente, etc.) llega a ese embrión, y éste empieza a grabar todo, es tal vez lo menos importante. Este inicio de vida, que si se llega a completar, sean las circunstancias que pasen para lograrlo, está supeditado a las emociones de la madre, de las cuales, ninguna ley, ni marido, ni padres, ni sociedad,  pueden hacer nada al respecto desde la posición de los derechos.  Sólo se le tiene un poco de atención, tratada como ser de “cuidados” especiales, tildándonos de incapacitadas, impedidas, casi como si fuera una enfermedad, incluso así lo dicen: “ya se alivió”. Aclaro de una vez que soy madre, de tres hijos, porque generalmente, los temas los desarrollan personas que no han vivido la experiencia de lo que hablan, en mi caso no es así.
     La protagonista de la creación del mundo es la mujer y sus emociones, equilibradas o no; desde que es feto, sabe y lo sabrá aunque nadie le diga; si fue deseado (cosa importantísima para el resto de su vida), independientemente si después es querido, alimentado y mimado. La impronta queda desde el instante mismo de saber que está embarazada, cómo recibió la noticia, qué reacción o pensamiento se vino a la mente en ese momento;  de acuerdo a cualquier impacto emocional se grabarán programas que después desarrollarán a lo largo de su vida, como manera de resolver o sentir situaciones.   ¿Qué sentía la madre cuando fue procreado?, ¿Qué vivió durante la gestación?  ¿Deseaba embarazarse? ¿Cuál era su intención o la del padre?  Todas estas emociones quedan impregnadas en este nuevo ser, si la madre es amada o rechazada, si es violentada, discriminada, abandonada, esclavizada, etc.,  ese nuevo ser vivirá como suyas todas esas emociones y a ciegas, porque no sabe las circunstancias que vive la madre, para él poder interpretarlas personalmente.  Serán completamente pasadas como ella las experimente,  sean reales o imaginarias, eso no importa, el inconsciente no sabe distinguir una de otra.    Después de nacer, incluso  durante sus primeros tres años, seguirá dependiendo y viviendo a través de la madre, o con quien se identifique como tal.    Por ejemplo, algún alimento que le guste a la madre durante su embarazo, le irá bien al bebé;  un conflicto emocional, deja una impronta igual que el alimento, una información  de agrado o desagrado,  que se guarda en la célula y se queda a resguardo, para que cuando haya situaciones similares  se detone de alguna manera. Aunado a la forma en la que nace,  va a tener un sentido en cómo resolver situaciones durante su vida, el parto es la primer lucha para sobrevivir, si necesitó asistencia (una cesárea), si tuvo complicaciones, si fue muy tardío o rápido su llegada, si venía de nalgas, de pies.

          ¿Qué tanto cuidado, para no decir amor, dará una madre a su recién nacido cuando ha sido abandonada? ¿Y cuando la razón del abandono fue el propio embarazo? ¿Tuvo que perder algo al quedar  preñada? Ellas tienen el poder sobre el mundo, cada conflicto, traerá un proyecto que desarrollará  a lo largo de su vida para resolver, aquello que quedó grabado inconscientemente. Habremos de empezar a ver este proceso, donde la asistencia a una mujer, sea más allá de un chequeo médico.  Incluso, para las que en algún momento desearon y buscaron quedar embarazadas. Todos llevamos esos mandatos,  algunos de los cuales difícilmente los pueden dejar e incluso forman parte del eje de su vida,  más o menos complicados o difíciles,  una biografía oculta. Pero, ¿Para qué sufrir algo, que se puede evitar? La comunicación honesta y verdadera sobre los propios sentimientos, le pueden dar más amor a sus hijos, que mil palabras bonitas.  Comprender es liberar.