sábado, 7 de diciembre de 2013

Cuando un viejo amigo se va...

Cuantas veces no has escuchado decir o decirlo: “se cerró un ciclo”, “estoy terminando una etapa”; esto ocurre cuando  lo hacemos de una forma consciente, que  nos vamos a otro lugar, nos despedimos de ciertas personas, porque hemos tomado una decisión, pero ¿Qué pasa cuando,  sin uno decidirlo (en apariencia),  prácticamente desaparecen ciertas personas de tu vida?, llegan otras, a fuerza de sustituirse; las situaciones y circunstancias sufren el mismo proceso. Poco a poco pareciera que se acomodara otro escenario, se siente diferente, se respira diferente, incluso nos podemos dar cuenta que hemos cambiado de gustos.
     Todo nuestro mundo es un océano de información, nuestro cerebro interpreta todos  y cada uno  de esos datos de acuerdo a sus valores, creencias, educación, muy similar al lector de código de barras de una computadora. Si el código, que se me presenta no lo tengo archivado, simplemente será como un artículo no reconocido, no lo puedo ver. Sea esto una persona o una situación, una historia, incluso un virus, simplemente no lo podrá decodificar nuestro cerebro.  De acuerdo a esto, atraemos o repelemos todo nuestro alrededor. Está comprobado, estudiando los comportamientos de las fases del sueño, que un niño hasta los 7 años, se mantiene en una fase hipnótica completamente, es por eso que dicen que los niños son como “esponjitas” todo lo absorben,  esto es adecuado para que las creencias de la madre o la persona o personas más influyentes en su vida,  alimenten su cerebro con sus experiencias y emociones.  Primeramente eso,  luego viene la consciencia familiar, colectiva y demás que se encuentra en su entorno, dando por aceptado todo lo que le fue introducido como bueno, malo, correcto, incorrecto con la combinación de información y emoción.  Se programa como debe de reaccionar ante tal clima, tal palabra, tal personaje; que lo hará de forma automática hasta que lo concientice (si es, que esto sucede en algún momento) y entonces pueda tomar el mando, desautomatizarse  cambiando la emoción contenida por otra, para conseguir una respuesta diferente al mismo estímulo.
     Luego entonces, por resonancia, atraemos o nos comunicamos restringidamente, digamos como si fuéramos una estación de radio, supongamos que yo estoy  sintonizada en el 100.1 de FM, tengo una frecuencia de violencia, maltrato, injusticia y todo lo que pertenezca a ese campo ,  viviré y encontraré todo lo que se sintonice allí, similar atrae lo similar. Si por alguna razón, yo introduzco  información nueva en mi código, este empezará a escanear más datos de manera complementaria, y mi frecuencia se distorsionará, que me veré forzado a sintonizarla de nuevo, ya no podré estar en el mismo canal, tal vez me encontraré en el 102 ahora, por ende las personas y circunstancias que escuchaba en la estación anterior, ya no las puedo oír, ésta otra frecuencia, tiene música y charlas de otra índole. “Casualmente” les empiezo a no simpatizar a las personas con las que me encontraba, o yo a sentirme a disgusto con ellas,  otras nuevas me parecen tan identificables conmigo, mis valores, mis creencias han sufrido una modificación, la forma de mi entorno no encaja  ya en el mismo lugar, como un gran puzzle, todas sus orillas sufrieron un cambio, ahora la pieza cabe en otro lugar perfectamente.
     Si estás leyendo esto,  te parece incongruente y  lo dejas, simplemente será, porque no “resonamos”,  pero si te llama la atención, te identifica algo, o incluso lo rechazas de inmediato como si te “cayera” mal; las ondas en las que nos comunicamos tienen una frecuencia similar, aunque no lo comprendamos de momento. Y lo puedes constatar, cuando te encuentras con alguien, que de entrada te “choca”,  no sabes qué  es, pero algo de él te molesta mucho o todo lo contrario, encuentras tantas similitudes, que pareciera que se conocen de toda la vida.  Salvo que, no nos educaron, para poner atención en esos pequeños detalles. Donde podríamos entender y crear relaciones maravillosas de aprendizaje constantemente,  sin daños a terceros. Porque todo lo que llega a tu vida, tú lo has pedido, tú mismo le has puesto una tarea para ti, lo único que hay que hacer es encontrar ese propósito.

     

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