lunes, 5 de agosto de 2013

Estar en trámites.

 Decidí aprovechar el tiempo de vacaciones para hacer algunos trámites, como renovar mi pasaporte. Mi felicidad de encontrarme con la novedad del  sistema de citas, de no llevar medio libro de copias, me duró muy poco. Lista con todos los requisitos, puntual, esperé mi turno, que escuché casi una hora después de la hora acordada. Le señale a la señorita que deseaba cambiar mi apellido de casada por el de soltera, puesto que no tenía sentido mantener un estado en el que ya no estaba. (Cuando hice la cita por teléfono, ya me había informado del requisito para dicha corrección: mi acta de nacimiento) Después de revisarlo, quedó rechazado, por no ser un acta actual, la de  color café. Me sugirió que fuera a sacarla del cajero, pero que ya no me podía ella recibir la documentación, necesitaría solicitar otra cita. Y advirtiendo que el trámite en particular, tardaba de tres semanas a un mes. A menos que dejara el pasaporte igual. Opté por la primera opción.

     Fui a la primera dirección donde habría un cajero para las actas. Llegué a HEB que era lo más cerca, y nada. Efectivamente, materialmente existía la máquina, salvo que no entraría en funcionamiento al parecer hasta finales del mes. Decidí ir entonces al Registro civil, allí me aseguraron encontraría una funcionando. Llegué entonces hasta ese mar de gente. Me formé en la línea, y cuando por fin llegó mi turno, no aparecí en el sistema. Ya para entonces no alcanzaba sacarlo por ventanilla. Perdido un día, regresé al siguiente -¿Qué más me quedaba?—Para entonces, la información que solicité, en Relaciones exteriores a las dos personas que me atendieron, una en Río Nazas y la otra en Arista, referente a quiénes aparecen en el sistema del cajero, por aquello, del año o el municipio, no sólo fue inútil, sino hasta opuesta. En fin, me pareció increíble que no supieran esa información, pero supuse que se debía a que sólo sabían de su institución, no hay que mezclar registro, con relaciones o gobernación, etc., puede ser confidenciales, tal vez.
       Un día más, fui directo al Registro Civil, me quedé como una hora en cola, hasta que se me atendió, sólo para anotar los datos del acta que yo traía. Habría que regresar a la 1:00 (otra vez, perdido todo el día, y no alcanzaría el horario de Relaciones, ocuparía un día más). En esa hora, observando a las personas a mi alrededor, pensé: si a mí, que vivo aquí, ando en automóvil, no tengo que pedir permiso a un jefe, y no sé otra circunstancia se me ocurrió; me parece muy molesto. ¿Qué pasa con las personas que vienen de otro municipio, estado, les descuentan el día, etc.? – La primera y única respuesta que me pareció lógica: A nadie le interesa (al menos a los servidores públicos, no). También reflexioné sobre los trámites anteriores a éste. Mi curp, fue tomada, constatada y demás de mi acta de nacimiento; me la otorgó Gobernación, una institución gubernamental. Mi IFE, totalmente actualizado, por cambio de domicilio, por fecha, y hasta por reposición, muy recientemente,  porque lo extravié. También me solicitó en cada uno de ellos, un acta de nacimiento; que ahora ha quedado escaneada (¿o sólo fue una actuación con la que fui engañada?), además de archivada como siempre. Claro, ésta es del Instituto Federal Electoral. Que en momentos como éste, puedes comprobar que no sirven para nada. Primero: una institución gubernamental, no admite la certificación hecha por otra institución también de gobierno, como en este caso. Relaciones exteriores no admite la veracidad de un IFE, para tomar de allí los datos, lo pide como un requisito más para llevar. La curp, que tiene una accesibilidad rápida y eficiente, en cualquier computadora que cuente con internet. No te sirve tampoco, pero hay que llevarla impresa. Acumular papeles, claro, no tenemos obligación de ahorrar esto, porque no somos un país de consciencia ecológica, por lo tanto no tenemos que hacerlo. Hay que volver a presentar un acta, en vivo y a todo color, además de recién hechura. Si el caso sólo fuera obligar al ciudadano a consumir el producto (cosa descabellada por su naturaleza), también me parece de suma torpeza. ¿Para qué, poner cajeros en el registro y no en las instituciones que lo requieren? Uno en Relaciones Exteriores, otro en el IFE, otro en Gobernación, en la SEGE, etc. Tendríamos el éxito de realizar el trámite en una sola exhibición. No generaríamos tráfico humano  en recintos  como estos. Salvo los que requieran otro tipo de trámites especiales, los trabajadores no estarían estresados de atender cientos de personas todos los días. (Lo que creo, mejoraría su carácter y rendimiento). Además, eso nos haría parecer a un país del primer mundo, y cómo nosotros nos llenamos la boca y todo lo que se pueda para afirmar que no, ahora ni nunca, estaríamos en esa clasificación, por lo tanto hay que reafirmarla con hechos.
     No  todo es igual,  ni en todos lados, hay que admitirlo. Afortunada o desafortunadamente, la tecnología sigue siendo sólo una herramienta, maravillosa; pero al fin y al cabo, herramienta. Dependemos y vamos a seguir dependiendo de la gente que está usándola. La discriminación o elección de recibir o no un documento, tomar la decisión de querer ayudar o entorpecer. O si su desconocimiento es el principal bloqueo. Por lo tanto, la solución a esto,  sería la capacitación adecuada del personal, que a su vez haya sido elegido por sus aptitudes para no sufrir sus actitudes. Y saberse como el credo. Que están para servir, y si no, hay muchos que harían su trabajo con mucho gusto, incluso ganando menos de lo que ellos obtienen al momento.