¿Cuándo fue la última vez que escribiste un
deseo? Quizá en tu última carta a Santa
o los Reyes ¿y se te cumplió? Muy
probablemente sí, pero cuando dejaste la infancia, también ese privilegio se
fue, aprendiste que esa magia no existía, era sólo una buena intención de tus
padres, disfrazada de ilusión, que al crecer sin más ni más, se desvanecía. También fue tu entrada al “Mundo Real” o más bien, la salida de la magia en tu vida. Tristemente
resignado, aceptaste que el crecimiento va acompañado de insatisfacciones,
decepciones y conformismos, un mundo al que hay que adaptarse (ser parte de un rebaño), donde todos cumplen
con un papel previamente asignado, donde las circunstancias son ajenas a tu
vida y que si corres con la suerte de nacer con estrella, ya la hiciste, sino,
quedarás estrellado sin saber ni por qué. Bueno, déjame decirte, que cuando
aceptaste que eso era “la verdad”, simplemente decidiste como iba a ser tu
vida.
Vivir con unos ratos más agradables que otros, parece normal, e incluso,
esperado que las cosas no salgan cómo
quisieras, y que nada podías hacer al respecto. Pensando simplemente que es el
destino que te tocó. Dejaste de
soñar, o peor, creer que soñar era sólo una quimera. Te arrebataron
de un jalón y en despoblado todo. Pasaste de ser un ser creativo, imaginativo,
investigador, curioso y qué se yo, para ser un robotito, hacer lo que se supone
hacen todos los demás, de acuerdo al grupo donde te encuentres: similares por
edad, trabajo, estudio, lugar donde vives, idioma que hablas, costumbres
comunales, etc. Porque es, primeramente lo que se espera de ti, luego a entrar
en esa lucha por “ganarte” la vida. Así entrecomillado, porque es bastante
irónico, si tú ya estás vivo (bueno, si te escapaste de ser un zombie).
Al
entrar en esa vida de supervivencia, crees que los demás son enemigos, de los
que hay que defenderse, y que por lo tanto, tú o quien lo quiera, debe de
quitar del camino al otro, por lograr algo deseado, como si fuera un trofeo,
pero lo peor, como si fuera uno para disputárselo muchos. No, nos parezca
entonces, descabellado, que exista la envidia, la codicia, la mentira y demás sentimientos
parecidos, si estamos en una guerra sin cuartel y eterna, que además todo se vale, como lo reza el
dicho.
Bien, pero como la idea de estos escritos, no son para encontrar
lamentaciones ni justificaciones, vamos a empezar a desmadejar este asunto.
Primeramente, tú eres un ser único, no repetible, con una razón muy específica
para llegar a este mundo, o ¿qué crees? ¿Qué viniste a crecer, casarte, tener
hijos, hipotecas y tarjetas que pagar?, si eso fuera al menos pensable, no nos
difiriéramos de los animales, viviríamos igual, sin complicaciones, siguiendo
ciclos, tan fácil como eso. Si tú,
tienes especificaciones de fábrica únicas, estás hecho para hacer algo, que
nadie más que tú lo puede hacer. Partiendo de esto, ¿necesitas estar apurado? ¿Competir
con alguien por ello, y por ende estar a la defensiva por perderlo? No, lo
pierdes únicamente cuando no eres
tú. Cuando tratas de ser otro, ese otro que
te dijeron que tenías que ser. ¿Te has preguntado alguna vez, quién
eres, qué eres? Probablemente sí, pero como también, seguramente te dijeron que hablar solo era de
locos, no lo seguiste haciendo, hay un miedo catastrófico por ser diferente,
porque toda la borregada los señala, los critica, los juzga, porque todos están
aterrados.
En
el momento que aceptaste ser un personaje, renunciaste a tu poder, te
convertiste en un ser dependiente, necesitado, sobre todo de aprobación. Justo
en ese momento dar un solo paso adelante sin preguntar, te empezó a parecer muy
osado, hasta que olvidaste hacerlo. Todo ese poder se lo cediste a diferentes
entes, que vas cambiando dependiendo de la situación o lugar en que te
encuentres, en ratos tus padres, tu pareja, el gobierno, la crisis, cada vez que te sientas víctima, tendrás un
victimario, dueño del poder que le cediste, y lo tendrá el tiempo que tú
decidas. Luego entonces, empiezas a
desear que tu vida se transforme, pero por obra y gracia de alguien o algo
ajeno a ti, que implica en poco o mucho que no se cumpla, porque no hay nada
fuera de ti que lo haga, y pensando de esa manera, hay una inseguridad grande
de que se logre.
Para
que esto empiece a cambiar, por principio debes recuperar tu poder, que implica
de entrada que te hagas responsable de ti. Si, como lo oyes, ya nada de lo que
ocurre alrededor de ti, será
responsabilidad de nadie más que tuya. Esto implica que se acabaron los
culpables, ya nada justificará por qué no llegas a un lugar; por qué después de
compartir con alguna persona, te duele el estómago; por qué pierdes llaves,
direcciones, carteras. Todas las
circunstancias que vives y has vivido, tú las has generado, para una función
específica, que te hace evolucionar. Cada que te encuentres en situaciones, o
con personas que te parecen desagradables o insufribles, pregúntate ¿Para qué,
tú has pedido eso? ¿Qué hay en ese momento que no lo ves? Te darás cuenta que a
veces aceptas cosas que no querías por ser educado, porque está bien visto
hacerlo, etc., pero que después de hace
sentir incómodo o mal o incluso enfermo. Esto te llevará a un grado de
consciencia, donde sabrás que es lo que realmente quieres.
Tu varita mágica, por así decirlo, es tu voz,
tu palabra. Vigila lo que hablas y cómo lo dices, porque las palabras no se las
lleva el viento. Sobre todo cuando van acompañadas de sentimientos muy fuertes,
experimentados en el momento que las digas. Si te empiezas a escuchar, la
manera en la que hablas, las palabras que utilizas, empezarás a descubrir cómo,
tú pides cosas que no deseas, o de manera
diferente a como las deseas, pregúntate seguido si de verdad, quieres lo que
crees y para qué.
Otra
situación muy importante, que no puedes desear cosas o situaciones que
impliquen a personas en particular, por ejemplo, si tú deseas una pareja, haz
un mapa de lo que deseas en una pareja, pero no le pongas nombre y apellido,
porque esa persona, tiene libertad, y esa libertad puede ser, que no te quiera a ti; además el hecho de que
tú, fijes tu energía en alguien para lograr algo, puede ser, que esa misma
energía, bloquee tu deseo y no se pueda realizar. Otro ejemplo, sería como
querer un trabajo en un lugar y puesto específico, puede ser que lo logres,
pero a lo mejor eso no es lo mejor para ti, por lo tanto traerá consecuencias fatales.
Evita pedir cosas para los demás, por muy buena intención que crees que tengas,
nadie sabe lo que es mejor para nadie, y tú no eres la excepción. Todos estamos
haciendo tareas específicas de crecimiento que nos llevan a vivir miles de
circunstancias, y cuando alguien interfiere o quiere interferir, perjudica ese
avance. Por eso es muy importante que revises tus deseos y tus intenciones
antes de pedirlos.
Este camino de responsabilidad y consciencia,
no todo mundo quiere seguirlo, porque siempre es más fácil no hacerse cargo de
uno mismo, y poder entonces echarle la culpa a alguien o algo. Aunque todos en
varios momentos de la vida, tenemos esos llamados, se llaman crisis, de
trabajo, de pareja, de vida, de carrera, etc. Que nos indican que no hemos
andado el camino que queríamos, que necesitamos hacer un cambio, pero como en
esta vida nada es obligado, solo tú, puedes decidir tomar o no el timón.